Cuaresma: renovemos la fe, la esperanza y la caridad

Una vez más emprendemos con fe viva y esperanza renovada el tiempo santo de la Cuaresma. Con el Miércoles de Ceniza, este 17 de febrero, iniciamos un periodo de profunda reflexión y con una meta muy clara: la celebración pascual, fuente, centro y culmen de lo que creemos y vivimos los católicos.

El Papa Francisco nos llama para que “en este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el ‘agua viva’ de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo”.

Todas nuestras acciones, como creyentes, deben hacerse vida en nuestras actitudes, en nuestras formas de relacionarnos con los demás, como dice la cita del Evangelio (Mateo 5, 13-16) “ser sal de la tierra y luz del mundo”, es decir, debe notarse en la sociedad que seguimos a Cristo y que buscamos imitar sus sentimientos (cfr. Filipenses 2, 5).

En medio de este último año y de las graves consecuencias que hemos sufrido por la pandemia provocada por el COVID-19, este es un tiempo propicio para acercarnos aún más a Cristo, para depositar nuestra confianza en él, que nos muestra el camino de la cruz para alcanzar la Resurrección. No hay resurrección sin cruz, y no llegaremos a la Pascua sin peregrinar por la Cuaresma. Por eso, es un momento para afianzar nuestra fe, para hacer ver en la sociedad que nuestro destino no termina en este mundo.

De formas muy concretas podemos hacer vida nuestra fe: llevando consuelo al enfermo, aportando un grano de arena en las colectas destinadas para los más pobres, y que de manera extraordinaria reflejamos esta acción el Miércoles de Ceniza, realizando otras obras de misericordia que nos acercan a Dios y a nuestros hermanos.

Hoy más que nunca es tiempo para orar, volver nuestra mirada a Dios, tiempo de creer y confiar en aquél que nos dio la vida. Si bien es cierto, el mundo se mueve hacia el materialismo y el individualismo, ahora más que nunca es momento de hacer un alto. La Cuaresma nos invita a ello, aprovechemos este tiempo de gracia que se nos regala, por medio de la oración nos acercamos al Señor de manera personal o comunitaria.

Atención a esto: nuestra vida de fe no puede ni debe ser confinada al ámbito de lo privado, aunque muchos así lo quieran. Incluso es un derecho humano poder manifestar las verdades de fe en que creemos.

Desde la fe, les invito hermanos a transformar nuestro entorno, a dar señales de esperanza y de caridad, a ser mejores personas; en eso consiste que podamos profesar aquello que creemos.

El Santo Padre nos pide que “ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo”. En esto, que se nos note que somos creyentes, que estamos unidos a Dios y que veamos en el otro a un hermano.

Día a día, mediante gestos sencillos, podemos vivir la Cuaresma de una mejor manera. Que no pase este tiempo sin que podamos buscar una conversión auténtica. Acerquémonos a la Eucaristía, al sacramento de la reconciliación, a distintos actos de piedad que podemos realizar desde donde nos encontremos. Que esta sea una Cuaresma para renovar de verdad nuestra fe, esperanza y caridad.

Fermento 151. Martes 16 de febrero, 2021