
“Somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión”.
De esta forma, el Papa Francisco nos motiva de cara a vivir la Jornada Mundial de las Misiones 2021, que se celebra cada año, el penúltimo domingo del mes de octubre.
Como bien lo señala el Santo Padre, en esta Jornada “recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición”.
Con ocasión de esta Jornada es preciso que hagamos una reflexión sobre nuestra condición de bautizados, incorporados al cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia.
El sello indeleble del bautismo hace que todos los hijos de la Iglesia seamos nuevas criaturas para vivir en Cristo (cfr. 2 Corintios 5, 17). Este sello debe hacerse notar en todas las realidades que vivimos para marcar la diferencia, y hacerlo aún más, en momentos de dificultad como los que atraviesa la humanidad. El bautismo imprime carácter, es un sello que nos identifica como hijos de Dios y discípulos de Jesucristo.
Lamentablemente, muchas veces hay corrientes que nos mueven a dejar atrás nuestra identidad cristiana. Es algo que no debemos permitir; el cristiano de hoy está llamado a ser valiente testigo del Evangelio en todo momento y circunstancia.
Cuando el secularismo ha invadido de manera vertiginosa a nuestra sociedad, los valores cristianos deben surgir y hacerse notar, para recordarnos también las sólidas raíces en que nos hemos desarrollado.
No obstante, en medio de ese secularismo, vemos nuevos campos también en los cuales podemos hacer brotar la semilla del Evangelio. No debemos renunciar al anuncio de la Buena Noticia. Por medio del diálogo podemos acercarnos a una sociedad que también requiere conocer el mensaje de la salvación que, en gran medida, depende de cómo lo hagamos llegar.
Para ello, debemos formarnos, exigir en nuestras parroquias un proceso cada vez más consciente de preparación para que podamos dar sentido y razón a nuestra fe. No podemos vivir procesos catequéticos solo como un requisito o una tienda de servicios; este es un itinerario que debemos incorporar a nuestra vida. La fe no es algo pasajero, o para vivir en ciertos momentos específicos. Es una condición, respuesta y compromiso de siempre.
A mayor formación en la fe, más posibilidades de emprender un camino de misión que pueda responder a las exigencias del mundo de hoy.
Que este mes de octubre dedicado a las misiones, que la Jornada Mundial de Misiones, en la cual también oramos y pedimos contribución económica para el sostenimiento de la obra misional en el mundo, sea un tiempo propicio para tomar conciencia de que somos discípulos-misioneros, enviados a difundir y testimoniar la semilla del Evangelio.
Fermento 184. Martes 5 de octubre, 2021