
Jubileo Diocesano de para los jóvenes, Domingo 26 de julio 2020, Catedral de Ciudad Quesada, 11:00 a.m.
Queridos jóvenes aquí presentes, jóvenes y hermanos todos que nos siguen por Radio Santa Clara:
En el contexto del año jubilar diocesano, por los 25 años de la creación de nuestra Iglesia Particular, que justamente celebramos ayer, nos reunimos llenos de alegría con ustedes, queridos jóvenes, para orar en esta celebración por sus intenciones, esperanzas e ilusiones, por su actividad en los distintos grupos de la pastoral juvenil y, sobre todo, por el proyecto de vida que Dios tiene para cada uno de ustedes.
Les hago un justo reconocimiento y les agradezco de corazón el liderazgo y el impulso de todos ustedes para llamar, acompañar y animar a otros jóvenes en el camino de la búsqueda de Dios y del acompañamiento que la Iglesia les ofrece como madre. En este mes dedicado a la juventud, y en nuestro jubileo diocesano, oramos y celebramos especialmente con ustedes hoy.
De manera muy oportuna y providencial, el mensaje de la Palabra de este domingo XVII del tiempo ordinario, viene al encuentro de ustedes para iluminarlos y motivarlos en su experiencia juvenil como creyentes y miembros de la Iglesia. A todos, pero especialmente a ustedes, esta Palabra nos llama a buscar lo esencial, a trabajar por el verdadero tesoro y por la perla preciosa en nuestra vida que es el Reino de Dios, que Jesús nos ha traído y proclamado.
Para dar con lo esencial, para encontrar el tesoro y la perla fina, necesitamos sabiduría, discernimiento y acierto. Justo lo que le pide Salomón a Dios cuando iniciaba como joven rey de Israel, en la primera lectura del primer libro de los reyes. Y vean qué maravilloso y providencial para ustedes hoy. El texto habla de un joven, Dios se aparece en sueños al joven Salomón y le dice: “Pídeme lo que quieras, y te lo daré”. Y Salomón, consciente de su juventud le dice al Señor: “Yo no soy más que un joven y no sé cómo actuar”. Por ello, muy acertadamente, el joven Salomón le pide a Dios sabiduría de corazón para gobernar a su pueblo y discernir entre el bien y el mal. Qué importante y extraordinaria petición: sabiduría y discernimiento para saber cómo actuar. Dones importantes y necesarios para todo en nuestra vida. Y como Dios siempre nos da más de lo que esperamos y necesitamos, además de la sabiduría y el discernimiento, otorgó a Salomón larga vida y abundantes bienes. Pidan, queridos jóvenes, sabiduría y discernimiento para descubrir qué les pide Dios, para caminar siempre por las sendas del bien, para tener acierto en sus decisiones y acciones.
Cuán necesaria es esa sabiduría y discernimiento de Dios para encontrar lo esencial, lo importante y lo absoluto en nuestra vida. Justamente es la enseñanza de Jesús, en el evangelio de Mateo, al comparar el Reino de los cielos con un tesoro escondido y con una perla fina. Lo esencial y lo absoluto son las cosas de Dios y del Reino, lo demás es accidental, secundario y relativo. Cuando encontramos y tenemos algo valioso en nuestra vida, lo cuidamos, lo guardamos y lo conservamos muy bien. Cuando deseamos algo importante para nosotros, nos sacrificamos, esforzamos y hacemos lo que sea para obtenerlo. Si así actuamos humanamente, Jesús quiere que lo hagamos con mayor diligencia y determinación en la búsqueda de los valores del Reino de Dios. Es decir, cuando encontramos a Dios, y cuando nos dejamos encontrar por Él, dejamos y vendemos lo que sea para quedarnos con ese tesoro y con esa perla fina que es Él mismo y su Reino.
Esta es la verdadera sabiduría y el verdadero discernimiento. Que no nos perdamos en tantas cosas no esenciales, no importantes, no absolutas y muy secundarias. Que tengamos acierto para dar con lo definitivo, con lo realmente valioso y trascendental; que no nos quedemos en lo aparente, pasajero y engañoso. Dios les ilumine, queridos jóvenes, para que se conduzcan siempre por esta senda que nos propone hoy Jesús, sobre todo porque ustedes tienen o están buscando un proyecto de vida desde la voluntad de Dios: quiénes ser, qué hacer, qué valores tener y practicar. Recuerden el salmo de hoy, en esta misma línea que comentamos: “Señor, para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata”.
Ojalá, también, que esa sabiduría y discernimiento de Dios nos sirvan para asumir y practicar lo que decía San Pablo en la segunda lectura de su carta a los romanos: “sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios”. Queridos jóvenes, Dios los ama infinitamente, los ama y los llama personalmente por su propio nombre; el Señor quiere que, sintiéndose amados por Él, busquen siempre el bien y lo que les haga bien. Busquen los valores que los haga crecer verdaderamente y realizarse integralmente como personas e hijos de Dios; vean y aspiren más allá de lo inmediato y aparente, en definitiva, busquen el sumo Bien que es Dios mismo, ese tesoro y la perla preciosa que es Él.
Finalmente, queridos jóvenes, una palabra más de aliento en este jubileo dedicado a ustedes. Los animo a que sigan con su papel activo de líderes juveniles en sus comunidades; es muy importante el testimonio y el impulso de ustedes para tantos jóvenes que ustedes felizmente acompañan en medio de situaciones difíciles que viven sus hermanos jóvenes. Asimismo, les insto a seguir manteniendo las reuniones y contactos con los jóvenes a través de los medios tecnológicos digitales; es muy importante y necesario el encuentro, la interacción, el apoyarse y animarse siempre, pero sobre todo en esta crisis pandémica que nos ha obligado al confinamiento y a la rutina. Ánimo, ayúdense unos a otros, compartan sus experiencias y situaciones, oren juntos para animarse y fortalecerse en el Señor. El buen testimonio de unos para con otros. es muy importante y fundamental. Estén siempre alegres, positivos y esperanzados en el Señor. Nosotros tenemos mucha fe y esperanza en lo que ustedes son y hacen; especialmente confiamos en lo que serán y harán a futuro en la Iglesia y en la sociedad.
Que el alimento que recibimos en esta Eucaristía, que es Cristo mismo, en su cuerpo y sangre, nos conceda a todos, especialmente a ustedes, queridos jóvenes, la sabiduría y el discernimiento para ver claro el camino del Reino de Dios, y podamos así encontrar los verdaderos valores, el más valioso tesoro y la perla más preciosa que es el Señor mismo con su amor, gracia y salvación para todos nosotros.
Mons. José Manuel Garita Herrera
Obispo de Ciudad Quesada