
Esta semana, Monseñor José Manuel Garita abordó el Estado Laico en su opinión semanal de Fermento. “Un Estado laico es el que no tiene una religión determinada, pero que permite la existencia y libre ejercicio de todas las religiones, es decir, garantiza la libertad religiosa y la libertad de culto. Y para dejar de lado la falsa idea de que la religión se profesa en el ámbito privado, cabe destacar que es la Declaración Universal de los Derechos Humanos la que habla de este derecho humano y la que expone que toda persona tiene la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”, dijo en la introducción del mensaje.
Nuestro Pastor manifestó lo que significa un Estado Laico bien entendido donde se permite el ejercicio libre de la religión y donde la Iglesia, desde luego, puede hablar e iluminar.
“En un Estado laico se permite que la Iglesia predique y plantee su enseñanza y sobre todo oriente a sus fieles de acuerdo con su doctrina y principios. Por el contrario, un Estado laicista no le permite a la Iglesia la evangelización, le impide iluminar sobre cuestiones de la realidad y la actualidad, y busca opacar u ocultar cualquiera acción en ese sentido”.
Por su lado, lamentó que muchos entienden el Estado Laico como uno en el que las personas deben ocultar su religión, o donde la Iglesia “debe callar” o “hacer culto en el armario”.
“Si la Iglesia calla, no sería Iglesia. Nosotros tenemos un mandato que nos viene del Señor de anunciar el Evangelio y acompañar la realidad que viven nuestros fieles para que sean ellos, los laicos, quienes impregnen de los valores cristianos las distintas realidades de la sociedad, y sean así sal de la tierra y luz del mundo”, expresó el Obispo de Ciudad Quesada.
“La Iglesia no es un ente privado. La Iglesia no se pasa de la raya cuando predica el Evangelio y lo aplica a la realidad. La misión de la Iglesia no se puede sustraer de las realidades temporales, lo cual supone y exige aplicar el mensaje de Jesús a las distintas realidades que vivimos. La Iglesia no se puede sustraer de iluminar situaciones concretas e interpretar los signos de los tiempos; estaría, entonces, traicionando su misión”, agregó.
Monseñor lamentó que en Costa Rica la disputa por un mal llamado “Estado Laico” pretende ser incluso como alcanzar un trofeo e hizo un llamado a comprender lo que en verdad esto significa, pues además, la Iglesia no se opone a la laicidad del Estado.
“En el caso de Costa Rica, que corre en los últimos años en una insana disputa por el mal llamado “Estado laico”, como si fuera la necesidad de alcanzar un trofeo, y ya que la Constitución prevé que nuestro país es católico sin menoscabo del ejercicio de otras religiones, muchos han visto como caballo de batalla el eliminar esto de nuestra Carta Magna. Deberíamos aclarar que pasaríamos de un Estado confesional a uno sin confesión o a-confesional. Esto a nivel de concepto. A nivel de la vida práctica, Costa Rica vive un Estado a-confesional, pues caso contrario, todas las leyes deberían ser permeadas por la doctrina social de la Iglesia. Por tanto, hago un llamado a la sociedad en general, desde luego a los fieles católicos y a las personas de buena voluntad: la Iglesia no se opone a un Estado laico bien entendido, pues ello no implica que deba callar o esconderse, y menos dejar de iluminar como es el llamado que nos hace nuestro Señor Jesucristo. Estado laico sí, pero como bien señala el Papa Francisco, acompañado de una sólida ley que garantice la libertad religiosa. Seguiremos hablando de este tema, precisamente con el fin de iluminar la realidad”.