
Los registros de la Policía de Tránsito y del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) nos reportan cifras lamentables tras haber concluido el primer mes de este año y repasar las muertes que se dan producto de los accidentes de tránsito en las carreteras de nuestro país.
Incluso, las autoridades de tránsito ya nos habían alertado que si no se daba un cambio de actitud tendríamos el desastre que se está dando en las calles. La advertencia, lamentablemente no sirvió, pues, efectivamente, enero cerró con 56 decesos en carreteras. Hay, hermanos, más de un muerto por día en nuestras carreteras y esto debe invitarnos a una profunda reflexión y a un verdadero cambio de actitud.
Nuestras familias están sufriendo y gran parte de la responsabilidad recae en todos nosotros: necesitamos una cultura que nos haga cambiar nuestra manera de conducir; que cambien nuestras actitudes en la calle cuando vemos también violencia reflejada en gritos o pleitos en medio de la carretera. Es tarea de todos: peatones, ciclistas… todos podemos cambiar el panorama que nos ha dejado el mes de enero.
Durante la pandemia, muchas veces se nos advirtió que la restricción vehicular pretendía traer un efecto de disminuir también los accidentes de tránsito; pues, ante el aumento de la atención en emergencias y en las unidades de cuidados intensivos, producto del COVID-19, se debía mitigar otro tipo de emergencias que llevara pacientes a estos sitios, emergencias generadas en accidentes de tránsito.
Cuando las restricciones se han suavizado, hemos visto que todo se convierte en una mal llamada normalidad de violencia en las calles.
Esta cifra de 56 muertes en un mes no se dada desde octubre de 2016. Recordemos, además, que este dato es de personas en el sitio. No podemos perder de vista que, tras estos accidentes, muchas personas que son trasladadas a nuestros hospitales, tampoco sobreviven.
Tenemos que ser corresponsables con la vida del hermano; si vamos en carretera conduciendo de forma irresponsable no solamente ponemos en riesgo la propia vida, sino también la vida de otros conductores, de peatones, de acompañantes que van con nosotros en el vehículo o de acompañantes de otros conductores.
Los datos nos dicen que, de las 56 muertes, 8 eran conductores, 11 eran acompañantes, 11 peatones y hubo la muerte de 3 ciclistas. La cifra mayor de muerte la componen motociclistas o sus acompañantes: 23.
Los datos, además, no podían ser menos alentadores, en diciembre hubo 50 muertes en carreteras y, precisamente, desde el año 2001, es decir, hace más de 20 años, que dos meses de manera consecutiva nos dieran la trágica cifra de 50 o más muertes.
Repensemos, hermanos, cómo son nuestras actitudes en las calles; preocupémonos por nuestra vida; valoremos la vida de los demás. Reflexionemos también sobre la condición en que tenemos nuestros vehículos, preocupémonos por revisarlos de una manera adecuada para no poner en riesgo nuestra vida ni la de los otros.
Pongamos en manos de Dios nuestro accionar en carretera, pidámosle que nos ilumine y que nos ayude a ser responsables con la vida, con la nuestra y con la vida de los demás.
Fermento 204. Martes 22 de febrero, 2022