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Defender y promover la vida

“Al contemplar la maternidad de María, la Iglesia descubre el sentido de su propia maternidad y el modo con que está llamada a manifestarla. Al mismo tiempo, la experiencia maternal de la Iglesia muestra la perspectiva más profunda para comprender la experiencia de María como modelo incomparable de acogida y cuidado de la vida”.

Estas palabras están contenidas en la Encíclica Evangelium vitae, n. 102, publicada por San Juan Pablo II, el 25 de marzo de 1995, en el marco de la Solemnidad de la Anunciación del Señor.

Esta celebración no puede pasar inadvertida para ningún católico: debe estar en el corazón de la vida del creyente y al mismo tiempo debe ser aliciente para proclamar y defender el don sagrado de la vida como nos exhortaba entonces el Santo Padre.

A casi treinta años de la promulgación de esta Encíclica, recordamos las claras advertencias que entonces hacía San Juan Pablo II sobre las diferentes propuestas contra la vida, y que lamentablemente se han ido propagando y aumentando con el paso de los años.

“Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad: ‘En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo’ (Jn 8, 34)”, decía el Santo Padre en el numeral 20 de la Encíclica.

A ejemplo de María, la Iglesia hoy, y cada uno de sus hijos, debe mantener la lucha en defensa de la vida, desde su concepción hasta su muerte natural. La Iglesia no es una institución que, para prevalecer, deba acomodar el mensaje que le ha sido dado por su fundador, Jesucristo. Apostar por una cultura de la vida en contra de lo que se propaga como cultura de muerte debe ser también un ideal de las personas de buena voluntad que quieren contribuir a una mejor sociedad.

Sabemos que no está de moda ir en contra de aquello que se promociona con fuerza en los medios de comunicación, o que es alentado por fuertes grupos económicos para reducir la natalidad o para generar leyes que permitan el aborto o la eutanasia; sin embargo, nuestro llamado es seguir el Evangelio de la vida que promovía Jesús y que anuncia la Iglesia. Este es, desde luego, un llamado a ir contra corriente.

“En efecto, la hostilidad de las fuerzas del mal es una oposición encubierta que, antes de afectar a los discípulos de Jesús, va contra su Madre. Para salvar la vida del Hijo de cuantos lo temen como una amenaza peligrosa, María debe huir con José y el Niño a Egipto (cf. Mt 2, 13-15). María ayuda así a la Iglesia a tomar conciencia de que la vida está siempre en el centro de una gran lucha entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas”, (Evangelium vitae, n. 104).

Así como lo exponía San Juan Pablo II es una lucha del bien contra el mal, lo fue hace más de dos mil años, lo era hace unas décadas atrás y lo es hoy en día. Elegir el bien, el llamado que nos hace el Señor y dar testimonio de ello, ha de ser nuestro inclaudicable compromiso cristiano.

Pidamos a nuestra Madre, la Virgen María, la fuerza que ella tuvo para que podamos ser verdaderos testigos del Evangelio, para que podamos hacer frente al mal que se nos quiere imponer y ser valientes para promover y defender la vida en todo ámbito en que nos encontremos.

Fermento 260. Martes 21 de marzo, 2023

San José, custodio de la familia

Solemnidad de San José, Esposo de la Santísima Virgen María.

Lunes 20 de marzo de 2023, Fiesta Patronal Parroquia de Aguas Zarcas, 6:00 p.m.

Hace diez años, el día 19 de marzo de 2013, en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco tomaba posesión de su ministerio petrino. En su homilía presentó a San José como el fiel custodio de la Sagrada Familia.

Según el Papa, “José es custodio porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas”.

Hoy, en esta celebración de la fiesta patronal de esta comunidad, reflexionamos sobre la  figura de José de Nazaret, reconociendo su misión y tratando de comprender su significado. En él se cumplen las promesas del Antiguo Testamento: el Mesías nacería de la dinastía y linaje de David (primera lectura de 2 Samuel). José es el hombre fiel, prudente, delicado y caritativo ante el misterio del nacimiento de Jesús; pero, sobre todo, es el hombre dócil y obediente a lo que Dios le pedía e indicaba: hizo lo que le ángel del Señor le mandó, nos decía el evangelio de Mateo.

Por esta manera de ser y de actuar, San José juega un papel muy importante en los relatos evangélicos, en los evangelios de la infancia de Jesús.  Él es el entronque y enlace de Jesús con la historia de su pueblo, con las promesas hechas a David, con la esperanza suscitada por las antiguas profecías.

San José representa además para los cristianos el modelo humano de la paternidad y la providencia de Dios que vela por su Hijo y por todos los que en él se reconocen.

San José es el varón justo, entiéndase hombre de fe, que vive en la voluntad de Dios. Es un nuevo Abraham, pues confió en la palabra que le fue dicha y creyó contra toda esperanza, como decía Pablo en la segunda lectura de Romanos. Vivir en la fe, hacer la voluntad de Dios fue siempre la meta y preocupación de San José; fue su delicia y gozo. Hacer lo que Dios le decía y le pedía es el resumen de toda su vida y misión, sobre todo con relación a Jesús y María en la Sagrada Familia.  

San José es el creyente silencioso que escucha la palabra de Dios, la obedece y hace posible la aparición en el tiempo de aquel que es la Palabra eterna de Dios, Jesús, su hijo adoptivo, el Mesías y Señor.

San José es el hombre que encarna el drama de los migrantes, de los refugiados, de quienes tratan de tutelar y defender la vida de los inocentes no nacidos y de los perseguidos por los tiranos de ayer y de hoy.

San José es el creyente atento a los signos de los tiempos, que hace posible la salvación que Dios ofrece gratuita y misericordiosamente en Jesucristo. San José siempre estuvo mirando y contemplando cómo Dios se manifiesta.

San José es el modelo del creyente que vive junto a Jesús observando su vida, favoreciendo y anticipando la hora de su presencia salvadora en el mundo. Nuestra vocación y misión es vivir siempre junto a Jesús.

¡Tantas virtudes, ejemplos y enseñanzas de San José! A la mayoría de los cristianos nos hace falta una reflexión seria y vital sobre la figura y la obra de San José, el esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Escuchando en silencio la voz de Dios, aquel buen artesano de Nazaret fue el fiel custodio de su santa familia.

Pero también nosotros hemos sido llamados a ser buenos custodios de la vida, de la familia, de nuestra propia dignidad, de este mundo creado que es nuestra casa común, de la gran familia humana y también custodios del honor del mismo Dios, muchas veces tan desconocido y profanado. Una hermosa y exigente responsabilidad. Hermanos, pidamos la fuerza que necesitamos para ello en esta Eucaristía, y que nos inspire siempre el testimonio y la intercesión de San José a quien seguramente nos confiamos. Amén.

¿Adormecidos ante la “nueva normalidad”?

Lo que en algún momento era verdad en nuestra sociedad o cultura, ha ido desplazándose a una era en la cual todo es relativo y se asumen “nuevas verdades” que desvirtúan incluso derechos fundamentales de la persona humana.

A pesar del progreso que en otro tiempo se alcanzaba para defender el valor de la vida, la sociedad hoy quiere imponer una “nueva normalidad”, nos quieren decir que la vida dentro de un vientre materno no es una persona, nos quieren imponer que un no nacido no goza de derechos y también nos quieren señalar la ruta para que personas de avanzada edad puedan terminar con sus vidas si así lo desean. Aborto y eutanasia, esos son los nombres correctos a hechos e ideologías que quieren disfrazar de libertades.

El Papa Francisco ha llamado todo esto colonizaciones ideológicas, de las cuales ha hablado mucho desde el inicio de su pontificado. Ante ello, exalta el Santo Padre que el cristiano debe dar su testimonio frente a las “colonizaciones ideológicas y culturales” que suenan como verdaderas y propias “blasfemias” y suscitan “persecuciones” furiosas. Afirma que pretenden introducir “novedades” malas, hasta llegar a considerar normal “matar a niños” o perpetrar “genocidios” para “anular las diferencias”, tratando de hacer “limpieza” de Dios con la idea de ser “modernos” y de acuerdo con los tiempos que vivimos (Cfr. Homilía, 21 de noviembre de 2017).

No podemos acostumbrarnos al mal, ni podemos quedarnos callados ante leyes que se proponen para desfigurar la composición de la sociedad. En algunas naciones a esto le llaman un nuevo proceso de “ingeniería social”.

Lo peor es que algunos quieren utilizar la religión o la Sagrada Escritura para justificar nuevas leyes o, si la religión no conviene, la quieren sacar del camino, como lo decía el Papa en esa misma homilía. “Viene una nueva cultura que quiere hacer todo nuevo y hace limpieza de las tradiciones, de la historia, también de la religión de un pueblo”, destacaba.

Conforme van ganando terreno estas posiciones en la sociedad, al mismo tiempo se va minando su futuro: se opta por espaciar nacimientos o por evitarlos y, como hemos dicho en repetidas ocasiones, sin niños no tendremos futuro.

En medio de estos signos de los tiempos se nos llama a seguir proponiendo el Evangelio. Todos los creyentes, todos los católicos, debemos ser testigos de lo que Jesucristo nos proclama. No es tarea de unos cuantos. Ni es algo para vivir solo en lo privado.

Los católicos que están presentes en la vida social y tienen distintas responsabilidades, también en la función pública, deben actuar con firmeza y con coherencia para defender, entre otros derechos, el primero y más sagrado de todos: la vida.

Hago eco de las palabras del Papa Francisco de ese 21 de noviembre: “Es necesario discernir las novedades: ¿esta novedad es del Señor, viene del Espíritu Santo, viene de la raíz de Dios o esta novedad viene de una raíz perversa? (…) Antes, sí, era pecado, no se podía matar a los niños, pero hoy se puede, no hay mucho problema, es una novedad perversa”.

Que el Señor nos ilumine y nos dé la valentía para no quedarnos adormecidos ante estas colonizaciones ideológicas o esta “nueva normalidad”, para poner en el centro la corona de su creación: el ser humano.

Fermento 259. Martes 14 de marzo, 2023

No a la desesperanza

Hemos celebrado, en los primeros días de marzo, uno de los acontecimientos más sobresalientes en la vida de fe de Costa Rica: el 40 aniversario de la visita de San Juan Pablo II.

Muchos son los frutos que dejó esta visita, así como lo son los frutos de una cercanía y cariño especial que el Santo Padre manifestó para nuestra nación. Muchas son las enseñanzas, como lo es la defensa de la vida, la promoción que hizo de la familia, los valores que proclamó en bien de la persona humana.

El anuncio del Evangelio que por medio de su testimonio realizó San Juan Pablo II debe ayudarnos a tener esperanza y a guiarnos para no tener miedo de proclamar nuestra fe y buscar la construcción de una sociedad mejor.

El 3 de marzo de 1983, en su discurso a los jóvenes en el Estadio Nacional, el Papa resumía en un sencillo “programa” que se encierra en un ‘No’ y en un ‘Sí’, algunas luces para vivir entonces, pero que son muy actuales cuatro décadas después.

“No a la desesperanza”, decía el Santo Padre, en medio de una época entonces marcada por la guerra en la región, al tiempo que animaba a vivir con ideales positivos a la juventud.

“Sé que con frecuencia os preguntáis acerca de cómo vivir vuestra vida de manera que valga la pena; cómo comportaros de modo que vuestra existencia esté llena y no caiga en un vacío; cómo hacer algo para mejorar la sociedad en la que vivís, saliendo al paso de los graves males que sufre y que repugnan a vuestra sed de sinceridad, de fraternidad, de justicia, de paz, de solidaridad. Sé que deseáis ideales nobles, aunque cuesten, y no queréis vivir una vida gris, hecha de pequeñas o grandes traiciones a vuestra conciencia de jóvenes y de cristianos”, decía San Juan Pablo II.

Hoy, esos ideales son tan válidos como entonces. Hoy, alcanzar la fraternidad, la justicia, la paz y la solidaridad se vuelve todavía más urgente. La juventud y toda la población deben unirse entorno a estos valores si queremos que Costa Rica pueda salir adelante con un verdadero desarrollo integral, con mejores condiciones de vida para todos.

Nuestro compromiso con Cristo es hacer el bien, nos recordaba el Santo Padre. Hoy, el pueblo católico sigue estando llamado a hacer el bien, a comprometerse con Cristo, a no ser presa del desánimo y a buscar con ilusión un camino mejor.

En medio de tantas dificultades que enfrenta el país y los jóvenes, en particular, cabe decir “Sí a la esperanza” y “Sí a vuestro deber de construir una sociedad mejor”, como lo propuso el pontífice.

Que al recordar este 40 aniversario podamos animarnos en el Señor y encontrar motivos que nos impulsen a marcar la diferencia en la sociedad.

Ahora que estamos en el Tiempo de Cuaresma, que el espíritu de conversión al que estamos llamados, nos permita también impregnar ese mismo espíritu de conversión en Costa Rica para tener una patria mejor.

Fermento 258. Martes 7 de marzo, 2023

“Vale la pena esforzarse por ser mejor”

Mensaje de Apertura del “Cielo Abierto”

Con motivo del XL aniversario de la Visita de San Juan Pablo II a Costa Rica, en el contexto de la Gran Misión Nacional

Señor Nuncio Apostólico, hermanos obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, hermanos todos, especialmente queridos jóvenes.

Con el doblar de las campanas de los templos de nuestro país y bajo los tonos del canto “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia”, se anunció, hace 40 años, el arribo a nuestro país del “Obispo vestido de blanco”, Su Santidad San Juan Pablo II. 

Con un beso a nuestro suelo dio inicio a su visita a los países de la región centroamericana, presentándose ante nosotros como mensajero de paz y esperanza.  En medio de una región convulsa, su corazón venía dirigido al clamor dolorido de “las lágrimas de un niño, del desconsuelo del anciano, de la madre que pierde a sus hijos, de la larga fila de huérfanos, de los tantos millares de prófugos, exiliados o desplazados en busca de hogar, del pobre sin esperanza ni trabajo.” (Discurso en el Aeropuerto Juan Santamaría).  Sin duda este clamor sigue vigente.

La propuesta de San Juan Pablo II era clara, y así nos los dijo: “pensando en todos he emprendido este viaje, movido por el deber que siento de avivar la luz de la fe en pueblos que ya creen en Jesucristo; para que esa fe ilumine e inspire cada vez más eficazmente su vida individual y comunitaria”. (ibidem).

Por eso, nos invitó a poner nuevamente nuestros oídos en atención a la voz de Cristo y “mirarlo a Él”, y a reanimarnos con las mismas palabras con que inició su pontificado: “¡No tenga miedo!, ¡Abran, es más, abran de par en par las puertas a Cristo!”

Su viaje a nuestras tierras puso en marcha su gran proyecto, la Nueva Evangelización, “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”, de la cual nacen proyectos tales como la misión Cielo Abierto, que hoy nos animará este hermoso momento de adoración eucarística, y a quienes agradezco de corazón su presencia y servicio para el impulso de la Gran Misión Nacional.

No podemos olvidar el carisma del Papa polaco con los jóvenes. Sus palabras y gestos motivaron a muchos a seguir a Cristo y a entregar su vida al servicio de la Iglesia, con un despertar vocacional del que hoy muchos somos su fruto.  Imploramos a San Juan Pablo II que reanime este despertar nuevamente en muchos jóvenes, sobre todo en este momento en que requerimos santas vocaciones sacerdotales y a la vida consagrada, así como también santas familias cristianas y misioneras.

Termino citando sus palabras a los jóvenes, hace 40 años, aquí mismo, en este lugar: “Para Ustedes, jóvenes cristianos, la motivación de fondo, capaz de transformar sus acciones, es su fe en Cristo. Ella les enseña que vale la pena esforzarse por ser mejor; que vale la pena trabajar por una sociedad más justa; que vale la pena defender al inocente, al oprimido, al pobre; que vale la pena sufrir para atenuar el sufrimiento de los demás; que vale la pena dignificar cada vez más al hombre hermano.” (Discurso a los jóvenes, Estadio Nacional).

Buenas noches, muchas gracias y que Dios nos bendiga a todos.

Mons. José Manuel Garita Herrera.

Obispo de Ciudad Quesada / Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

Emergencia en Crucitas

A lo largo de casi nueve años de episcopado, en varias ocasiones he levantado la voz por la situación tan dura que viven los pobladores de Crucitas. Lamentablemente, cada vez la emergencia es mayor ante el daño ambiental que se ha perpetrado en ese sector.

Como se ha revelado en los últimos días, la contaminación del agua por mercurio, y peor aún, la presencia de mercurio en la sangre de los pobladores, lleva esta emergencia a un nivel que sabíamos podía darse si no se tomaban las previsiones o acciones que esta problemática ameritaba y aún amerita.

El Concejo Municipal de San Carlos abogó, la semana anterior, por una declaratoria de emergencia; declaratoria así apoyada por autoridades municipales, y autoridades locales de Salud y de Acueductos y Alcantarillados, y que por supuesto respaldamos.

Solo con una intervención directa, clara y decidida, con recursos, pero sobre todo con voluntad política se podrá llegar a soluciones definitivas para estos hermanos nuestros que han sufrido el mal acaecido en la zona.

Esto que ha ocurrido en Crucitas es muestra de cómo intereses políticos y politiqueros han estado por encima del bien de la población. Mucho se ha dicho, mucho se ha hablado, mucho se ha propuesto, pero de actuaciones en favor de los pobladores de esta región poco se ha visto.

Lamentablemente, también está la acción de muchas personas que envueltas por la “fiebre del oro” se han puesto y han puesto en riesgo a la comunidad para extraer este metal de manera ilegal. Ante esto, a pesar de algunas acciones policiales, muchos insisten en seguirse exponiendo e incluso en exponer a los demás y  seguir dañando el ambiente.

En esto, definitivamente se requiere la unión de todos: pobladores, autoridades locales y nacionales, empresas públicas y privadas, si se desea de verdad acabar con esta problemática que sigue deteriorando el ambiente, que pone en riesgo la vida de las personas y que causa alrededor otra serie de consecuencias sociales.

¡Crucitas no aguanta más! Urgen decisiones que generen resultados concretos para tomar el control de la zona, para favorecer a las personas necesitadas y, en este caso, para responder y atender a las personas afectadas en su salud, y a las comunidades que requieren agua potable como recurso que es imprescindible.

Quiero destacar la labor de muchos líderes comunales que han denunciado con valentía los graves hechos que les afectan. Solo con esa conciencia clara de que se puede servir al bien común levantando la voz para denunciar lo que está mal, podremos entonces empezar a caminar para salir adelante entre todos.

Solo teniendo esa mentalidad solidaria, de que lo que le afecta a mi hermano es también mi problema, podremos tener esperanza.

Pidamos a Dios que nos ayude efectivamente para que como país podamos resolver esta dramática situación, y muchas otras que afectan a nuestra sociedad; y que lo hagamos con los valores fundantes de nuestra patria: en democracia, en paz, en diálogo, en busca de justicia y en función del bien común.

Fermento 257. Martes 28 de febrero, 2023

La conversión y la reconciliación deben producir en nosotros un cambio interior

Miércoles de Ceniza. Miércoles 22 de febrero de 2023.

Catedral de Ciudad Quesada, 10:00 a.m.

En comunión con toda la Iglesia, iniciamos hoy este tiempo de la Cuaresma como tiempo de gracia y salvación. Cuaresma es camino, itinerario y peregrinación espiritual hacia la Pascua que es la meta de este ejercicio litúrgico, pedagógico y espiritual de cuarenta días que nos recuerda el camino de Israel por el desierto hacia la tierra prometida durante 40 años y la experiencia de Jesús 40 días también en el desierto preparándose para el anuncio del Reino de los cielos. Cuaresma es tiempo de penitencia y conversión, de renovación y perdón. Es un ponernos delante de Dios para revisar y renovar nuestra historia personal, comunitaria, eclesial y social. Desde esta perspectiva, Cuaresma no es un tiempo oscuro ni mucho menos triste; por el contrario, se trata de un tiempo de esperanza y confianza de vernos renovados por el misterio pascual como centro de nuestra fe. El misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo nos invita a renovar nuestra condición de bautizados, hijos de Dios y discípulos de Cristo.

Pedagógicamente, iniciamos la Cuaresma con la ceniza que es signo de nuestra pequeñez, limitación y pobreza; ceniza es signo de penitencia, arrepentimiento y firme resolución de convertirnos. Comenzamos la Cuaresma con ceniza y terminaremos en la Pascua con agua y con luz. Esta pedagogía litúrgica y espiritual nos hace ver que, a través de la cruz y de la muerte, llegamos a la vida, a una nueva condición. Pasamos del hombre viejo al hombre nuevo redimido y resucitado en Cristo; lavado, purificado e iluminado por la gracia de Aquel que asumió la pasión y la muerte para hacernos entrar en la resurrección. El camino de la Cuaresma nos traza como meta y punto de llegada la Pascua. La conversión y la penitencia son camino para llegar al ideal de novedad pascual.

Junto con la ceniza, la Palabra de Dios es el otro elemento que nos introduce y acompaña en el itinerario cuaresmal. Los acentos de esta Palabra son claros: llamada a la conversión, anuncio de la misericordia y del perdón infinitos de Dios, urgencia de asumir actitudes de caridad, bien y solidaridad como expresión y prueba de una conversión sincera y de un efectivo cambio de vida.

El profeta Joel, en la primera lectura, cuatro siglos antes de Cristo, en una época convulsa y decadente, llama a Israel a la penitencia, a la conversión y al cambio: “vuélvanse a mí de todo corazón”. La llamada es ir al fondo, a lo profundo, a lo más íntimo e interno de la persona. Tan es así que nos dice: “enluten sus corazones, no sus vestidos”. Notemos que la conversión no es algo externo o aparente; es algo serio y que va a lo más hondo del ser como lo es el corazón ¿Cuál es la motivación del profeta para llamar a la conversión? No sólo la mala vida de Israel, su infidelidad e inconstancia, sino, sobre todo, la bondad infinita de Dios. Hay que convertirse porque “el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en clemencia”. Su inmensa paciencia y compasión es lo que nos motiva a convertirnos, es decir, a volver nuestra vida a Él, a retornar a la senda que nos lleva a hacer lo que Él quiere. Esa renovación y restauración es lo que pedíamos en el salmo 50: “por tu inmensa compasión y misericordia lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados… crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”.

La segunda lectura de 2 Corintios es una llamada apremiante del apóstol Pablo a que nos dejemos reconciliar; a reconciliarnos con Dios. Este es el gran objetivo de la Cuaresma, esta es la gracia que nos ofrece este tiempo favorable, este día de la salvación. Aprovechemos, vivamos intensamente este tiempo especial y extraordinario, no echemos en saco roto la gracia de Dios, como nos recuerda el mismo apóstol. Reconciliar es sinónimo de volver a la conciliación, a  la  armonía,  al  orden,  al equilibrio interno. Si somos francos, humildes y sensatos, tenemos mucho que reconciliar, arreglar y ordenar con Dios, con los demás y con nosotros mismos; para ello se nos da de manera especial la Cuaresma.

La enseñanza de Jesús, en el evangelio de San Mateo, nos hace ver que la conversión y la reconciliación deben producir en nosotros un cambio interior y efectivo. Se trata de un cambio de mentalidad para cambiar de vida y de conducta, y ese cambio debe ser profundo, interior, de raíz. Esto es lo que plantea Jesús en el evangelio: no es apariencia, no es superficialidad, no es exhibirse, no es buscar alabanza o aprobación de los demás. El texto del evangelio alude a tres prácticas fundamentales de la fe judía: limosna, oración y ayuno. El cambio y la renovación interior que se nos pide va en tres direcciones: cambiar con el prójimo y hacer el bien al hermano (limosna), cambiar con Dios y direccionar toda nuestra vida a Él (oración), cambiar con nosotros mismos, dominando nuestro egoísmo y autosuficiencia (ayuno). Notemos que se trata de una renovación de toda la persona: interna y externa, de mente y corazón, de actitudes y conducta. Cambiemos con el hermano, siendo más solidarios y caritativos. Cambiemos con Dios, haciendo de Él nuestro tesoro y riqueza. Cambiemos con nosotros mismos, creciendo en capacidad de renuncia que refrene nuestro egoísmo y autosuficiencia. Este cambio es también sinónimo de abrirnos al hermano en la caridad, abrirnos a Dios en la oración y en la escucha de su Palabra, y no cerrarnos dentro de nosotros mismos. El pecado y el egoísmo nos cierran y repliegan; el amor renovado y convertido nos abre a Dios y a los demás. Este es el camino que se nos traza hacia la Pascua, camino que supone renuncia, cruz, mirarse a sí mismo con sinceridad, aceptar que necesitamos cambiar, rectificar y pedir perdón. El cambio y la renovación de nuestro mundo, de nuestra Iglesia y de nuestra comunidad, empiezan por el cambio de nuestros corazones y no al revés.

Pidamos en esta Eucaristía la gracia de la conversión, la humildad de corazón que necesitamos para abrirnos a Dios, al hermano y a una vida nueva. Que en tanto y en cuanto experimentamos la fuerza renovadora y curativa del perdón y la misericordia de Dios, sintamos el impulso de convertirnos y renovarnos, a imagen de Cristo, el hombre nuevo. La ceniza que vamos a recibir sobre nuestras cabezas, nos recuerde el compromiso de conversión, penitencia, cambio y renovación que hoy asumimos, de manera especial, delante de Dios, de la Iglesia y del mundo.

Arrepentimiento y conversión

“Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” (Lucas 15, 7).

El llamado que nos hace Jesús es muy claro y no permite falsas interpretaciones. Él ha venido para salvarnos. Eso es lo que celebramos los cristianos: la presencia del Dios de la vida, misericordioso, que se ha acercado a nosotros, para alejarnos del mal, para librarnos del pecado.

A las puertas del Tiempo de la Cuaresma, pongamos nuestra mirada en la conversión para recorrer, durante 40 días, un camino espiritual que nos prepara para celebrar los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo; misterios centrales de nuestra fe.

La Iglesia nos propone algunos signos para que podamos vivir este tiempo litúrgico como el ayuno o la oración. Desapegarnos o renunciar a aquello que más nos cuesta nos pone de frente a Dios, a sabiendas que fuimos creados para la eternidad. Mostrar ese gozo de que nos preparamos para la vida eterna, es parte de nuestro compromiso para dar verdadero testimonio y ser obedientes al llamado que nos hace el Señor de anunciar su Reino.

Cuaresma es un tiempo que nos debe permitir reflejar en la sociedad la presencia de Dios en nuestras vidas. Nuestra fe es para manifestarla de manera viva, alegre y coherente.

Pidamos al Señor que nos dé la fuerza para orar y escuchar su palabra, que nos permita sacar dentro de nuestras tareas cotidianas el tiempo suficiente y necesario para conversar con él. No seamos presa del trajín diario ni de las corrientes que desean que ocultemos o que no vivamos visiblemente nuestra fe.

Cuaresma es también tiempo para ser solidarios, para mostrar de manera concreta esa conversión que nos permite tender la mano al prójimo. Tenemos la práctica de la limosna; en la Iglesia costarricense el Miércoles de Ceniza lo dedicamos a la gran colecta de la Solidaridad para atender tantas necesidades que desde la Pastoral Social buscamos solventar.

Reitero, hermanos, conversión es el gran llamado para este tiempo de preparación a la Pascua… se trata de convertirnos a Dios. El sentido del verbo convertir o convertirse es volver o retornar a Dios; regresar al punto de partida para recomenzar. Es volverse o ponerse de cara a Dios desde nuestra realidad precaria de pecadores.

Pongámonos en camino hacia Dios. Acerquémonos al sacramento de la reconciliación, empecemos el Tiempo de la Cuaresma con un corazón renovado; vivamos este tiempo de gracia en paz con Dios y con los hermanos.

Se trata de abrirnos humildemente a la acción de la gracia, al perdón y a la misericordia de Dios. Reconciliarnos para que el Señor reconstruya, él, no nosotros, la armonía y el equilibrio que el pecado trastornó con la ruptura y el alejamiento de Dios que tiene como consecuencia el mal en nosotros.

Que esta Cuaresma nos permita ser testigos del amor de Dios para compartirlo con los demás.

Fermento 256. Martes 21 de febrero, 2023

“¡Levantémonos para servir!”

Mensaje para el Tiempo de Cuaresma de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

«Jesús se acercó a ellos, y tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”»
Mt. 17, 7

Una vez más el Señor Jesús se acerca para mostrarnos el rostro misericordioso del Padre; se acerca para hacerse uno con nosotros y enseñarnos el camino que nos conduce a la salvación.

Al comenzar el Tiempo de la Cuaresma, es necesaria la reflexión personal y comunitaria para saber cómo es nuestra respuesta al Señor que nos dice «Levántense, no tengan miedo» (Mt. 17, 7b).

Precisamente, en su mensaje cuaresmal de este año, el Papa Francisco nos hace esta invitación:  «Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña».

El camino cuaresmal propone un profundo encuentro con Dios y exige de nosotros una respuesta que se refleje en el servicio y cuidado al hermano, en la práctica de las obras de misericordia que nos conviertan a cada uno en otro Cristo.

Ante el dolor humano que se vive en la enfermedad o la pobreza, o que se refleja al ver las consecuencias generadas por una larga pandemia provocada por el COVID-19 o por las guerras y desigualdades, los cristianos estamos llamados a marcar la diferencia en la sociedad.  Nos dice Proverbios 10, 12:  «El odio provoca altercados, pero el amor cubre todas las faltas».  Esa es la llamada en Cuaresma, mostrar el amor de Dios, combatir el mal con el bien (Cfr. Rom. 12, 21).

«La Cuaresma está orientada a la Pascua […] nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección», señala el Santo Padre en su mensaje para vivir este tiempo de gracia.

Con esa clara mirada en la vida eterna que nos ofrece el Señor, no dejemos de lado la práctica de la oración, el ayuno y la solidaridad, como grandes pilares que nos propone la Cuaresma.

Como nos enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2740):  «La oración de Jesús hace de la oración cristiana una petición eficaz. Él es su modelo. Él ora en nosotros y con nosotros».  Oremos sin cesar para que Dios transforme nuestro corazón.

Al practicar el ayuno, seguimos el modelo de Jesucristo (Cfr. Mt. 4, 1-4), quien nos enseña que no solo de «pan vive el hombre» y que debemos alimentarnos constantemente de la Palabra de Dios.

Que esta Cuaresma nos ayude a ser solidarios y que lo hagamos en el silencio (Cfr. Mt. 6, 2-3), como nos lo pide el Señor.  Tengamos muy presente con nuestros pensamientos, sentimientos y acciones el mandamiento del amor que Jesús nos enseñó:  «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.  Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero:  Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt. 22, 37-39).

Que la escalada cuaresmal nos permita oír la voz de Dios y levantarnos para servir a los demás.  Servir es amar, y amar es sinónimo de ser otro Cristo en cuanto discípulos suyos.

Sigamos en comunión con el Papa Francisco en el camino sinodal que vive la Iglesia, el cual es guiado por el Espíritu Santo, para mantenernos unidos al cuerpo de Cristo que es su Iglesia.

«El proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar.  Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino», dice el Santo Padre en el mismo mensaje cuaresmal.

Unidos a Cristo en su oración al Padre en el Huerto, oremos también por la Iglesia de Nicaragua, en su caminar de cruz. Animados por una nueva oportunidad, levantémonos para servir y llevar el Evangelio a los demás, imploramos la intercesión de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de los Ángeles e impartimos la bendición a todo el Pueblo Santo de Dios.

En la sede de la Conferencia Episcopal, San José, a los 21 días del mes de febrero del año del Señor 2023.

Mons. José Manuel Garita Herrera / Obispo de Ciudad Quesada

Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez / Obispo Auxiliar de San José

Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica

Miércoles de Ceniza: Horario de Misas

Con el Miércoles de Ceniza empieza el Tiempo de la Cuaresma, uno de los que son llamados tiempos fuertes en la Iglesia Católica.

Con el Miércoles de Ceniza inician estos 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.

“La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado”, decía el Papa Francisco el año anterior.

En la Diócesis de Ciudad Quesada las diferentes parroquias se están preparando para la celebración de este tiempo. Por eso, acá compartimos el horario especial de Eucaristías que se tendrán el miércoles 22 de febrero, cuando empieza la Cuaresma.

Igualmente, en algunas comunidades lejanas, de algunas parroquias, con el fin de celebrar el inicio de la Cuaresma, se llevan a cabo algunas liturgias.

Los horarios incluyen centros parroquiales y filiales.

Nuestra Señora de Lourdes, Boca de Arenal

9:00 a.m. Boca de Arenal

11:00 a.m. Colegio

4:00 p.m. Bella Vista

5.30 p.m. Boca de Arenal

7:00 p.m. Boca de Arenal

El Buen Pastor, Río Frío

10:00 a.m. Centro Parroquial

10:00 a.m. La Rambla

4:00 p.m. Finca 2

4:00 p.m. Huetares

5:30 p.m. Finca 10

5:30 p.m. Horquetas

7:00 p.m. La Victoria

7:00 p.m. Centro Parroquial

Santa Rosa de Lima, Pocosol

10:00 a.m. Centro Parroquial

4:00 p.m. Coopevega

4:00 p.m. Buenos Aires

6:00 p.m. San Joaquín

7:00 p.m. Centro Parroquial

San Carlos Borromeo, Catedral

6:30 a.m., 8:00 a.m., 10:00 a.m., 12:00 m.d., 4:00 p.m., 6:00 p.m., 8:00 p.m. Catedral

5:00 p.m. Buena Vista

San Isidro Labrador, Peñas Blancas

9:00 a.m. Centro Parroquial.

5:00 p.m. Chachagua.

7:00 p.m. Centro Parroquial.

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, Florencia

8:00 a.m. Centro Parroquial

4:00 p.m. San Juan

4:00 p.m. La Vega

6:00 p.m. Santa Clara

6:00 p.m. Platanar

7:30 p.m. Centro Parroquial

San Antonio de Padua, Pital

7:00 a.m. Centro Parroquial

4:30 p.m. Veracruz

6:00 p.m. Centro Parroquial

6:00 p.m. Los Ángeles

8:00 p.m. Puerto Escondido

8:30 p.m. Centro Parroquial

San Juan Bosco, La Fortuna

10:00 a.m. La Fortuna

3:30 p.m. Tres Esquinas

4:30 p.m. San Josecito

4:30 p.m. Sonafluca

5:00 p.m. El Tanque

6:00 p.m. La Perla

6:00 p.m. Los Ángeles

7:00 p.m. La Fortuna

San José, Aguas Zarcas

8:00 a.m. Aguas Zarcas

9:30 a.m. La Palmera

9:30 a.m. Los Chiles

9:30 a.m. Cerro Cortés

5:30 p.m. Santa Rosa

5:30 p.m. Esquipulas

5:30 p.m. Santa Fe

7:00 p.m. San Francisco

7:00 p.m. Las Delicias

7:00 p.m. Aguas Zarcas

Nuestra Señora del Carmen, La Tigra

10:00 a.m. La Tigra

4:00 p.m. Valle Azul

6:00 p.m. La Tigra

San Martín de Porres, Ciudad Quesada

8:00 a.m. San Martín

6:00 p.m. San Martín

San Roque, Ciudad Quesada

6:00 a.m. Centro Parroquial

8:00 a.m. Centro Parroquial

10:00 a.m. Centro Parroquial

10:00 a.m. El Carmen

10:00 a.m. Hospital

4:00 p.m. Centro Parroquial

4:00 p.m. Dulce Nombre

5:30 p.m. Linda Vista

5:30 p.m. Cedral

6:00 p.m. Centro Parroquial

7:00 p.m. Los Ángeles

8:00 p.m. Centro Parroquial

San Rafael Arcángel, Guatuso

10:00 a.m. San Rafael

10:00 a.m. Hogar de Ancianos, Julia Bolaños

3:00 p.m. Cabanga

3:00 p.m. Colonia Naranjeña

5:00 p.m. El Valle

5:00 p.m. Los Ángeles

7:00 p.m. Katira

7:00 p.m. San Rafael

Santo Domingo de Guzmán, Monterrey

8:30 a.m. El Alto

10:00 a.m. Monterrey

3:00 p.m. La Orquídea

5:00 p.m. Jicarito

7:00 p.m. Monterrey

San Agustín, Puerto Viejo

9:00 a.m. Puerto Viejo

9:00 a.m. La Guaria

9:00 a.m. La Virgen

11:00 a.m. Los Lirios

11:00 a.m. La Colonia

11.00 a.m. San Ramón

2:00 p.m. Las Marías

3:00 p.m. Zapote

3:00 p.m. Llano Grande

3:00 p.m. Las Palmitas

3:00 p.m. Pueblo Nuevo

3:00 p.m. Arbolitos

3:00 p.m. La Gata

4:00 p.m. Río Magdalena

4:00 p.m. La Chiripa

4:00 p.m. La Aldea

4:00 p.m. La Delia

5:00 p.m. Rancho Chilamate

5:00 p.m. San Julián

5:00 p.m. El Roble

5:00 p.m. San Isidro

5:00 p.m. Paraíso

5:00 p.m. California Tico

5:00 p.m. Flaminia

5:30 p.m. Caño San José

6:00 pm. Chilamate

6:00 p.m. Naranjal

6:00 p.m. Comando

6:30 p.m. Malinche

7:00 p.m. El Amigo

7:00 p.m. La Chilera

7:00 p.m. Puerto Viejo

7:00 p.m. La Virgen

San Francisco de Asís, Los Chiles

5:00 a.m. Los Chiles

9:00 a.m. Buenos Aires

10:00 a.m. Los Chiles

11:00 a.m. Caño Negro

3:00 p.m. Los Chiles

4:00 p.m. El Parque

6:00 p.m. Los Chiles

8:00 p.m. Los Chiles

Nuestra Señora de la Candelaria, Venecia

7:15 a.m. Venecia Centro

10:00 a.m. Venecia Centro

10:00 Marsella

5:00 p.m. Pueblo Viejo

5:00 p.m. Los Alpes

5:00 p.m. San Cayetano

5:00 p.m. Las Huacas

5:00 p.m. Buenos Aires

5:00 p.m. Río Cuarto

5:00 p.m. Colonia Carvajal

5:00 p.m. Barrio San Martín

6:00 p.m. La Unión

6:00 p.m. Colonia Toro Amarillo

7:00 p.m. Venecia Centro

7:00 p.m. San Miguel

7:00 p.m. Ujarrás

San Rafael Arcángel, El Pavón

9:00 a.m. Sede Parroquial

9:00 a.m. Núcleo Inmaculada

10:00 a.m. Núcleo Cristo Rey

11:00 a.m. Núcleo Corazón de María

12:00 m.d. Núcleo El Carmen

1:00 p.m. Núcleo San José

3:00 p.m. Núcleo San Antonio

6:00 p.m. Sede Parroquial

Santa Rita de Casa, Río Cuarto

6:00 a.m. Santa Rita

9:00 a.m. La Victoria

4:00 p.m. Santa Isabel

6:00 p.m. Santa Rita

La Iglesia Católica también invita a los fieles a acercarse al sacramento de la reconciliación para iniciar este Tiempo de Cuaresma.

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