
“Trabajar en favor de la vida es contribuir a la renovación de la sociedad mediante la edificación del bien común. En efecto, no es posible construir el bien común sin reconocer y tutelar el derecho a la vida, sobre el que se fundamentan y desarrollan todos los demás derechos inalienables del ser humano”.
De esta manera, San Juan Pablo II, en su Encíclica Evangelium vitae, número 101, nos señala la importancia de proteger, defender y promover la vida, como contribución a la sociedad; además de ser una responsabilidad y un derecho que posibilita el ejercicio de los demás derechos.
Lamentablemente, esta conciencia sobre la defensa de la vida se ha perdido, pero también se ha politizado. Se ve como un frente de batalla o hasta como un botín para ganar adeptos. La defensa de la vida, en todo el mundo, ha provocado altos grados de polarización, y desde luego, nuestro país no escapa de esa dolorosa realidad.
Lo que debería ser algo natural, proteger la vida, hoy parece ser una idea para ir contra corriente. Sin embargo, esto no nos debe hacer perder el ánimo; como católicos tenemos un compromiso de defender la vida desde su concepción hasta su término natural.
Por eso, el Decreto Ejecutivo Nº 28043-S del 19 de agosto de 1999, en el cual se declara el día 27 de julio de cada año, como el Día Nacional “Vida Antes de Nacer”, debe ser motivo para seguir dando esta lucha. Una ley o un decreto, por sí solos, como lo hemos visto, no bastan para proteger la vida.
Aunque la misma Constitución Política de Costa Rica señala que la vida humana es inviolable, en su artículo 21, hemos visto el surgimiento de otras interpretaciones y mecanismos legales para dejar en indefensión al ser humano más débil como lo es el embrión.
El decreto, de hace 22 años, solo es una muestra de la necesidad de legislar en favor de la vida; hoy más que nunca, mi llamado es a quienes tienen autoridad y poder político para que protejan la vida, de esta forma cuidaremos el futuro de nuestra sociedad.
Del mismo modo, requerimos de legislación que cuide, proteja y promueva a la familia. Caso contrario, si no damos protección a la célula fundamental de la sociedad, difícilmente podremos proteger otros derechos.
“El bien de la familia es decisivo para el futuro del mundo y de la Iglesia”, nos dice el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Amoris laetitia, número 31.
La familia es un patrimonio que Costa Rica está llamada a proteger. Como lo decía en la homilía a los pies de Nuestra Señora de los Ángeles, el pasado 26 de julio: “la familia es base de la sociedad y de la Iglesia: creemos que es el ámbito natural básico e indispensable para el surgimiento, crecimiento y maduración de la persona desde el punto de vista humano y de la fe. El ámbito familiar, tal y como lo entiende la Iglesia desde la revelación, es insustituible para el bien integral de la persona humana y de la persona creyente”.
Dios nos ayude e ilumine, nos haga entender el valor sagrado de la vida y de la familia. Que surjan más leyes o decretos en favor de su protección, y nunca para la promoción de la cultura de la muerte.
Fermento 175. Martes 3 de agosto, 2021