“María es el camino más seguro y eficaz para llegar al Señor”

Nuestra Señora de los Ángeles,

Martes 2 de agosto de 2022.

Santuario Diocesano Los Ángeles de La Fortuna, 6:00 p.m.

Hermanos todos en el Señor y la Santísima Virgen María:

Esta mañana hemos celebrado y honrado a nuestra Madre y Patrona, Nuestra Señora de los Ángeles, en su santuario nacional de Cartago; ahora, con esta solemne celebración vespertina, lo hacemos en este nuestro santuario diocesano dedicado a ella, al cual peregrinan y acuden cientos y cientos de fieles provenientes de todas partes de nuestra Iglesia Particular de Ciudad Quesada.

Hoy, de manera especial en su fiesta, pedimos a la Reina de los Ángeles por nuestra diócesis, por nuestro país y por las intenciones de todos los que la amamos y honramos con afecto de hijos. Como Madre amorosa, sabemos y estamos seguros de que ella nos acoge y escucha, que intercede por nosotros ante el Señor, que nos acompaña y cuida en todo momento y circunstancia de nuestras vidas e historias. Queremos aprender de su fe, humildad, docilidad y generosidad. Queremos también recordar y acoger su llamado con relación a Jesús: “Hagan lo que él les diga”.

Como hemos podido escuchar, nos resulta claro que los textos proclamados de la palabra de Dios nos hablan de la cercanía y del cuidado de la Madre para con nosotros su pueblo.

La primera lectura del Eclesiástico nos ha hablado de la sabiduría divina como forma de presencia de Dios en medio de su pueblo: ha salido de Dios, ha bajado del cielo, ha puesto su casa en medio de su pueblo. Desde muy antiguo, la fe de la Iglesia ha visto en esa sabiduría la presencia de María. En efecto, y de manera particular con el pueblo de Costa Rica, ella ha puesto su morada, ha echado raíces y reside en la asamblea de los fieles. Esta afirmación del Eclesiástico se cumple con el hallazgo de la venerada y querida imagen de nuestra Negrita, el 2 de agosto de 1635, en su casa de Cartago. Es decir, hace 387 años, la Reina de los Ángeles nos acompaña y cuida como Madre, pues ha puesto su casa entre nosotros y ha echado raíces en medio del pueblo costarricense. Más de tres siglos y medio de cercanía, maternidad y cuidado para con este pueblo. De ello damos gracias infinitas a Dios hoy. Esta verdad explica tanta devoción y tantas manifestaciones de fe y amor hacia nuestra Madre y Patrona. Costa Rica ha hecho históricamente experiencia viva, constante e indiscutible de su cercanía y maternidad.

Con la segunda lectura de la carta de San Pablo a los gálatas, podemos decir que esta mujer, que ha puesto su morada en medio de este pueblo, fue instrumento del Padre para ser la madre del Hijo de Dios. Para entrar en nuestra historia y salvarnos, él nació de mujer; de María tomó nuestra humanidad, nuestra carne y sangre. Ella es la mujer de fe que dijo sí para recibir la redención y convertirnos en hijos de Dios. Qué importancia y trascendencia la del sí de María a Dios. Cuánta bendición y gracia hemos recibido de esta respuesta de fe, confianza y generosidad de María.

El evangelio de Juan nos lleva a los momentos más dramáticos y dolorosos en el calvario. Estando el Señor en la cruz, y María al pie de la misma, Jesús nos entrega a la Santísima Virgen como madre. Nos la entrega en la persona de Juan para que la recibamos en nuestra casa, como lo hemos hecho con la Reina de los Ángeles en Costa Rica. Nos la entrega como madre para que viva entre nosotros y nos acompañe en todo momento y circunstancia de nuestra historia patria, tal y como lo hemos experimentado por tanto tiempo y de tantas formas.

Hoy, 2 de agosto, una vez más, confesamos y honramos a Nuestra Señora de los Ángeles como Madre y Patrona de Costa Rica. Al mismo tiempo, somos conscientes de que el gran desafío para nosotros es dejarnos acompañar por ella para que nos lleve a Jesús, meta y fin de nuestra vida y experiencia de fe. María es el camino más seguro y eficaz para llegar al Señor. Nadie como ella lo tuvo más de cerca y lo conoció más profunda e íntimamente; nadie como ella se identificó plenamente con Dios, especialmente con su Hijo a quien llevó en sus purísimas entrañas y a quien cuidó de manera fiel, solícita y generosa, como lo hace también con nosotros en Costa Rica.

Hoy, 2 de agosto, una vez más acudimos a nuestra Madre y Patrona en medio de las necesidades de este pueblo. Acudimos a ella para que siga acompañando y cuidando a nuestra patria tan afectada por la pobreza, la desigualdad, la violencia, las acciones contra la vida humana, la familia y el matrimonio. Acudimos a ella para que nos libre del flagelo del narcotráfico que destruye a la sociedad y las familias; de la corrupción que nos carcome a todo nivel; del irrespeto a la ley que hace ciudadanos de primera y segunda clase; de los privilegios injustos y escandalosos que minan la confianza y la credibilidad. Nos ayude María, Reina de los Ángeles, a construir un país cimentado en verdaderos valores humanos y cristianos, tal y como fue fundado desde sus orígenes. Muchas de nuestras problemáticas se deben a una profunda crisis de valores que está minando y destruyendo a este país. Todavía es tiempo de reaccionar y actuar; pidámosle a María que nos ayude en esta tarea crucial para el presente y el futuro de Costa Rica.

Este santuario diocesano, como el nacional de Cartago, son testigos elocuentes de tantas manifestaciones de amor y confianza hacia María. Acá dejamos nuestros anhelos y necesidades, acá ponemos nuestras acciones de gracias por tantos dones recibidos a través de su maternal intercesión. Pero, sobre todo, ponemos en el altar y en esta Eucaristía, todas nuestras necesidades y súplicas para recibir la fuerza y el alimento del cuerpo y de la sangre de Cristo, fruto bendito del vientre de María. Que el Señor siga acompañando y bendiciendo al pueblo de Costa Rica por medio de nuestra Madre y Patrona, la Reina de los Ángeles.

Que así sea, amén.