Sinodalidad es caminar juntos

Apertura del proceso sinodal 2021-2023

Domingo 17 de octubre de 2021, Catedral de Ciudad Quesada, 11:00 a.m.

Hermanos todos en el Señor:

En comunión con la Iglesia universal, en particular con el Papa Francisco que nos ha convocado, y en el contexto de esta solemne celebración, damos inicio al proceso o camino sinodal que nos conducirá a la XVI asamblea general ordinaria del Sínodo de los obispos, que tiene como tema “Por una iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. En este momento y en esta circunstancia nos sentimos particularmente Iglesia comunión, al saber que en todo el mundo y en cada una de las diócesis de la Iglesia se da inicio a este camino que se extenderá por espacio de dos años hasta octubre de 2023.

Como bien sabemos, sinodalidad significa “caminar juntos en la misma dirección”, así nos lo ha recordado el Papa precisamente en la apertura de este proceso el pasado domingo en la Basílica de San Pedro. La sinodalidad expresa claramente la naturaleza de la Iglesia que es misterio y sacramento de comunión, Pueblo de Dios que camina junto porque se reúne en virtud y a imagen de la Trinidad (cfr. L.G. 4). Por ello, también la Comisión Teológica Internacional, asumiendo e interpretando al Papa Francisco, nos dice que el “Camino de sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia para el tercer milenio” (Documento Comisión Teológica Internacional 2018).

Por tanto, desde esta imagen y experiencia de Iglesia, estamos llamados e invitados a caminar juntos, a escucharnos unos a otros, a discernir conjuntamente qué quiere y qué nos pide el Señor en la coyuntura y el momento actual de la Iglesia. E iniciamos este camino desde la Iglesia particular, desde la diócesis; es decir, desde la realidad propia que vivimos especial y puntualmente en nuestra Iglesia de Ciudad Quesada.

Los textos de la Palabra de Dios que se han proclamado nos iluminan, inspiran y marcan el camino en el proceso sinodal que hoy iniciamos desde nuestra diócesis y en comunión con toda la Iglesia universal. Reflexionemos sobre tres aspectos que derivan de la Palabra proclamada:

1. Sinodalidad y Espíritu Santo:

La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles nos ha narrado el acontecimiento de Pentecostés, la efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente, el cumplimiento de la promesa de Jesús que enviaría el Consolador, el Espíritu de la Verdad. Este Espíritu descendió como viento recio y fuerte, pues es el aliento de vida que impulsa y anima a la Iglesia; y también descendió como lenguas de fuego, pues ilumina y enciende en el amor de Dios a la Iglesia para el cumplimiento de su misión evangelizadora y salvífica en medio del mundo y a través de los siglos.

El Espíritu Santo es el alma y el gran protagonista de este tiempo de la Iglesia; él es quien suscita y hace posible la comunión como don de Dios y no como acción humana; el Espíritu es quien posibilita que caminemos juntos, que hagamos experiencia de sinodalidad participando y cumpliendo juntos la misión que el Señor nos dejó. Por tanto, sin el Espíritu Santo no hay Iglesia y, en consecuencia, sin el Espíritu no habría sinodalidad. Para caminar juntos, abrámonos a este Espíritu, dejémonos guiar por él, seamos dóciles a lo que nos inspira aquí y ahora. Con el salmo 104, que hemos rezado, pidamos al Señor que nos siga enviando su Espíritu para que renueve a la Iglesia a través de este proceso y camino sinodal.

2.-Sinodalidad y comunión:

En la segunda lectura de la primera carta de San Pablo a los corintios, el apóstol compara a la Iglesia con un cuerpo formado por distintos miembros. Es un solo cuerpo, pero con multiplicidad de miembros, cada uno con su función propia, para que armónicamente funcione y cumpla su cometido. La unidad y cohesión de este único cuerpo, aun con la diversidad de sus miembros, es lo que llamamos comunión; común unión entre todos nosotros que formamos el cuerpo único de Cristo que es la Iglesia. Y como es uno solo, y para que funcione adecuadamente, no debe haber divisiones en él.

La unidad y la comunión de la Iglesia tiene como origen e imagen a la misma Trinidad; así como el Padre, el Hijo y Espíritu Santo viven íntimamente unidos en el amor, así hemos de vivir y actuar los miembros del único cuerpo de Cristo que es la Iglesia, y que es signo visible de la comunión entre Dios y los hombres, y de los hombres entre sí.

3.-Sinodalidad es caminar juntos:

Hemos escuchado, en el evangelio de San Lucas, el conocido relato de los discípulos de Emaús. Ellos vienen derrotados y desanimados de Jerusalén por la muerte de Jesús; se han acabado sus ilusiones y esperanzas, vuelven a su vida habitual después de haber conocido y seguido al Señor. Pero Jesús se les aparece, quiere hacer experiencia de sinodalidad con ellos al ponerse a caminar junto con aquellos discípulos desanimados y derrotados.

En ese caminar juntos, en experiencia del sinodalidad, el Señor Resucitado les explica las Escrituras, les aclara el misterio pascual de su persona, va encendiendo poco a poco en ellos la esperanza y el amor, hasta que finalmente comparte con ellos el pan, momento en el cual se les abrió el entendimiento y lo reconocieron. Entendieron y se dieron cuenta que sus corazones ardían mientras Jesús caminaba junto a ellos. Después de sentirse renovados y animados por el Señor, vuelven a Jerusalén a anunciar y a compartir con los demás discípulos ese encuentro y caminar transformante junto a Jesús Resucitado.

Hermanos, para este camino sinodal que hoy iniciamos en toda la Iglesia, y esta primera fase en nuestra diócesis, el Señor nos invita a caminar junto a él, a dejarnos acompañar y a dejarnos abrir la mente y entendimiento.

Nos llama a dejarnos iluminar por la Palabra y a encendernos en su amor que nos impulse y anime a cumplir nuestra misión evangelizadora y eclesial con pasión, ardor, generosidad y verdadero compromiso. Caminemos junto a Jesús, animados por su Espíritu que guía y vivífica a su Iglesia.

Finalmente quiero compartir un breve pensamiento respecto a las palabras clave de este proceso sinodal y que están presentes en el tema del mismo: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”:

1. Comunión: esta realidad y experiencia expresa la naturaleza misma de la Iglesia: somos Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo que vive en común unión y camina en la fe, la esperanza y el amor.

2. Participación: es expresión de la unión de la familia humana con Dios; es implicarnos y compartir activamente la misión de la Iglesia, pues todos tenemos como bautizados una misma dignidad, pero distintas funciones de las que podemos y debemos participar activamente nivel eclesial.

3. Misión: es llevar a término la tarea esencial de la Iglesia que es evangelizar; y ésta se realiza unidos en comunión y participando todos como miembros de la comunidad eclesial. Para ello, y de esta forma, somos enviados.

Hermanos, toda la acción de la Iglesia brota, se alimenta y fortalece desde la Eucaristía. Ella es el sacramento de comunión y de unidad por excelencia; la Eucaristía es fuerza e impulso para cumplir la misión que el Señor nos ha encomendado. Participando de un mismo pan y de un mismo cáliz, sintámonos convocados, unidos y enviados a este proceso sinodal, especialmente en esta fase diocesana que hoy iniciamos. Caminemos juntos, escuchémonos unos a otros, aportemos lo mejor de nosotros mismos, y seamos dóciles al Espíritu que quiere renovar y revitalizar a su Iglesia hoy y siempre.