A actuar como piedras vivas

Dedicación del templo y del altar de la Parroquia San Antonio de Padua, Pital, Viernes 4 de junio de 2021.

Queridos hermanos y hermanas:

Damos gracias y bendecimos al Señor por estar congregados, como Iglesia viva, en este sagrado lugar que, dentro de pocos momentos, va a ser consagrado y dedicado todo él y también su altar al Señor. Para esta querida Parroquia de San Antonio de Pital, esta solemne celebración y rito sagrado, es sin duda un momento histórico y de indiscutible trascendencia comunitaria y eclesial. Agradezco al P. Abraham Abarca y el P. Rogelio Manchong por esta feliz iniciativa y por la amable invitación que me han hecho para compartir con ustedes esta celebración santa.

¿Por qué la dedicación o consagración de una iglesia como esta y de su altar? Porque, según la doctrina y la disciplina de la Iglesia, los lugares sagrados, en los cuales se celebra el culto divino, deben dedicarse y utilizarse exclusivamente para las acciones santas. Además, existen profundas y hermosas razones doctrinales que así lo justifican. Tan solo me limito a mencionar tres:

  1. 1. Por su muerte y resurrección, Cristo se ha convertido en el verdadero, nuevo y perfecto templo de Dios, y ha santificado a su Iglesia que es su templo vivo que actúa en medio del mundo y a través de la historia.
  • 2. La edificación de un templo como este es signo del templo vivo de la comunidad eclesial, conformada por piedras vivas que somos nosotros los bautizados.
  • 3. También, este edificio visible, que ahora vemos y en cual nos congregamos como comunidad, es signo de la Iglesia que peregrina ahora en la tierra y es imagen desde ya de la Iglesia-Jerusalén celestial donde esperamos llegar.

Por tanto, nos queda claro que este lugar es esencialmente sagrado y por ello se dedica y se consagra para alabanza de Dios, a través del culto divino; y se dedica también para santificación de la comunidad eclesial que son ustedes los templos vivos del Señor en esta Parroquia de Pital.

La Palabra de Dios, que se ha proclamado en este sagrado rito, y que ha de resonar siempre en este lugar, nos instruye también sobre el significado y trascendencia de esta celebración.

La primera lectura, del libro de Nehemías, nos cuenta del proceso de restauración del pueblo y del culto en Israel después del exilio en Babilonia. Y se nos relata el hecho particular del hallazgo del Libro de la Ley o Palabra de Dios que se proclamó solemnemente ante el pueblo. Dice el texto que se proclamó durante todo el día; que todos comprendían lo que decía la Palabra; y que la asamblea daba su sí, su amén a lo que Dios les decía y comunicaba. Hermanos, esta es la misma experiencia que hemos de tener en nuestros templos y lugares sagrados. En ellos debe resonar siempre la Palabra de Dios; en ellos hemos de escuchar y recibir lo que el Señor nos dice y nos pide. El templo, como edificio sagrado para el culto, es el lugar de la Palabra por excelencia.

La segunda lectura, de la primera carta de San Pedro, nos reitera que el Señor es la piedra angular y que nosotros, como piedras vivas, entramos a formar parte de la construcción del templo del Espíritu. En efecto, somos el templo espiritual; por ello, somos sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales. Somos nación santa, raza elegida, sacerdocio real, pueblo adquirido por Dios para cantar sus grandezas. En una iglesia como esta, nos reunimos como templo santo y piedras vivas para celebrar y ofrecer un culto agradable a Dios. Por ello, un templo como este, se dedica y se consagra, porque es santo y congrega a la comunidad santa que son ustedes.

Finalmente, el evangelio de San Juan nos narra el encuentro de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Jacob. Como dijimos antes, Jesús es el nuevo templo de Dios en el cual nos encontramos personalmente con Dios; experiencia que hizo la samaritana. Si Él es el nuevo y el templo vivo, a Dios hemos de darle un culto verdadero, no vacío; un culto profundo, no superficial; un culto auténtico, no aparente. Por ello Jesús le dice a la samaritana de adorar a Dios “en espíritu y verdad”, es decir, con profundidad y autenticidad; con el corazón, no solo con los labios. Y a eso, hermanos, venimos a nuestros templos a adorar y alabar a Dios como dice Jesús, “en espíritu y verdad”; a encontrarnos personalmente con Él en un lugar sagrado como este para gloria de Dios y santificación nuestra. Con qué consciencia, profundidad y disposición espiritual hemos de venir a los templos como casas en las que Dios habita.

Hermanos y hermanas, estas verdades tan profundas que hemos mencionado desde la Palabra de Dios y desde la fe de la Iglesia; este solemne rito de dedicación y consagración que haremos enseguida, deben llevarnos a hacernos un par de preguntas: ¿a qué nos llama esta dedicación y consagración? y ¿qué pide a ustedes esta celebración como comunidad parroquial? Este rito solemne, que hoy nos congrega, siento que nos llama especialmente:

  1. 1. A valorar, honrar, respetar y cuidar esta iglesia, este templo como un lugar santo, en el cual se celebran cosas santas y por ello santamente se ha de tratar y conservar.
  • 2. A actuar nosotros, ustedes la comunidad de Pital, como piedras vivas, es decir, como una Iglesia activa, dinámica, animada, alegre, servidora, proyectada, misionera, en salida, como nos pide el Papa Francisco. Una Iglesia y una Parroquia que evangeliza, que asume su compromiso de ser testimonio, luz del mundo y sal de la tierra. Es el reto de una Iglesia viva y activa; no triste, desanimada o estancada. Somos la Iglesia templo vivo del Espíritu.
  • 3. A recordar nuestra vocación común a la santidad. Como Iglesia, somos el templo de Dios, comunidad santa, nación consagrada, sacerdocio real. Por ello, nuestro estilo de vida y testimonio no puede ser otro que la santidad personal y comunitaria.

Como expresión y signo fehaciente de que este lugar es santo y para la santificación de la comunidad, colocaremos una reliquia de la masa corpórea de San Antonio de Padua, presbítero, doctor de la Iglesia y patrono de esta comunidad. Esta reliquia auténtica, que no es tan fácil de obtener, la tenemos gracias al Padre Provincial de la Provincia Franciscana Conventual de Padua, Italia. Que la presencia entre ustedes de esta reliquia de San Antonio, les recuerde que están y estamos llamados a la santidad; y que, al mismo tiempo, suscite entre ustedes una verdadera devoción e imitación de este Santo tan querido en la Iglesia y cuya intercesión es verdaderamente fiel y eficaz ante Dios.

Queridos hermanos y hermanas, de manera especialísima y particular la celebración de la Eucaristía, en este sagrado lugar y sobre este altar que representa a Cristo, pone de manifiesto que el sacramento eucarístico es fuente y cumbre de la vida de la Iglesia. Sacramento que congrega en la unidad y la comunión a ustedes como pueblo santo y alrededor de este altar. La Eucaristía santifica, alimenta y fortalece a la comunidad eclesial en su camino y en el cumplimiento de su misión. Por ello, que la Eucaristía, celebrada siempre en este santo lugar, sea impulso, fuerza y aliento para ustedes como comunidad parroquial, de manera que vivan y actúen como piedras vivas, templos santos, Iglesia evangelizadora y servidora que vive en le fe y en el amor de Dios.

Así sea, amén.