Raíces y valores

El pasado 15 de setiembre, se develó en la Plaza de las Garantías Sociales en San José, un busto en honor a Monseñor Víctor Sanabria Martínez, hombre de profunda fe y quien, con su aporte, contribuyó también a la creación de la Costa Rica que hoy conocemos, basada en profundos valores, en el reconocimiento de las garantías sociales y en instituciones que han hecho grande a nuestra sociedad.

El aporte de quien fuera reconocido como Benemérito de la Patria, desde el año 1959, está cimentado desde luego en la fe y un compromiso profundo por servir a la sociedad y tiempo en que le correspondió vivir.

Monseñor Sanabria es una figura reconocida por la defensa de los valores que han construido la Costa Rica que hoy conocemos y que estamos obligados a fortalecer. Esa Costa Rica en que se cimentaron garantías para el auténtico bien común de todos, no de unos cuantos; la Costa Rica solidaria, justa, defensora de valores y arraigada en Dios.

Nombrado segundo obispo diocesano de Alajuela y posteriormente segundo arzobispo de San José, Sanabria Martínez es una de esas figuras que nuestro país debe recordar y a la cual hay que agradecer su aporte. Por eso, el homenaje recibido en una fecha tan especial, como lo es el 15 de setiembre, rinde tributo de manera merecida y justa a la figura de un hombre de fe, de un ciudadano y de un pastor de la Iglesia.

En una de las décadas más importantes y difíciles de la historia costarricense, el aporte de Monseñor Sanabria es invaluable, tanto en la construcción de importantes hitos, como en la mediación de conflictos. Su voz fue fuerte y clara y, a la vez, fue escuchada.

Gracias a la Doctrina Social de la Iglesia, Costa Rica tiene profundas raíces que han guiado su rumbo. Esta visión fue posible por la convicción de nuestros antepasados y por las diferentes luchas que se emprendieron, por distintos líderes del campo político y religioso. Desde luego, toda esta reforma se forjó en el ser costarricense y ha sido defendida por nuestra sociedad desde entonces.

Cuando enfrentamos un profunda crisis sanitaria, económica y social, debemos volver nuestra mirada a las raíces que consolidaron nuestra nación. Debemos unirnos alrededor de los valores que han hecho grande a Costa Rica.

Al pensar en Monseñor Víctor Sanabria Martínez, indiscutiblemente hay un reconocimiento de la huella profunda que dejó. En el acto de develación de su busto, estuvo presente Carlos Alvarado, presidente de la República; Eduardo Cruickshank, presidente de la Asamblea Legislativa; Johnny Araya, alcalde de San José; Mons. José Rafael Quirós, Arzobispo de San José; otras autoridades y varios de los obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

Constatamos en este acto lo importante de hacer memoria histórica, para fijar el futuro que está en nuestras manos. Hoy el país requiere de grandes decisiones y transformaciones para afrontar la pandemia y lo que viene post pandemia.

Un buen punto de partida, a propósito de nuestras raíces y valores, es observar y poner en práctica lo que nos dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica, numeral 164: “De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido”. Esto es como lo explica el mismo numeral: “por bien común se entiende el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección”.

Trabajemos unidos por el bienestar de todos, sin dejar a nadie atrás, pensando como una nación en la que unos y otros buscamos el desarrollo integral, la justicia y la paz.

Fermento 130. Martes 22 de setiembre, 2020