Monseñor Garita nos pide morir a la violencia, el odio y la intolerancia


“Con esta sencilla y austera, pero solemne e impresionante celebración de pasión del Señor, iniciamos el sagrado triduo pascual. Hoy, Viernes Santo, es un día único para la Iglesia. No se celebra la Eucaristía, no se administran los sacramentos, el templo catedralicio está en total austeridad, no hay cruz, candelabros, ni mantel en el altar. No hay nada, para no desenfocar nuestra atención del misterio más grande de amor: la pasión de Jesús, su muerte gloriosa y salvadora”.

Así inició Monseñor José Manuel Garita su discurso homilético en este Viernes Santo de la Pasión del Señor.
Describió los cuatro momentos de esta celebración única, profunda e intensa: la proclamación de la Palabra de Dios centrada en la pasión, la oración universal de los fieles, la adoración de la cruz y la sagrada comunión.

Por medio de la Palabra se nos muestra “cuánto valemos cada uno de nosotros para Dios. Valemos y tenemos el precio, ni más ni menos, que de la sangre de su Hijo derramada por nosotros en la cruz”.
Destacó Monseñor que “la pasión de Cristo no es un fracaso, es más bien su glorificación, es exaltado en la cruz, se le presenta como un Rey, por ello, reina desde la cruz para salvarnos. El crucificado es Dios, por eso su muerte es triunfo glorioso para nosotros. Hoy contemplamos a Jesús levantado en la cruz, él nos atrae con la fuerza transformante del amor de Dios, dejémonos atraer siempre por su amor infinito. Sólo este Dios-Hombre nos puede salvar, sólo de él puede venir vida eterna”.

Por medio de la Oración Universal, nuestro Pastor señaló “que la Iglesia hace abrazada a la cruz salvadora de Jesús, porque sabemos que sólo desde la cruz obtenemos salvación. Y es una oración universal: por todos, por todo el mundo, porque Jesús, desde la cruz, quiere ser salvación para todos, sin diferencia ni distinción”

Al reflexionar sobre la Adoración de la Cruz apuntó: “Propiamente no adoramos la cruz, sino a Aquél que murió en ella, porque no es la cruz la que tiene poder salvífico, sino Aquél que murió en ella. Se trata de un acto de fe y amor, de reconocimiento de la realeza salvadora de Cristo, de su infinito amor que nos ha redimido y perdonado”.
Asimismo, con la comunión eucarística, nuestro Obispo indicó que es un momento que “nos hace entrar en la alianza nueva y eterna sellada con la sangre del Cordero de cuyas bodas eternas esperamos gozar en el cielo, con la misma esperanza del ladrón arrepentido a quien Jesús le prometió el paraíso desde la cruz”.

Al reflexionar sobre este Viernes Santo, como lo ha hizo durante la Cuaresma y como lo ha hecho en estos días santos, Monseñor Garita nos pide pasar de las palabras a los hecho teniendo de frente la pasión y muerte de Cristo.
Además destacó que a Jesús, lo “amamos y adoramos en esta nación” y por ello le pedimos que “nos haga participar de su muerte gloriosa, para que sepamos morir a toda violencia, odio, rencor, división, enfrentamiento e intolerancia”.

“Oremos para que siempre reinen entre nosotros los valores humanos y cristianos del respeto, el perdón, la reconciliación, la unidad, la comunión y la paz, a fin de que vivamos y practiquemos de verdad su mensaje de amor los unos para con los otros”, dijo el Obispo de Ciudad Quesada.