Concertación nacional

Costa Rica siempre ha salido adelante de sus crisis y pruebas con gran sentido de sensibilidad, unidad, solidaridad y generosidad nacional. Hagamos lo mismo, ahora no puede ser la excepción. Hagamos lo mismo, ahora que el país se debate ante cifras y situaciones vergonzosas de desempleo, desigualdad, pobreza, desequilibrio fiscal.

La única vía es la de crear un espacio de concertación nacional, de convergencia, de unidad o como quieran llamarle. Es un encuentro, quizás extraordinario, aunque hunde sus raíces en la Costa Rica solidaria, la Costa Rica de grandes acuerdos, la Costa Rica que siempre ha pensado en la justicia y la paz social, y que ha sabido reunir en sus momentos más críticos a diferentes sectores para dialogar y acordar el rumbo por el cual debemos transitar.

Hace unas semanas, en un comentario que realicé en el programa Panorama de la Cámara Nacional de Radio, decía: “El sombrío panorama que se teje para Costa Rica sobre distintos indicadores, obliga que ingresemos a la ruta de un nuevo pacto social, sin politiquerías, sin intereses particulares, sin cálculos, sin mezquindades”.

Es momento de que entendamos que sólo podemos alcanzar bienestar si a todos se nos respetan los derechos fundamentales, si todos tienen acceso a un empleo digno, a condiciones de vida justas. No se puede si estas condiciones sólo aparecen para unos pocos. Requerimos que entre todos construyamos ese camino de unidad que albergue las mayores posibilidades de progreso para todos.

Para empezar a fijar esta ruta, debemos centrarnos en la persona humana, en su dignidad y en su bienestar integral. No puede desarrollarse ningún programa país, si no se tiene al ser humano como su fundamento.

Si algunos hablan de “nueva normalidad”, por causa de la pandemia, lo que no puede ser normal es excluir los principios de justicia y de igualdad de nuestra sociedad. Si antes de la pandemia, ya de por sí algunos de los principios consagrados en defensa de la persona humana estaban en peligro, en medio de esta crisis pandémica, y después de ella, debemos volver a establecer dichos principios con más ahínco.

“En un mundo distinto, dominado por la solicitud por el bien común de toda la humanidad, o sea por la preocupación por el ‘desarrollo espiritual y humano de todos’, en lugar de la búsqueda del provecho particular, la paz sería posible como fruto de una ‘justicia más perfecta entre los hombres’”, decía San Juan Pablo II, en su Encíclica Sollicitudo rei socialis, numeral 10.

La Iglesia siempre ha tenido una profunda preocupación social, sobre la cual el desarrollo de la sociedad y del ser humano sólo se logra mediante un respeto auténtico a la persona humana. De esto nos hablaba este querido y recordado santo.

Es hora de que todos los sectores se encuentren y dialoguen. Es el momento de que se escuche la voz de todos, siempre que sea para el bien común de toda la sociedad. Es hora de concertar y tomar acuerdos que marquen quizá una nueva Costa Rica, pero una nueva Costa Rica en la que se vea fortalecida la ruta histórica de la indiscutible huella de justicia social que la ha caracterizado.

Si bien, y ya se ha dicho mucho, nadie estaba preparado para esta pandemia, y nadie pudo visualizar el escenario en que nos encontramos a causa de la enfermedad, sí podemos fijar un rumbo nuevo, ya sabemos la ruta que nos ha dado éxito en el pasado: transitemos por ella y fortalezcamos los valores del bien común en nuestro país. ¡Que Dios nos guíe e ilumine!

Fermento 122. Jueves 30 de julio, 2020