“Habla, Señor, que tu siervo escucha”

Catedral de Ciudad Quesada, 12 de enero de 2022

Homenaje a Mons. Juan Miguel Castro Rojas, Obispo electo de San Isidro de El General

Homilía preparada por Mons. Bruno Musarò, Nuncio Apostólico en Costa Rica. Leída por Mons. José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada.

Nos encontramos en esta Santa Iglesia Catedral de Ciudad Quesada, aparentemente para “despedir” a un cura de esta Diócesis, el Padre Juan Miguel Castro Rojas quien, como nos hemos enterado, ha sido nombrado Obispo de San Isidro de El General.

En realidad, creo que no se trata de una despedida, sino más bien de una reflexión sobre el nuevo misterioso llamado de parte de Dios al Padre Juan Miguel, para un servicio más grande y más generoso a favor del Pueblo Santo de Dios.

El episodio de la vocación del pequeño Samuel, que hemos escuchado en la primera lectura de la Misa de hoy, puede iluminarnos bastante. Él había sido ofrecido al Señor por su madre Ana como agradecimiento por haberlo recibido en don a pesar de su esterilidad. El joven, pues, servía en el santuario de Silo, donde se encontraba el arca de Dios, ayudado por el sacerdote Eli. Una noche, mientras dormía, sintió llamar: “¡Samuel!” y él contestó: “¡Heme aquí!” y corrió donde Eli, pensando que había sido llamado por él. Eso sucedió tres veces y Eli comprendió que era el Señor quien llamaba al joven. Lo exhortó, pues, si volvía a llamarlo, de contestar con las palabras: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y así fue.

“Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Todo Israel, desde la ciudad de Dan hasta la de Bersebá, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor”.

De pequeño, de adolescente y de joven, también el Padre Juan Miguel experimentó en su vida esa misteriosa llamada de Dios, como Samuel. Sacerdotes amigos ciertamente y, luego, los formadores del Seminario le han ayudado a responder al Señor de la misma manera: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Y su respuesta, como sabemos, no fue cuestión de unos minutos, sino de largos años de estudio, de oración, de empeño y de perseverancia.

Entonces todos hemos conocido al cura Juan Miguel, que se ha dedicado al pastoreo del rebaño que su Obispo le había confiado. Últimamente como cura párroco de Aguas Zarcas. Ejerciendo ese ministerio, él seguía respondiendo todos los días: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Pero, hace casi dos meses, el Señor le llamó otra vez por medio del Papa Francisco, el Sucesor del Apóstol san Pedro, Obispo de Roma y, por eso, Pastor de la Iglesia Universal. Su Santidad, por su ministerio, tiene que preocuparse por la vida y la situación de todas las Iglesias particulares en el mundo, es decir las Diócesis.

El 6 de noviembre de 2020 se quedó vacante la Diócesis de San Isidro de El General, cumpliendo aquel día 75 años de edad el Obispo Mons. Gabriel Enrique Montero Umaña. El Papa, pues, ha pensado en el Padre Juan Miguel como nuevo Obispo de San Isidro. Él se encontraba tranquilo y feliz en Aguas Zarcas y no podía mínimamente imaginarse un cambio tan grande y repentino en su vida sacerdotal. Al ser preguntado si aceptaba el nuevo servicio en la Iglesia, él, reconociendo en la voz del Santo Padre la de Dios, ha contestado con la misma serenidad y gran disponibilidad como la primera vez, con la misma actitud de Samuel: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.

Juan Miguel pues, el próximo 25 de enero, recibirá la Ordenación Episcopal y será el Pastor de la Iglesia que peregrina en la Diócesis de San Isidro de El General. Él será miembro del Colegio Episcopal, es decir del Colegio de todos los Obispos los cuales, en comunión con el Papa y bajo su autoridad y en comunión entre ellos mismos, gobernarán la Iglesia fundada por Jesucristo.

Por eso les decía al comienzo que esta celebración no la vamos a considerar una “despedida”. El Padre Juan Miguel se queda con nosotros trabajando en la misma Iglesia, pero con otras responsabilidades. Es verdad que, materialmente, la Diócesis de Ciudad Quesada pierde a un cura que debe ser reemplazado por otro. Nosotros prometemos al Obispo Mons. José Manuel Garita Herrera que vamos a rezar para que el Señor suscite nuevas vocaciones en esta Iglesia particular y que haya disponibilidad generosa de parte de muchos “Samuel”.

El pasaje del Evangelio según San Marcos nos presenta en pocas líneas el comienzo de la misión mesiánica de Jesús, concretamente su primera jornada. Después de haber enseñado en la sinagoga de Cafarnaúm y curado allí mismo a un hombre poseído de un espíritu inmundo, entra en la casa de Simón y Andrés en compañía de Santiago y Juan. Aquí sana a la suegra de Simón que se encontraba con fiebre. Y añade San Marcos: “Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios… De madrugada, cuando todavía estaba muy obscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar”.

En estas palabras del evangelista, el neo-Obispo Juan Miguel tiene un punto de referencia para su ministerio episcopal: el mismo Jesús, el Buen Pastor de su pueblo, signo de la misericordia de Dios Padre.

Será mucho el trabajo; mucho más que en Aguas Zarcas. Juan Miguel, sin embargo, conoce el secreto para retomar fuerzas: retirarse a solas con Dios para orar, para escuchar su palabra y dialogar con Él.

Y nosotros también, esta noche, le aseguramos a Juan Miguel nuestro fraterno recuerdo en el altar.