La trata de personas hiere a la familia humana

La trata de personas es una plaga “una verdadera plaga que explota a los más débiles”, decía el Papa Francisco con motivo de la Jornada de Oración y Reflexión contra la trata de personas, día de la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, Patrona de las Víctimas de la trata, y que la Iglesia celebra el 8 de febrero.

El Santo Padre afirmaba que “es necesario el compromiso de todos, instituciones, asociaciones y organismos educativos” para acabar con este flagelo que golpea a toda la sociedad.

Hace pocos días, una vez más, el Papa volvió a condenar esta lacra, con motivo del Día Mundial contra la Trata de personas promovido por las Naciones Unidas, el 30 de julio. “La trata de personas sigue siendo una herida en el cuerpo de la humanidad contemporánea”, nos decía.

Esto debe crear conciencia en todos nosotros, pues son hermanos nuestros los que sufren de esta verdadera tragedia. Según informes de este organismo internacional, la mayoría de quienes sufren la trata son víctimas dentro de las fronteras de sus países.

Las mujeres representan el 49% y las niñas el 23% de todas las víctimas de trata. Debemos crear conciencia, hay que rechazar a toda costa esta situación que corrompe a la sociedad, debemos denunciar cuando sabemos que se está dando la trata.

Sabemos que a estas personas se les explota sexualmente, se les obliga a trabajos forzosos, se venden niños, se extraen órganos… se les obliga a la mendicidad.

Sabemos también que, con motivo del COVID-19, las personas que combaten este flagelo han tenido mayor dificultad para desarrollar su trabajo, dadas las restricciones impuestas en cada país. A ellos, que el Señor les bendiga por esta tarea de proteger al ser humano y su dignidad.

Lamentablemente, la pandemia también expone a muchas más personas que, por la desesperación de buscar un trabajo, alimento y mejores condiciones de vida, a veces caen en esta trampa.

La vulnerabilidad social de las personas más pobres, de las que viven en zonas fronterizas, o que buscan otro lugar para vivir mejor, las expone más aún a caer en estas garras.

Debemos entender que esto hiere a la familia humana. Esto es un delito y es pecado, a la vez. Debemos combatirlo con todas las fuerzas. Mucho ojo a esas ofertas deslumbrantes que aparecen para cambiar la vida de la noche a la mañana; mucha atención a eso que el mundo muchas veces propone como muy fácil… mucho cuidado porque así se convierten en víctimas muchas personas que buscan un futuro mejor.

Debemos combatir este cáncer de la sociedad procurando mejores condiciones de vida y buscando mayor igualdad y justicia, para que las personas no caigan en este mal. Pensemos en un mejor futuro para nuestros niños y jóvenes.

Ojalá se procure también la mayor colaboración entre países. Es importante que los gobiernos asuman esto como una prioridad.

Pidamos al Dios de la vida que nos ilumine para tomar las mejores decisiones en favor de las personas, especialmente de las más vulnerables.

Fermento 125. Martes 18 de agosto, 2020