
El pasado 12 de junio se celebró el Día Mundial contra el trabajo infantil. Según la Organización Internacional del Trabajo se estima que 152 millones de niños son víctimas de trabajo infantil. De estos se estima que hay 72 millones en situación de trabajo infantil peligroso.
Y hay datos que preocupan aún más: casi la mitad de los 152 millones de niños víctimas del trabajo infantil tienen entre 5 y 11 años; 42 millones (28%) tienen entre 12 y 14 años; y 37 millones (24%), entre 15 y 17 años.
Precisamente, en 2018, el gobierno de la República declaró de interés público, en Costa Rica, la estrategia para erradicar el trabajo infantil. Una cifra de la Encuesta Nacional de Hogares 2016, indicaba que nuestro país pasó de contabilizar 42 mil menores de edad en labores en el 2011 a 30 mil en ese año.
Sin embargo, la alarma mundial ha crecido, pues en tiempos de COVID-19 se podría estar empujando a los niños vulnerables al trabajo infantil. Además, el consecuente aumento de riesgos para estos niños que se ven forzados a este flagelo en estos tiempos.
El Papa Francisco, el pasado 10 de junio, en su Audiencia General, hizo un llamado a favor de los niños y niñas que son explotados en el trabajo y recordó que los menores “son el futuro de la familia humana”.
“En la actual situación de emergencia sanitaria, en varios países muchos niños y jóvenes se ven obligados a realizar trabajos inadecuados para su edad, a fin de ayudar a sus familias en condiciones de extrema pobreza. En no pocos casos se trata de formas de esclavitud y reclusión, que provocan sufrimiento físico y psicológico”, advirtió el Santo Padre. Ese día concretó: “¡Todos somos responsables de esto!”.
Son muchas las tareas que como sociedad tenemos de frente. Pero, si no protegemos a nuestra niñez, no estamos protegiendo el futuro de nuestra sociedad. Es nuestra responsabilidad garantizar los derechos de los niños, es nuestro compromiso como país asegurar su desarrollo y crecimiento, para que puedan gozar de un futuro promisorio.
En medio de esta pandemia, cuando la pobreza está en aumento y cuando el desempleo crece de forma acelerada, no podemos perder de vista que hay factores elementales para una sociedad, y uno de ellos es salvaguardar a tantos niños y jóvenes que merecen oportunidades para salir adelante. Debemos evitar que la crisis que afecta a las familias se extienda al grado de empujar a los niños al trabajo infantil.
No podemos abandonarlos, no podemos dejarlos atrás. Costa Rica debe tener entre sus prioridades la mejora de la educación para nuestra niñez y garantizar su crecimiento integral.
También, en medio de la pandemia, se ha hecho difícil el proceso educativo y han quedado al descubierto una serie de brechas entre niños con muy escasos recursos que no tienen acceso ni siquiera a lo básico para gozar de clases a distancia. Los esfuerzos del país, por tanto, deben crecer, para llenar estos vacíos. Denunciemos cuando vemos a niños que están forzados al trabajo infantil. Es deber nuestro contribuir a que estos niños dejen estas cadenas. Costa Rica debe erradicar por completo este mal. Pidamos a Dios nos guíe e ilumine, para actuar en favor de los niños, pidamos también, por medio de la oración que nos sostiene, que proteja y cuide a la niñez.
Fermento 114. Martes 23 de junio, 2020