“Sacerdote es el que sirve”

En la Solemne Misa Crismal de este Jueves Santo 29 de marzo, Monseñor José Manuel Garita Herrera destacó que es una “celebración única y profundamente significativa”.

Nuestro Obispo señaló un triple carácter o significado de la Misa Crismal: se trata de una celebración eclesial, sacramental y sacerdotal. Veamos a continuación.

Eclesial: “La Eucaristía, por definición y origen, es siempre eclesial, pero hoy, de manera particular, empezando por el Papa y continuando por todos los obispos y catedrales del mundo, cada Iglesia Particular o diócesis se reúne como pueblo santo de Dios y asamblea sacerdotal, entorno al obispo -principio y fundamento visible de unidad y comunión- para poner de manifiesto la sacramentalidad, la unicidad y la santidad de la Iglesia”.

El Obispo de Ciudad Quesada resaltó que la “comunidad eclesial la conformamos todos los fieles -laicos y ordenados- que tenemos una identidad y misión propias. Identidad de ser pueblo de Dios. Y misión de evangelizar y servir, a semejanza de Jesucristo”.

Sacramental: “En el contexto de la Eucaristía -sacramento fontal y central de la Iglesia- el obispo bendice hoy los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, y consagra el santo crisma. En efecto, la única Iglesia de Jesucristo, sacramento visible del Padre, se sostiene, alimenta y nutre de la gracia de los sacramentos, pues, su ser y misión no son de origen humano, sino divino, por tanto, sólo se mantiene y crece con la gracia de Dios”.

Monseñor Garita describió que “el óleo de los catecúmenos ungirá a los que serán bautizados y entrarán a formar parte de la Iglesia. El óleo de los enfermos fortalecerá y consolará a quienes padecen sufrimiento, dolor y enfermedad; el santo crisma sellará y consagrará a quienes sean bautizados, confirmados y ordenados, al mismo tiempo que se dedicará exclusivamente al uso sacro templos y altares”.

Por medio de sus palabras Monseñor nos llama a poner la confianza en el Señor “que sigue animando y santificando a su Iglesia por medio de los signos sacramentales que le comunican su gracia”.

Sacerdotal: “La Misa Crismal es la celebración por excelencia del pueblo sacerdotal que es la Iglesia. Hoy recordamos y celebramos el sacerdocio único de Jesucristo que se perpetúa en la Iglesia”.

Monseñor destacó que “sacerdocio es sinónimo de servicio” y exhortó diciendo que “sacerdote es el que sirve, el que cumple una misión por vocación e identidad propia, sea laico u ordenado”.

Este servicio y misión a la que somos llamados debe incidir en la sociedad, en la Iglesia, en el mundo y Monseñor Garita la describió en tres áreas: evangelizar, hacer el bien y dar testimonio.

Evangelizar: “Todos nosotros, como pueblo de Dios y miembros de la única Iglesia de Cristo, tenemos la misión esencial e ineludible de evangelizar, de hablar de las cosas de Dios y de la fe, aunque algunos se incomoden y nos quieran callar. Recordemos la sentencia del apóstol Pablo: ‘Ay de mí si no anuncio el evangelio'”.

Hacer el bien: “en medio de tanto dolor, sufrimiento y violencia -a semejanza de Isaías- nosotros somos enviados a hacer obras concretas de caridad y amor: curar corazones quebrantados, proclamar el perdón, anunciar libertad a los que viven cautivos por cualquier causa, consolar afligidos y pregonar el año de gracia del Señor. Como Iglesia -madre y experta en humanidad- estamos llamados a ser sensibles, cercanos, caritativos y misericordiosos, llamados a hacer patente la redención y la salvación de Dios para quienes más sufren y necesitan”.

Dar testimonio: “La vida y la fe cristiana es eso: vida, un estilo concreto de vivir que se manifiesta a través de un testimonio personal y comunitario. Porque la fe es vida y testimonio, el cristianismo no se puede esconder en el ámbito de lo privado, no se le puede desvincular de la realidad del mundo, de la sociedad, de la cultura, la política y la economía; no se le puede ‘archivar’ dentro de las paredes de un templo o sacristía. La vida de fe y el testimonio cristiano están llamados a renovar y transformar el mundo para bien, para hacerlo más humano, solidario y caritativo”.

Por último, desde su corazón de Pastor, Monseñor Garita le habló a sus colaboradores más cercanos, los presbíteros, sobre el signo de renovación de las promesas sacerdotales.

“Queridos Padres, hoy ustedes se comprometen, una vez más, a renovarse, a ser fieles y honrados en su ministerio, a servir por amor a Cristo y a la Iglesia, a conducir a este pueblo santo por los caminos de Dios y hacia la vida eterna. Que el Señor renueve en ustedes la gracia sacramental que recibieron por la imposición de manos; los anime e impulse, con la fuerza del Espíritu, para que siempre sean buenos, fieles y santos sacerdotes, verdaderos y eficaces ungidos del Señor para bien de la Iglesia, en especial de nuestra amada diócesis”.

Explicó Monseñor que el pueblo sacerdotal camina, se alimenta y cumple su misión gracias a la Eucaristía “para que vivamos en unidad y comunión, para que demos testimonio de amor y solidaridad, para que cumplamos fielmente -aquí y ahora- nuestra misión de evangelizar y servir, para lo cual el Señor ha fundado y constituido su Iglesia que somos todos nosotros”.