
Monseñor José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada, presidió en la Catedral la Solemnísima Vigilia Pascual.
“Nuestro Dios es Dios de vivos, no de muertos. No es un Dios fracasado, sino resucitado y glorificado. Por eso no nos quedamos en la oscuridad ni en el silencio del viernes y del sábado santo, estamos pasando hacia la aurora del gran día de la resurrección, del domingo de la victoria, de la luz y la alegría suprema”, introdujo en su homilía.
Describió los diferentes momentos de la Vigilia: “Hemos comenzado con la bendición del fuego y de la luz que irrumpe en las tinieblas de la muerte. Hemos cantado el pregón pascual que nos ha hablado de la victoria de Cristo en la resurrección y de la redención de la que hemos sido objeto por el misterio pascual. Hemos escuchado bellos e ilustrativos textos de la Palabra de la Palabra de Dios que, paso a paso, momento a momento, nos han llevado por toda la historia de la salvación, desde la creación a la redención, para hacernos ver el paso de Dios”.
Por medio de un rico discurso homilético (que puede observar completo en la sección La Voz del Pastor), dio criterios prácticos sobre cada una de las lecturas escuchadas que nos hacen comprender la acción de Dios en nuestras vidas.
“La acción del Espíritu de Dios nos va a purificar y vivificar. Por supuesto, hemos sido purificados por la sangre de Cristo, hemos sido lavados por el agua del bautismo que nos ha dado vida nueva, la vida de Dios, por eso debemos tener un corazón nuevo”, expresó.
Con el Evangelio llegó “el gran anuncio del triunfo de Jesús que ya no está en el sepulcro porque ha resucitado. Se ha manifestado la omnipotencia de Dios en la pascua de su Hijo. Levantado y victorioso del sepulcro, Jesús nos da una vida radicalmente nueva y luminosa”.
Es aquí como Monseñor Garita acostumbra en sus homilías darnos la guía para que nuestro diario vivir refleje ese ser cristiano, pues la invitación es radical y clara.
“La pascua de resurrección nos invita a ser hombres y mujeres nuevos en Cristo, con nuevos criterios y motivaciones, con deseos de transformar el mundo y la sociedad, pasando del egoísmo a la fraternidad, de la violencia a la paz, del odio al perdón, del enfrentamiento a la reconciliación. Una humanidad nueva que se centre en valores morales y espirituales y no simplemente en los criterios pasajeros del materialismo, del poder y del placer, será una humanidad donde se viva la esperanza y el deseo de trabajar por un mundo mejor”, manifestó el Obispo.
“Resucitar con Cristo es darnos el chance a ser diferentes y renovados. Resucitar es correr el riesgo de transmitir al mundo vida, alegría y esperanza en medio de tantos signos de muerte, tristeza y pesimismo”, exhortó.
Es así como ante las elecciones, “desde nuestra visión cristiana y valores de fe”, Monseñor explicó:
“Sólo Cristo Resucitado con su novedad de vida -que es luz, verdad, transparencia y amor- podrá inspirarnos y ayudarnos a sacar adelante este país con el compromiso y colaboración de todos”.
El llamado a nosotros ciudadanos es directo: “debemos ejercer nuestro derecho y deber al voto, para fortalecer la democracia y expresar la responsabilidad que todos tenemos para contribuir con los retos y desafíos que tiene por delante nuestro país. Con la indiferencia, el ausentismo y abstencionismo, estaríamos diciendo que no nos interesa el país; estaríamos dando un anti-testimonio cristiano de no comprometernos -con los valores del evangelio- a colaborar en la transformación de una sociedad costarricense que siempre aspire a la libertad, la justicia, la igualdad y al bien común”.
Por último, como lo ha hecho toda la Semana Santa, Monseñor José Manuel nos llama a la unidad.
“Elijamos a quien elijamos hemos de trabajar fuertemente por la unidad y la reconciliación de este país, que se ha polarizado y desgastado dolorosamente en el proceso electoral. Hemos de dejar atrás diferencias, enfrentamientos y rencores, para dar paso a la unión y a la integración, todos bajo la única bandera de la patria. Y en esto, los cristianos tenemos valores de altísimo precio con los cuales podemos y debemos contribuir: Cristo vida nueva, Cristo nuestra pascua, nos ha reconciliado en virtud de su muerte y resurrección, ha hecho de nosotros un solo pueblo llamado a vivir en el amor, la comunión, la unidad, la concordia y el servicio para bien de unos y otros”.
El Obispo cerró orando por Costa Rica “que siempre se ha inspirado y apoyado en los valores cristianos de la fe, para que sigan reinando entre nosotros la paz, la democracia, la igualdad, la justicia social, el respeto y la tolerancia. Sólo así podremos renovarnos y recomponernos”.
Además, pidió para que “la Eucaristía produzca en nosotros los frutos de la pascua salvadora de Jesucristo: vida nueva, santidad, fidelidad, transparencia, superación del pecado y del mal, pero, sobre todo, crecimiento en la gracia por el amor de Dios en el que vivimos y del cual hemos de dar testimonio por la vida nueva en Cristo Resucitado que queremos anunciar y compartir con todo el mundo, especialmente con nuestro país en los momentos y circunstancias actuales que vivimos”.