Actuar como María: amparo y fortaleza del creyente

Este jueves 27 de julio, la Diócesis de Ciudad Quesada peregrinó a los pies de la Virgen de los Ángeles, como parte de la Novena en Honor a la Patrona de Costa Rica.

Cientos de fieles y clero de la Diócesis salieron muy temprano desde distintas parroquias para dar inicio a las 11 a.m. a la Eucaristía en la Basílica de los Ángeles. El tema de la celebración fue: María, amparo y fortaleza del creyente.

La homilía preparada por el Obispo diocesano, Monseñor José Manuel Garita, fue leída por el Vicario General, el Padre Albán Arroyo. “María es la mujer, la madre y la discípula fiel, por eso es capaz de actuar como amparo y fortaleza para nosotros creyentes, pues nos inspira, anima e impulsa en la experiencia de la fe”, destacó el mensaje.

En María, esa mujer que dijo sí al Señor, vemos la esperanza y la promesa de que Dios hará nuevas todas las cosas, en el aquí y el ahora que nos toca vivir. Por el eso el mensaje homilético habló de los retos que la Diócesis enfrenta, y que el Obispo ha ido conociendo a partir de su contacto cercano en las comunidades, gracias a su labor en celebraciones, más aún, en las Visitas Pastorales, en las cuales dedica varios días a compartir cada experiencia de fe de las Parroquias.

“Los creyentes, que creemos y nos alegramos en el Señor, tenemos anhelos de justicia, de paz, de igualdad y de desarrollo integral, donde la persona y su dignidad sean el centro de todas las decisiones socioeconómicas”, dijo el Padre Albán a los fieles asistentes a la Eucaristía.

Dentro de los desafíos señalados para esta Iglesia particular, se indicó: “impacta a un cristiano identificar que el 28.7% de la población que habita en nuestra Diócesis está en la línea de pobreza. Dentro de una visión de Ecología Integral, donde lo que importa es el ser humano con rostro, y no como parte de una estadística, apena conocer que 3 de cada 10 personas que habitan en la Zona Huetar Norte tienen serias limitaciones para vivir de forma digna”.

Igualmente, se señaló: “Nuestra Zona Huetar Norte se destaca por la riqueza que genera, pero la misma no está siendo motor de auténtico desarrollo integral. Esto se ve reflejado en la realidad del desempleo que afecta a 1 de cada 10 personas económicamente activas, según los datos oficiales que leemos en documentos emitidos por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos”.

Monseñor Garita, en su mensaje aportó: “Cuando me desplazo por las grandes extensiones de la – Diócesis, observo admirado y preocupado las cantidades de hectáreas sembradas con monocultivos que son importantes rubros de producción – y exportación, y que generan excelentes resultados económicos. Pero, desde el punto de vista ético, las preguntas serían: ¿A qué costo se da esta producción? ¿A cuántos beneficia? ¿Cuál es su real impacto en el equilibrio y en la salud de la casa de todos que es el ambiente? Hay que tener mucho cuidado con los riesgos de contaminación ambiental por los tipos de insumos que se pueden estar utilizando”.

Sin embargo, añadió: “para ser justo, hay empresas en nuestra zona que tratan de actuar con verdadera responsabilidad laboral, social y ambiental, y esto hay que reconocerlo y destacarlo también”.

Esta reflexión nos debe poner a pensar a todos: “Al señalar las anteriores situaciones, quiero hacer eco, como pastor, de la preocupación de la Iglesia a causa del que ve pasar su vida trabajando sin percibir un justo reconocimiento a su labor, del llanto de los que contemplan a diario el plato vacío urgidos por los clamores de las necesidades básicas insatisfechas, de una tierra norteña que no solo debe oler a piña, caña, naranja o estiércol, sino a vida con dignidad, en una sociedad cada vez más dignificada”.

En la homilía se apuntó a la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco, como llamado de atención para vivir un desarrollo integral real, donde se proteja el medio ambiente, y donde la persona esté en primer lugar.

“Pidamos al Señor, en esta Eucaristía, que nos conceda la sabiduría, el discernimiento y la sensatez para actuar de esta forma, al amparo de nuestra Madre, mujer valiente y de fe, para que siga protegiendo a esta nación y, en particular a nuestra Diócesis, lugares que ha bendecido con inmensas riquezas humanas, naturales y ambientales, las cuales hemos de utilizar y aprovechar como verdaderos discípulos de Jesús -conscientes y responsables- sabedores de que de todo lo que hemos recibido de Dios habremos de darle cuenta. Actuemos, pues, como hombres y mujeres de fe, a semejanza de María, discípula fiel, amparo y fortaleza de nosotros los creyentes”, cerró el mensaje.