
Saludo de manera especial a todas las mujeres con motivo del Día Internacional, y a quienes se dedica el 8 de marzo. Su papel trascendental en la sociedad es un don que Dios nos regala.
Reconocemos las dificultades que atraviesan muchas mujeres en razón de su condición, lamentamos cuando son sujeto de ataques, de violencia o de acoso. Tampoco desconocemos cuando a la mujer no se le reconocen sus derechos.
Lamentamos el largo camino que muchas mujeres deben recorrer para que se les reconozcan derechos laborales en igualdad con los hombres. Queda mucho por superar y avanzar en esta materia.
Reconocemos también los grandes sacrificios de las mujeres en la sociedad, su papel en nuestras familias, el rol fundamental que representan al poner sus virtudes al servicio de la humanidad.
Traigo a colación estas palabras de San Juan Pablo II, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, en 1995 (número 5). Palabras muy actuales que nos llaman a la reflexión y a un compromiso firme para superar barreras y formas de pensar que afectan a la mujer.
“Muchas mujeres, debido especialmente a condicionamientos sociales y culturales, no alcanzan una plena conciencia de su dignidad. Otras son víctimas de una mentalidad materialista y hedonista que las considera un puro instrumento de placer y no duda en organizar su explotación a través de un infame comercio, incluso a una edad muy temprana. A ellas se ha de prestar una atención especial sobre todo por parte de aquellas mujeres que, por educación y sensibilidad, son capaces de ayudarlas a descubrir la propia riqueza interior. Que las mujeres ayuden a las mujeres, sirviéndose de la preciosa y eficaz aportación que asociaciones, movimientos y grupos, muchos de ellos de inspiración religiosa, han sabido ofrecer para este fin”, decía el entonces Papa Juan Pablo II.
Es preciso entender que debemos caminar juntos en nuestra sociedad, para alcanzar una auténtica fraternidad y un desarrollo integral para todos, reconociendo el papel trascendental que tiene la mujer junto al varón, pues ambos son creación de Dios y gozan de la misma dignidad.
Es importante escuchar y seguir el camino que el Papa Francisco ha marcado para la mujer en la Iglesia y en la sociedad, reconociendo sus múltiples virtudes al servicio de la humanidad.
“Las mujeres son protagonistas de una Iglesia en salida, a través de la escucha y el cuidado de las necesidades de los demás, y con una marcada capacidad de sostener dinámicas de justicia en un clima de ‘calor doméstico’, en los diferentes ambientes sociales en los que se encuentran trabajando”, decía el Santo Padre en su Mensaje a los miembros de la Consulta Femenil del Consejo Pontificio de la Cultura, con ocasión del Seminario “Las mujeres leen al Papa Francisco: lectura, reflexión y música”, el pasado 7 de octubre.
Desde la Conferencia Episcopal de Costa Rica, también, con motivo del Día Internacional de la Mujer, los obispos hicimos un llamado para que entre todos enrumbemos nuestra Iglesia y nuestra sociedad al fortalecimiento y reconocimiento del papel indispensable de las mujeres, no como algo que deba dárseles, pues el don y la dignidad como tales ya lo poseen.
Sigamos este camino de búsqueda de la igualdad entre el hombre y la mujer como corona de la creación de Dios. Todos podemos aportar para dejar atrás odiosas brechas y trabajar por una mejor sociedad.
Fermento 154. Martes 9 de marzo, 2021