Conclusión Procesión del Encuentro y Vía Crucis, Viernes Santo 30 de marzo, 2018

Durante toda su pasión, pero, sobre todo, en su camino de cruz hasta el calvario. Nuestro Señor Jesucristo fue objeto de la violencia más brutal: latigazos, corona de espinas, peso de la cruz, ultrajes, burlas e insultos con odio y desprecio inimaginables, hasta el extremo de ser despojado de sus vestiduras en la humillación más grande para ser clavado en la cruz.

Ante tanto odio, ofensa y violencia, ¿cuál fue la respuesta de Jesús? ¿cuál fue su actitud? Ante todo, silencio y paciencia. Pero, sobre todo, su exclamación suprema fue: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Perdón, amor, reconciliación: he aquí el gran mensaje, el gran reto y la gran lección.

Hoy, Viernes Santo, aquí, delante de Jesús crucificado y a punto de morir, quiero pedir por nuestro país, por esta nación pacífica y democrática que se ha visto herida y dividida, en los últimos meses, por una campaña política violenta y ofensiva que nos ha dividido y polarizado. Jesús asume todos sus dolores de la pasión y su muerte para reconciliarnos, unirnos y pacificarnos. Por su sangre derramada en la cruz, él ha hecho de nosotros un solo pueblo.

Pidamos a Jesús, el manso y humilde de corazón, que, a partir del próximo lunes conceda a Costa Rica la gracia del perdón, de la unión y de la reconciliación. Que nos unamos todos, sin distingo alguno, para poner lo mejor de nosotros mismos a fin de sacar este país adelante. Que los valores cristianos del perdón, de la reconciliación, de la paz y el respeto a la dignidad de las personas, nos ayuden en este objetivo que es responsabilidad de todos.

Que Cristo nos pacifique con su cruz, que el Señor nos purifique con su sangre de todo odio, rencor y división. Él se ha entregado, ha padecido y ha muerto por reconciliarnos. Por ello, nosotros, los cristianos, somos los primeros que hemos de asumir estos valores y dar testimonio creíble de ellos con nuestras propias actitudes.

¡Jesús, ayúdanos a amar, ayúdanos a perdonar, como tú nos has amado y perdonado! ¡Señor, haznos de verdad instrumentos de tu paz!

¡Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos! Porque con tu santa cruz y muerte redimiste al mundo.

Amén.

Monseñor José Manuel Garita Herrera

Obispo Ciudad Quesada