En el día de San Carlos: “Que el cielo sea nuestra meta”

Monseñor José Manuel Garita Herrera celebró la Eucaristía con los seminaristas de nuestro país, en el día del patrono de la Diócesis de Ciudad Quesada.

En una celebración eucarística realizada en el Seminario Nacional Nuestra Señora de los Ángeles, Monseñor José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada, propuso a los seminaristas acercarse a la figura, legado y testimonio de San Carlos Borromeo (1538-1584), a través de la palabra de Dios.

La Misa se celebró a las 6:30 a.m., este viernes 4 de noviembre, en el día de San Carlos Borromeo, patrono de la Diócesis de Ciudad Quesada.

Monseñor recordó que “los santos ardieron en deseos de santidad al conocer y seguir el ejemplo y modelo de otros santos”.

“Hoy celebramos el modelo y ejemplo acabado de pastor de San Carlos”, dijo, al recordar su humildad, caridad pastoral, entrega sin límites, y que dio todo para Cristo, la Iglesia y sus ovejas.

Fue “una opción radical y total de vida”, agregó. Recordó que San Carlos experimentó la cruz del rechazo, la incomprensión, la envidia, la persecución, la muerte que procuraron darle.

“Sin cruz no hay amor verdadero ni santidad posible. La cruz forja verdaderos santos, porque es la máxima exigencia de amor”, detalló el pastor diocesano de Ciudad Quesada.

Exhortó a los seminaristas en la homilía a “que el cielo sea nuestra meta, y la de los que se nos confía. Que hablemos de la vida eterna… nos falta hacerlo más. Nuestra vocación pastoral es la salvación de las ovejas”.

A la luz del Evangelio en que se escuchó la parábola del administrador “injusto” o “astuto”, Monseñor explicó la grave y delicada responsabilidad que se confía por parte de Dios en el sacerdocio. Además, nada de lo que se administra es “nuestro”.

“Tendremos que dar especial cuenta de lo que se nos ha confiado; los santos tuvieron plena conciencia de esta verdad. Tenemos que dar cuentas de lo que no es nuestro y se nos ha dado en administración”, manifestó.

Asimismo, indicó que el Señor Jesús quiere astucia, creatividad, originalidad y diligencia en las actuaciones que se tengan de frente a la responsabilidad que él mismo encomienda.

Destacó el ejemplo de San Carlos como “pastor-administrador fiel, solícito, honesto y generoso. Así supo responder y salir adelante con su vocación y misión”.

“Pidamos la intuición de los santos para leer e interpretar la realidad desde la fe, y poder responder fiel y generosamente a las exigencias de los tiempos y circunstancias. Para ello necesitamos ser efectivamente diligentes, estar animados y decididos en el camino vocacional que llevamos, sentirnos de verdad apasionados por Cristo y por la Iglesia”, comentó.

Monseñor Garita pidió poner la mirada en San Carlos Borromeo, porque vivió la caridad pastoral desde la humildad; se dedicó plenamente a la diócesis, mediante visitas pastorales constantes. Además, entendió la necesidad e importancia de la catequesis, prioridad de la formación sacerdotal y de los seminarios, así como la urgente renovación de la Iglesia desde la disciplina y las costumbres.

“Le tocaron tiempos difíciles del mundo y de la Iglesia de entonces: divisiones profundas, confusiones doctrinales, oscurecimiento de la fe y las costumbres, malos ejemplos de los ministros sagrados. ¿Cómo actuó?, ¿cómo hizo? No se limitó a lamentar ni a condenar, sino que empezó por reformar su propia vida, tuvo una conversión seria y manifestó una ardiente búsqueda de la santidad). Empecemos por nosotros; no señalemos ni esperemos que sean los demás”, explicó.

Monseñor José Manuel Garita Herrera llamó a imitar a San Carlos Borromeo, como pastor humildad, fiel administrador, que dio su vida para alcanzar la vida eterna.