
Con honda preocupación y angustia, los obispos de Latinoamérica han mantenido una reflexión constante sobre las consecuencias graves que está deparando la pandemia en nuestras naciones.
Por medio de un mensaje se dio una manifestación desde el Consejo Episcopal Latinoamericano, presidido por Mons. Miguel Cabrejos Vidarte, O.F.M., Arzobispo de Trujillo, Perú, levantando la voz por aquellos que no lo pueden hacer.
“Hablamos desde nuestra experticia en humanismo y solidaridad, recordando que toda decisión política, económica o social tiene como fundamento la moral y, por lo mismo, repercusiones morales. Hablamos, también, mirando con esperanza en que seremos, todos juntos, capaces de construir una mejor Casa Común”, ha manifestado el Consejo.
Se han analizado cifras desconcertantes y aterradoras: se habla que al finalizar este año habrá 215 millones de pobres, esto es el 35% de los habitantes de América Latina y el Caribe, es decir, más de la tercera parte de nuestros hermanos.
Para entender un poco más esta dimensión, los obispos han expresado “más que cifras, se trata de personas que superan en número el total de la población de Brasil y equivale a más de 60 veces el número de habitantes de Uruguay”.
Esto, hermanos, sin duda alguna debe hacernos comprender la dimensión de esta problemática. Sabemos que, en esta emergencia sanitaria mundial, son los más necesitados los que más sufren, los que más dolor pasan, los que mayor incertidumbre tienen sobre su futuro.
Con acierto, los obispos latinoamericanos, entre otros temas, han clamado, unidos a la voz del Papa Francisco, que los esfuerzos por encontrar una vacuna estén al alcance de los más pobres y que estas medidas se tomen cuanto antes, en medio de la preocupación por el campo comercial y los márgenes de utilidad alrededor de esta solución médica que esperamos se concrete para beneficio de toda la humanidad.
Desde el Episcopado Latinoamericano se hace un fuerte clamor para encontrar voluntad política entre las naciones y generar acciones concretas que permitan durante esta pandemia y a más largo plazo, la unidad entre los países.
“Soñamos con una ‘Patria Grande’, latinoamericana y caribeña, integrada”, se exclama en este mensaje.
“La pobreza, la injusta distribución de la riqueza, la carencia de adecuada educación, trabajo, vivienda, salud y el deterioro del medio ambiente nos obligan a demandar, más que crecimiento, desarrollo, y un desarrollo humano integral”, esto es parte de lo que también se expresa en este mensaje.
Como vemos, los problemas con los que topamos en Costa Rica son comunes a nuestras naciones hermanas de Latinoamérica y el Caribe. El clamor por la búsqueda de soluciones es el mismo. Sólo juntos podremos salir adelante, no tenemos otra vía.
Pidamos a Dios que ilumine a nuestros gobernantes latinoamericanos para que trabajen de forma conjunta en la búsqueda de construir esa “Patria Grande”, de generar un profundo diálogo y encuentro, para superar las diferentes problemáticas que nos aquejan.
Fermento 128. Martes 8 de setiembre, 2020