No a la xenofobia

“Los miedos y los prejuicios —tantos prejuicios—, nos hacen mantener las distancias con otras personas y a menudo nos impiden ‘acercarnos como prójimos’ y servirles con amor. Acercarse al prójimo significa, a menudo, estar dispuestos a correr riesgos, como nos han enseñado tantos médicos y personal sanitario en los últimos meses”.

Este es solo parte del mensaje del Papa Francisco dedicado a la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado que la Iglesia celebrará el próximo 27 de setiembre bajo el lema: “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados internos”.

En medio de la pandemia, reconoce el Papa, y reconocemos todos en la sociedad, que la población migrante es una de las tantas afectadas por esta crisis. Personas que se desplazan por mejores condiciones de vida, y también laborales, han visto truncadas estas aspiraciones. Esto es solo para poner un ejemplo de la afectación.

Por eso, como bien lo exalta el Santo Padre, debemos dejar atrás los miedos y prejuicios. En nuestra sociedad vivimos estos últimos días lamentables acontecimientos que generan rechazo al otro. Evidentemente, esto no es nuevo, pero la crisis sanitaria que vivimos provoca que algunos de estos hechos se incrementen. Los migrantes, al igual que nosotros, son afectados por la pandemia, y solo juntos podremos salir de esta emergencia.

El 23 de julio del año pasado, en este mismo espacio Fermento, dedicaba mi mensaje a los migrantes, y como lo hice entonces, hoy lo repito: son nuestros hermanos. En aquel momento señalé una realidad que hoy se repite: “Son muchas las noticias que nos golpean sobre los millones de personas migrantes. Y en ocasiones, nuestra actitud en comentarios, nuestra presencia en redes sociales, o bien, la sola indiferencia, en nada contribuye a fomentar el clima de paz y respeto que merece todo ser humano”.

Precisamente, nos dice el Papa Francisco: “La pandemia nos ha recordado que todos estamos en el mismo barco. Darnos cuenta que tenemos las mismas preocupaciones y temores comunes nos ha demostrado, una vez más, que nadie se salva solo. Para crecer realmente, debemos crecer juntos compartiendo lo que tenemos, como ese muchacho que le ofreció a Jesús cinco panes de cebada y dos peces… ¡Y fueron suficientes para cinco mil personas! (cf. Jn 6,1-15)”.

La situación crítica que vivimos por la pandemia, especialmente en la Zona Norte, supone nuestra mayor responsabilidad. Debemos cuidarnos unos a otros. Debemos tener una verdadera actitud cristiana.

El año pasado, un informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) hablaba de que más de 70 millones de personas se veían obligadas a huir de sus hogares debido a la violencia o la persecución.

Detrás de esa cifra hay seres humanos y es lo que no podemos perder de vista. Hoy muchos salen de algunos países para buscar atención médica, para buscar comida. El motor que les mueve a dejar su patria sigue siendo, en medio de la pandemia, acceder a mejor calidad de vida.

Cuidando unos de otros es la mejor manera como podremos vencer esta enfermedad, como podremos superar dificultades y mejorar la condición de vida propia y la de otros. Que esta pandemia nos ayude a ser más humanos, a entender las dificultades que muchos viven, y a tender la mano como Jesucristo.

Fermento 113. Martes 16 de junio, 2020