Acoger al peregrino

Cada vez es más preocupante la situación que viven millones de personas en el mundo por tener que dejar sus tierras. Muchos aspiran a una vida mejor y buscan las vías que les permita llegar a completar esta aspiración. También, muchos otros simplemente ya no pueden vivir en sus naciones o deben huir en condiciones apremiantes.

Ningún país debería darle la espalda a esta realidad que nos obliga a todos a luchar por cuidar de nuestros hermanos, por acogerlos cuando realmente lo necesitan. Desde luego, cada nación debe ocuparse en proveer de una mejor calidad de vida a todos quienes habitan en ella.

El drama humanitario de la migración se vuelve asfixiante en ocasiones; lamentablemente, sabemos que muchas personas son despojadas de su dignidad, sufren ultrajes y muchos otros mueren en el tránsito que realizan para cumplir ese sueño que procuraba cambiar la realidad en la que habían nacido o en la que han nacido sus familias.

Especialmente, los países más desarrollados deberían tender la mano para tratar de encontrar verdaderas soluciones a una realidad que golpea a niños y adultos, a hombres y mujeres: a personas provenientes de gran variedad de países.

“Es necesario un esfuerzo conjunto de cada uno de los países y de la comunidad internacional para que se asegure a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra. Se trata de un derecho aún no codificado, pero de fundamental importancia, cuya garantía se comprende como corresponsabilidad de todos los estados respecto a un bien común que va más allá de los límites nacionales”, decía el Papa Francisco, justamente con motivo de la 109 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2023, a celebrarse el próximo 24 de setiembre.

Hemos escuchado a nuestras autoridades clamar por apoyo internacional ante una realidad que se escapa de nuestras manos, apoyo que va más allá de una buena intención. Se necesitan recursos, con el fin de suscitar un trato humanitario a estas personas que están sufriendo; el país no debe actuar indiferentemente. El Papa Francisco también lo señala en su mensaje, al decir que “los recursos mundiales no son ilimitados”. Por eso, se procura y urge solidaridad, humanidad, un tratamiento serio a la problemática y la búsqueda de promover los derechos humanos en su máxima expresión.

Desde la enseñanza bíblica se nos llama a acoger al peregrino (Mateo 25, 35); es una enseñanza de la Iglesia el vivir esta obra de misericordia con auténtico amor cristiano.

Solo poniéndonos en lugar de quienes sufren esta situación de vida que obliga a dejar la Patria, el hogar, podremos entender un poco y respetar la dignidad de tantos que vienen a Costa Rica, muchas veces solo vienen de paso, otros se quedan, porque aquí encuentran el cumplimiento de la meta emprendida cuando huyeron de sus tierras.

Por eso, es tan importante que cuidemos también de nuestra nación, de nuestra democracia, de nuestros valores, para que nuestros habitantes encuentren las mejores condiciones de vida que les permita vivir en paz.

Sepamos compartir y ser parte de la solución que para muchos representa venir a Costa Rica, a instalarse, o de paso, como decíamos. Pidamos a Dios que les permita a estas personas encontrar la tierra que les dé la oportunidad de encontrar bienestar y desarrollo integral de acuerdo a su propia dignidad.

Fermento 286. Martes 19 de setiembre, 2023