
Una vez más, en las últimas semanas ha sido noticia el deterioro que ha sufrido la educación costarricense, de manera paulatina, durante los últimos años, por no decir décadas. Lamentablemente, sabemos que, en particular, poco antes de la pandemia provocada por el COVID-19, y durante la misma, esta crisis educativa se ha visto acrecentada.
“De no actuarse con urgencia, se seguirá desplegando un sendero de involución hacia una educación de menor calidad y accesos excluyentes para amplios segmentos de la población. Ese curso afectará profundamente el rumbo del país en las próximas décadas”, nos advierte el Noveno Informe Estado de la Educación 2023.
Con insistencia, desde la Iglesia, hemos hecho importantes llamados para recuperar la calidad educativa y con miras a que ninguna persona sea excluida, especialmente aquellas personas más pobres. Insistimos también en que la persona humana sea puesta en el centro de cualquier toma de decisión.
Solo para citar algunos de los aspectos detectados en el informe se indica: “Los resultados revelan deficiencias significativas en el desarrollo de los procesos de lectoescritura inicial de los estudiantes de primer grado que estaban en preescolar durante el apagón educativo, así como problemas de fluidez y comprensión lectora en los estudiantes de cuarto año de primaria”.
“Los hallazgos apuntan a un aumento en lo que se ha denominado ‘pobreza de los Aprendizajes’, en referencia a niños que, a los 10 años, no saben leer ni comprender un texto o escribir correctamente para expresar sus ideas. En cuanto a la educación secundaria, se evidenciaron importantes carencias en conocimientos y habilidades vinculadas con los aprendizajes básicos en las pruebas de lectura en Español, así como en Matemáticas y Ciencias”, continúa el Estado de la Educación.
Se denotan deficiencias en aspectos básicos educativos. Sabemos también que se ha apuntado un debilitamiento en la inversión y ni qué decir la grave crisis de infraestructura, repito de nuevo, especialmente en las zonas rurales, ahondando todavía más la desigualdad que se vive en nuestro país, y no solo en materia de educación.
Si la sociedad costarricense no pone como prioridad la educación, serán muchas más las problemáticas que se irán acarreando con el tiempo. Es urgente un cambio de rumbo en el que se pueda crear una convergencia de sectores e ideas, sin que haya mezquindad para contribuir a encontrar una verdadera solución educativa.
También insistiremos en la necesidad de que se elimine del sistema educativo cualquier ideologización que atente contra la persona humana y contra la familia.
“Cada generación debería reconsiderar cómo transmitir sus saberes y sus valores a la siguiente, ya que es a través de la educación que el ser humano alcanza su máximo potencial y se convierte en un ser consciente, libre y responsable. Pensar en la educación es pensar en las generaciones futuras y en el futuro de la humanidad; por lo tanto, es algo que está profundamente arraigado en la esperanza y requiere generosidad y valentía”, expresaba el Papa Francisco, el 7 de febrero de 2020 a los participantes del Seminario sobre “Educación: El Pacto Mundial”.
Llega la hora para que, principalmente quienes tienen responsabilidad en la toma de decisiones, apuesten de manera valiente por la educación, de lo contrario, el futuro puede ser desolador para nuestra sociedad.
Fermento 289. Martes 10 de octubre, 2023