El Género Humano

El pasado 22 de mayo, en una nueva sección de Fermento, Monseñor José Manuel Garita iluminó la realidad con un tema que tituló: El Género Humano. Al cumplir prácticamente un mes desde que inició con este espacio semanal de opinión, una vez más, nuestro Obispo abordó la actualidad tras la decisión del Tribunal Supremo de Elecciones de permitir el cambio de nombre por identidad de género.

“Dios no hace acepción de personas. Así está escrito en la Biblia (Romanos 2, 11) y así lo enseña la Iglesia en su Catecismo universal (cfr. n.1): Dios convoca a todo el género humano para hacerle partícipe de su vida bienaventurada. ¿Qué quiere decir esto? Que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios; varón y mujer nos creó, para hacernos partícipes amorosamente de su creación y salvación. Y este Dios creador de todo, vio que todo era muy bueno (cfr. Génesis 1, 26-27.31). Esto es lo que creemos y proclamamos como fe de la Iglesia, basados en la Palabra de Dios”, expresó el Obispo.

“En los últimos tiempos, se ha acrecentado la discusión sobre derechos que varios grupos de la población reclaman para sí, entre otros, la forma en que se perciben y la manera en que quieren vivir su sexualidad. En la última semana, conocimos que esto llevó al Tribunal Supremo de Elecciones a permitir el cambio de nombre por identidad de género autopercibida y a la eliminación de la indicación por sexo de nacimiento en la cédula de identidad. Pocas horas después, algunos activistas de la comunidad LGTBI rechazaron la eliminación de la indicación por sexo de nacimiento y piden -como comunidad trans- su pleno reconocimiento de identidad en la cédula”, apuntó.

En su mensaje agregó: “Podríamos hablar, como este, de otros casos de distintos grupos de personas, sobre distintas formas en que se autoperciben y sería una larga lista de no acabar, donde la individualidad nos llevaría a una fragmentación de la sociedad tal que no podríamos vivir ni libre ni comunitariamente en un adecuado orden de bien común”.

Asimismo, aludió al Mensaje de la Conferencia Episcopal de Costa Rica lanzado unos días antes sobre esta misma situación, y en la cual, los Obispos del país manifestaron que “no puede haber, por consiguiente, verdadera promoción de la dignidad del hombre si no se respeta el orden esencial de su naturaleza”.

Monseñor Garita se preguntó: “¿por qué si Dios no hace  acepción de personas, por qué las hacemos nosotros? Cabe preguntarse, ¿esta individualidad y búsqueda de complacer ciertas necesidades o supuestos derechos, en dónde colocan el BIEN COMÚN?”.

Señaló que la Constitución Política y la Declaración Universal de los Derechos Humanos dejan bien claro que no debe haber discriminación de ningún tipo entre los seres humanos. ¡Todos somos iguales!

A su vez, desde su corazón de Pastor, manifestó: “Como Iglesia, y como pastor de la misma, reconocemos las distintas situaciones que viven muchas personas, no desconocemos sentimientos, situaciones de vida, anhelos, ni la búsqueda del propio ser que enfrentan a las personas humanas a momentos y vivencias de muy variados orígenes. A toda persona humana la Iglesia la acoge con los brazos abiertos y la acompaña. Ninguna institución en el mundo como la Iglesia ayuda y acompaña espiritual, sicológica y materialmente en tan variadas necesidades”.

Esto no desconoce ni deja atrás la misión de la Iglesia. “Nos toca es predicar la verdad revelada por Jesucristo y enseñada por la Iglesia, una verdad que se hace amor para acoger a todos, pero donde diremos que aquello que es contrario a la ley divina y natural no puede recibir aprobación en ningún caso. Esto no es estar en contra de supuestos derechos humanos. Esto es predicar y hacer presente la misión de la Iglesia que anuncia la salvación y une su querer con el de Dios: que todos seamos felices. Pero, cuidado, a veces, en la búsqueda de esa felicidad, puede que distintas situaciones de vida nos aparten también del género humano y del plan amoroso de Dios diseñado para todos -tanto como varones y como mujeres- tal y como Él nos concibió y nos creó en medio de la naturaleza humana, ordenada y dirigida sabiamente desde siempre por el mismo Dios”, dijo Monseñor José Manuel Garita.