San José: hombre justo y de fe

Solemnidad del Patriarca San José, Esposo de la Santísima Virgen María,

Viernes 19 de marzo, Parroquia San José de Aguas Zarcas, 6:00 p.m.

Hermanos todos en el Señor:

En el contexto de la Cuaresma, que nos prepara para la ya cercana Pascua, tiempo de gracia que nos llama e invita a confiar en Dios y a renovarnos en el amor, celebramos esta solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María y padre adoptivo de Jesús, patrono de la Iglesia universal y de esta querida comunidad parroquial de Aguas Zarcas. Como bien sabemos, la celebración de este 2021 reviste de una importancia verdaderamente singular al encontrarnos en el año dedicado a San José, que ha sido dispuesto por el Papa Francisco del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, con motivo del 150 aniversario de la declaración del Santo Patriarca como patrono de la Iglesia universal por parte del Beato Papa Pío IX en 1870.

La figura y testimonio de San José siguen siendo siempre actuales y desafiantes para nuestra experiencia de fe. Damos gracias a Dios por la feliz y providencial iniciativa del Papa Francisco al declarar este Año de San José, pues nos acerca, nos hace más viva, propia y familiar la figura del Patriarca, a fin de fomentar nuestra devoción y relación con este Santo, pero sobre todo de imitar sus numerosas virtudes concedidas como dones especiales de Dios para cumplir la misión que Él le encomendó. La Carta Apostólica Patris corde (con corazón de padre) que el Papa nos ha regalado para este año, sin duda nos acerca y hace muy viva la figura y testimonio de San José como varón justo, es decir, como hombre de fe y absoluta confianza en Dios.

Precisamente este es el acento que pone de manifiesto el mensaje de la palabra de Dios que hemos escuchado en esta celebración: fe y confianza en Dios, obediencia y cumplimiento fiel de la voluntad de Dios. Así vivió y actuó José como hombre justo y de fe. Con actitudes de fe, confianza, humildad, obediencia, docilidad y fidelidad cumplió la misión y el proyecto que Dios le encomendaba: ser fiel custodio de los más grandes tesoros de Dios: Jesús y María. Hermanos, cuánto nos dicen e iluminan estas actitudes de San José para nuestra experiencia de fe; cuán actual y vigente es su figura y testimonio para nosotros y para toda la Iglesia.

En la primera lectura del segundo libro de Samuel, en la cual se hace a David la promesa de un hijo, y de una dinastía que duraría para siempre, a la luz de la figura de José, que era de la descendencia de David, vemos que se abre la esperanza y se cumple la promesa de un futuro Mesías, en este caso, Cristo el Señor. En medio de este plan de salvación, José aparece como medio, instrumento o eslabón para que se lleve a cabo esa expectativa mesiánica; él fue el punto de unión entre la descendencia de David y Jesús. Veamos, entonces que, como hombre de fe e instrumento de Dios, José no fue centro ni protagonista, por el contrario, fue instrumento humilde, pero eficaz y fiel, para que se cumpliera el proyecto salvífico de Dios en favor nuestro.

San Pablo, en la segunda lectura de su carta a los romanos, nos cuenta también de la promesa de otro hijo, en este caso a Abraham, a quien el apóstol destaca como hombre de fe por excelencia, alguien que “creyó en Dios contra toda esperanza”. Y esa fue también la experiencia de José, por ello podríamos decir que San José es como el Abraham del Nuevo Testamento: modelo de fe y confianza absoluta en Dios, porque colaboró para que se cumpliera la descendencia salvadora de Jesús, aunque no siempre entendiera los caminos de Dios. Sin embargo, creyó, confió, y por ello hizo posible el cumplimiento del plan de Dios.

El evangelio de Mateo nos narra también el nacimiento de otro hijo. Ahora en la plenitud de los tiempos, el nacimiento del Hijo de Dios, del seno virginal de María y por obra del Espíritu Santo. Ante este misterio maravilloso y desconcertante, José actúa como hombre de fe, sencillo, respetuoso y obediente del plan de Dios. Ante posibles dudas y la dificultad de entender aquello, por su fe se deja llevar por Dios, acepta el misterio, obedece al plan y voluntad de Dios, pues, dice el texto que, “hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”, es decir, puso el nombre a Jesús, cuidó de María y del Niño y, como dice el Papa en su Carta Apostólica, “con corazón de padre: así José amó a Jesús”. Por tanto, hermanos, con fe, humildad, docilidad y obediencia cumplió San José lo que Dios le pedía; por ello es modelo y ejemplo para cada uno de nosotros como creyentes hoy en día. Fe y confianza absoluta en Dios resumen de la vida y del testimonio de San José.

Como extensión y aplicación de lo que nos dicho y enseñado la palabra de Dios, quisiera brevemente señalar y destacar las siete características, actitudes o virtudes que el Papa Francisco desarrolla en su Carta Apostólica sobre San José, fundamentalmente en su relación con Jesús, su hijo adoptivo y Señor nuestro. Decía el Papa, “el objetivo de esta Carta Apostólica es hacer crecer el amor a este gran santo”.

1.- José es padre amado: la grandeza de San José radica en haber sido esposo de María y padre de Jesús, en haberlos amado especialmente, y en haber sido amado él por ellos también. Asimismo, San José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano. Muchos santos y santas amaron a San José, le tuvieron gran devoción e imitaron sus virtudes.

2.- José es padre en la ternura: con gran cuidado y atención, San José pudo contemplar y comprobar que Jesús “crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2,52). Sin duda, le enseñó a caminar, lo tomaba en sus brazos, era un padre amoroso que lo llenaba de afecto. Por todo ello, Jesús vio y experimentó la ternura de Dios en San José.

3.- José es padre en la obediencia: como escuchamos en el evangelio, angustiado por el embarazo incomprensible de María, no la expuso ni la denunció. Por el contrario, con suma prudencia, delicadeza y caridad no dudó en obedecer a lo que Dios le pedía. Lo mismo, cuando huyeron a Egipto, cuando volvieron a Israel y se quedaron en Nazaret, José obedeció a la voluntad de Dios. En cada momento, como María en la anunciación, y Jesús en Getsemaní, José supo decir su “fiat” (hágase según tu voluntad). San José también enseñó a Jesús a ser sumiso y obediente a sus padres.

4.- José es padre en la acogida: acogió a María sin condiciones, confió en las palabras del ángel, las acogió e hizo lo que le mandaba. Como muchas veces no entendemos algunas cosas de la vida, José, en vez de rechazarlas y rebelarse, acoge el misterio, acoge y hace suya la voluntad de Dios. Aunque tuviera miedo y dudas, José escucha, atiende, acoge y se abre a lo que Dios le pide. Por supuesto, con amor y ternura siempre acogió a Jesús y a María. Apertura para acoger, no cerrazón para rechazar.

5.- José es padre en la valentía creativa: esta virtud se muestra especialmente cuando encontramos dificultades. Veámosla en José: cuando llegó el momento del nacimiento de Jesús y no había lugar para que María diera a luz, y cuando vino el peligro inminente de Herodes, José buscó solución y salida, supo transformar un problema en una oportunidad, confiando siempre en la providencia. Dios espera que, ante las dificultades, podamos nosotros planear, inventar, buscar salida. En eso consiste la valentía creativa.

6.- José es padre trabajador: quizá esta es una de las virtudes más conocidas de San José. Del humilde trabajador carpintero, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan como fruto del trabajo honrado y generoso. José nos enseña que el trabajo nos dignifica como personas e hijos de Dios; que el trabajo nos hace participar de la obra de la salvación; que el trabajo nos realiza a cada uno y va en beneficio de los demás. San José nos enseña que trabajar responsable y dignamente es cumplir la voluntad de Dios.

7.- José es padre en la sombra: qué misterio, San José es para Jesús la sombra del Padre celestial en la tierra; es la sombra que lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir y cuidar sus pasos. Acá se muestra que quien asume la responsabilidad de otra persona, en cierto sentido ejerce la paternidad sobre ella. Ser padre es acompañar, introducir en la experiencia de la vida, en la realidad que se vive cotidianamente.

Hermanos, cuánta riqueza, inspiración, profundidad y actualidad encontramos en la persona y testimonio de San José. Cuánto ilumina y enseña a nuestra vida cristiana. Que como fruto de la solemnidad de hoy y de este año dedicado al Santo Patriarca, podamos ser personas de más fe y confianza en Dios, más fieles y obedientes, más valientes y tiernos a la vez, más trabajadores y creativos. La fuerza y el alimento que recibimos de la Eucaristía, nos dispongan a acoger y poner en práctica estas virtudes evangélicas de la santidad de José.