Día Joven con Jesús

DÍA JOVEN CON JESÚS,

XVI Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B, 22 de julio 2018,

Redondel de Boca de Arenal, 9:00 a.m.

Queridos jóvenes:

Sinceramente doy gracias a Dios por estar compartiendo con ustedes en esta mañana y en este día que Jesús quiere dedicar a ustedes y que ustedes dedican también al Señor. Les agradezco todos los esfuerzos y sacrificios para venir hasta acá; y por darse la oportunidad de vivir este día en la fe y en comunión con nuestra Madre la Iglesia. Agradezco también al Señor por la fe, el testimonio y el compromiso de cada uno de ustedes; por su alegría, dinamismo y entusiasmo. Sigan siempre sí y hacia adelante, buscando y siguiendo a Jesús como el sentido más auténtico y la alegría más profunda de sus vidas, a Jesús el eternamente joven, el amigo que nunca les falla ni traiciona.

Mi reconocimiento y gratitud también para todos los que han estado a cargo de la organización y preparación de este “Día Joven con Jesús”; este importante y significativo encuentro de jóvenes de nuestra Diócesis, en el mes de la juventud y camino a la JMJ 2019 en Panamá. Gratitud especial para la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes que nos ha recibido este año acá en Boca de Arenal.

Estamos celebrando esta Eucaristía en el contexto del décimo sexto domingo del tiempo ordinario, y precisamente el mensaje de la Palabra nos habla de cómo Dios nos cuida y acompaña, de cómo es sensible y solidario con nosotros. Y lo hace bajo la figura de un pastor compasivo y compresivo. Dejemos que la Palabra nos siga hablando e instruyendo.

Más allá del reclamo por los malos pastores, el Señor, por medio del profeta Jeremías, en la primera lectura, anuncia que Él mismo va a cuidar y a apacentar a sus ovejas, las va a reunir y a acompañar como un verdadero pastor que trae la justicia y el derecho. Dejémonos esto en el corazón: Dios mismo, en persona, nos cuida y acompaña.

Y ese anuncio de Jeremías se hace realidad en la persona de Jesús, tal y como nos contaba San Marcos en el evangelio proclamado. Encontramos en ese relato detalles muy bellos y esperanzadores que nos hablan de la atención, sensibilidad, amor y cuidado de Jesús. Al regreso de la misión, Jesús sabe que sus apóstoles vienen cansados, por ello los invita a un lugar aparte a descansar con Él, deja que le cuenten lo que experimentaron e hicieron en la misión. Jóvenes, Jesús quiere que ustedes se encuentren con Él, que permanezcan con Él, que le cuenten las cosas de su propia vida e historia, quiere que ustedes lo hagan para que el Señor los cuide y acompañe.

Estar con Jesús es sinónimo de descanso, seguridad y tranquilidad. Noten también que Jesús se interesa por aquellas personas que lo buscaban, se interesa y preocupa sensiblemente: “se compadeció porque andaban como ovejas sin pastor”, es decir, el Señor no se desentiende o no le importa, todo lo contrario: está pendiente de nosotros, nos llama para que estemos con Él, nos cuida y acompaña. Es el Dios, el Pastor compasivo y comprensivo.

Además, nos ha dicho San Pablo, en la segunda lectura, que “Él es nuestra paz”. Jesús es nuestra paz en medio de las dificultades, confusiones, extravíos y oscuridades. Es nuestra paz que nos asegura equilibrio y armonía en nuestra vida.

De manera especial, en este “Día con Jesús”, ustedes han aceptado la invitación del Señor -al igual que los apóstoles-, de venir y estar con Él en este lugar aparte. Por ello, siéntanse tomados en cuenta y amados por Jesús. Él quiere que lo conozcan, que lo amen, que lo sigan, que hagan del Él el sentido más pleno y la alegría más profunda de sus vidas. Escúchenlo, cuéntenle sus cosas, quédense con Él, para que los cuide y acompañe siempre.

Atención, jóvenes, todo este amor, compañía y cuidado de Jesús se realiza hoy en día a través de la Iglesia y de sus pastores. De todo corazón y con plena convicción les digo: queremos acompañarlos y cuidarlos, queremos llevarlos a Jesús, conducirlos por el camino seguro de la verdad y del bien. Esta es nuestra vocación y obligación de pastores.

Por ello, como padre y pastor de esta Iglesia Particular de Ciudad Quesada, les digo e invito en este día tan especial:

1.- Para ustedes, la Iglesia es un lugar seguro para caminar, crecer, realizarse, no tener miedo y no perderse por ningún motivo. En este sentido, sientan a la Iglesia como verdadera Madre y Maestra.

2.- Para ustedes, la Iglesia es un hogar seguro. Como Jesús, los invita a estar y permanecer con Él, la Iglesia los acompaña, cuida y protege, con compasión y compresión.

3.- Por ello, les hago hoy mi llamado para que busquen a la Iglesia, como todas aquellas multitudes buscaban a Jesús, y encontrar en Él, a través de la comunidad eclesial, acogida, fortaleza, consuelo, compañía y seguridad. No caigan en el aislamiento y en la dispersión que matan, busquen más bien la experiencia de comunión que da vida; la Iglesia es comunión.

Tenemos la gracia inmensa de contar entre nosotros hoy con los signos de la JMJ y con las reliquias de sus patronos. Como signos y símbolos visibles, nos remiten a realidades profundas e invisibles. Por ello, que la cruz del Señor nos recuerde siempre nuestra indiscutible identidad de cristianos. Que el ícono o imagen de María nos recuerde que, como Ella, estamos llamados a dar frutos de fidelidad; como Ella siempre digan: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Que las reliquias de los santos patronos de la JMJ nos recuerden que todos estamos llamados a la santidad, esta es nuestra vocación común. El mundo, la Iglesia, la Diócesis necesitan de jóvenes santos como ustedes.

Finalmente, déjense acompañar por la Iglesia en el camino que los lleva al seguimiento de Jesús. Vivan siempre con alegría, generosidad, compromiso y grandeza de corazón su experiencia de fe. Lleven por todas partes la alegría y el gozo del Evangelio con su propio testimonio de vida. Que la Eucaristía sea siempre para ustedes centro, fuerza, alimento e impulso, para que sean jóvenes auténticos discípulos de Jesús, alegría de la Iglesia y testigos del amor en medio del mundo.

Que así sea. Amén.

Monseñor José Manuel Garita Herrera

Obispo de Ciudad Quesada