

Al concluir la procesión del Encuentro y el Vía Crucis, celebrado entre las parroquias de San Martín, San Roque y Catedral, nuestro Obispo reflexionó sobre la Pasión que vivió nuestro Señor Jesucristo.
“Durante toda su pasión, pero, sobre todo, en su camino de cruz hasta el calvario. Nuestro Señor Jesucristo fue objeto de la violencia más brutal: latigazos, corona de espinas, peso de la cruz, ultrajes, burlas e insultos con odio y desprecio inimaginables, hasta el extremo de ser despojado de sus vestiduras en la humillación más grande para ser clavado en la cruz”, describió.
Pero fue el “silencio” y la “paciencia” el modo en que Jesucristo respondió a “tanto odio, ofensa y violencia”, según manifestó Monseñor José Manuel Garita, quien además agregó que la “exclamación suprema fue: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Para nuesta vida práctica el perdón, el amor y la reconciliación son “el gran mensaje, el gran reto y la gran lección”, exhortó nuestro Pastor.
En este Viernes Santo y delante de Jesús Crucificado, Monseñor Garita quiso pedir por Costa Rica.
“Quiero pedir por nuestro país, por esta nación pacífica y democrática que se ha visto herida y dividida, en los últimos meses, por una campaña política violenta y ofensiva que nos ha dividido y polarizado”, expresó.
Indicó que “Jesús asume todos sus dolores de la pasión y su muerte para reconciliarnos, unirnos y pacificarnos”.
Es -dijo Monseñor- por la sangre de Jesucristo derramada en la cruz, que “ha hecho de nosotros un solo pueblo”.
De tal modo y una vez Costa Rica elija Presidente, nuestro Obispo pide a Jesús que conceda “la gracia del perdón, de la unión y de la reconciliación. Que nos unamos todos, sin distingo alguno, para poner lo mejor de nosotros mismos a fin de sacar este país adelante”.
Finalmente, exaltó los valores cristianos del perdón, de la reconciliación, de la paz y el respeto a la dignidad de las personas, como manifestaciones concretas para que “nos ayuden en este objetivo (de unidad) que es responsabilidad de todos”.
Monseñor oró con las siguientes palabras: “Que Cristo nos pacifique con su cruz, que el Señor nos purifique con su sangre de todo odio, rencor y división. Él se ha entregado, ha padecido y ha muerto por reconciliarnos. Por ello, nosotros, los cristianos, somos los primeros que hemos de asumir estos valores y dar testimonio creíble de ellos con nuestras propias actitudes.
¡Jesús, ayúdanos a amar, ayúdanos a perdonar, como tú nos has amado y perdonado! ¡Señor, haznos de verdad instrumentos de tu paz!”.