El discernimiento

Hace algunas semanas, el Papa Francisco inició una importante Catequesis en Audiencia General sobre el discernimiento, el cual podemos ver como un don, pero también como una responsabilidad a la hora de hacer nuestras elecciones de vida.

“El discernimiento es agotador pero indispensable para vivir. Requiere que me conozca a mí mismo, que sepa lo que es bueno para mí aquí y ahora. Sobre todo, requiere una relación filial con Dios. Dios es Padre y no nos deja solos, siempre está dispuesto a aconsejarnos, a animarnos, a acogernos”, decía el Santo Padre en el Aula Pablo VI el miércoles 31 de agosto.

Agregaba también algo que es de elemental importancia en la vida de creyente: “Dios nos invita a evaluar y elegir: nos ha creado libres y quiere que ejerzamos nuestra libertad. Por lo tanto, discernir es arduo”.

Precisamente, a la hora de ejercer la libertad, los seres humanos podemos elegir entre el bien o el mal, podemos salirnos del camino que el mismo Señor nos ha propuesto, o se puede incluso llegar a dejar a Dios de lado, como muchas veces lo impone cierta presión social.

En Costa Rica, en particular, en los últimos años, se ha dado una serie de políticas que, por ejemplo, han pretendido cambiar lo que constitucionalmente está dispuesto con respecto a la defensa de la vida o de la familia. Se han querido cambiar derechos universales que han sido parte fundante de nuestra historia patria y de nuestros valores.

Cuando vemos las distintas elecciones de vida que se toman en nuestra sociedad, parece que no se mira al futuro, o que vemos a algunos hermanos nuestros como ciudadanos de segunda clase.

Al promover políticas que buscan la muerte de un ser humano en el vientre de una madre, nos cuesta discernir y caer en cuenta que apagamos, poco a poco, la vida de la misma sociedad.

Del mismo modo, se provocan luchas políticas para que nuestro Estado pueda tener la eutanasia como derecho… Nos toca discernir: ¿realmente valoramos o no la vida de un ser con alguna enfermedad o de una persona adulta mayor?

Los creyentes tenemos una enorme misión en el plano individual, pero también cuando decidimos sobre nuestra vida en sociedad. No podemos ser creyentes en lo privado y esconder nuestra fe en lo público. Hemos de ser consecuentes y firmes con nuestros valores y convicciones.

Por consiguiente, se exige coherencia y un testimonio de vida que refleje la misión que se nos ha encomendado. El llamado es también para las personas de buena voluntad. Discernir el mayor bien para todos es una tarea impostergable.

Lo mejor para mí también debe ser lo mejor para los demás. Lo que afecte a mi hermano, a mí me afecta. Como sociedad debemos discernir sobre decisiones que nos ayuden a vivir mejor, en la búsqueda del bien común.

Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda el don y la gracia del discernimiento, especialmente en este tiempo y contexto que nos corresponde vivir. De elegir bien hoy, depende nuestro futuro y el de los demás.

Fermento 237. Martes 11 de octubre, 2022