
Como nunca antes, en el año 2020 se dieron situaciones que pusieron a prueba a toda la humanidad. Distanciamiento físico, situaciones de dolor por la enfermedad, el drama de la muerte, aumento de desempleo y pobreza, afectación en distintos ámbitos como la educación, el turismo, la producción en distintos sectores, en fin. Podríamos enumerar una larga lista de hechos provocados por una pandemia sin precedentes.
Es posible que durante varios años veamos los efectos y consecuencias del daño causado por el COVID-19. Recién, hace pocas semanas, se anunció la implementación de la vacuna, y pasarán meses para poder ver su efecto preventivo. Aún así, acabará este año e iniciará el 2021 y, la pandemia no habrá terminado. Tenemos que seguir cuidándonos y extremando medidas sanitarias para enfrentar esta enfermedad.
Si pudiéramos repasar lo que ha dejado el año que está pronto a terminar, es sano hacer una reflexión alrededor de nuestros actos. ¿Cuán cuidadosos hemos sido de nuestra propia vida y de la vida de los demás? ¿Cuán solidarios nos hemos mostrado ante el dolor que vivieron nuestros familiares, cercanos, vecinos y el prójimo en general?
Esta pandemia debe sensibilizarnos como humanidad para saber que toda vida cuenta, para ser conscientes de que no podemos salir adelante por sí solos. Como nunca antes, debemos comprender que habitamos una casa común y que todos somos hermanos. Como nunca antes, unos y otros, personas de toda raza, credo o posición social se vieron afectadas por el COVID-19. Como nunca antes, el mundo vio la profunda conexión de una sola humanidad.
Sin embargo, el Papa Francisco, nos recuerda que estas lecciones a veces se olvidan.
“Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío. Además, no se debería ignorar ingenuamente que la obsesión por un estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca. El “sálvese quien pueda” se traducirá rápidamente en el “todos contra todos”, y eso será peor que una pandemia”, nos decía el Santo Padre en su Encíclica Fratelli tutti, numeral 36.
Debemos combatir cualquier signo de individualismo o egoísmo, tenemos que sabernos hermanos todos como ha sido el llamado del Papa Francisco. Si queremos un mundo renovado y un año diferente, pongamos nuestra mirada en el Creador, en el Dios que da la vida, y trabajemos por vivir como una sola humanidad.
Jesús “nos interpela a dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera. Entonces, ya no digo que tengo ‘prójimos’ a quienes debo ayudar, sino que me siento llamado a volverme yo un prójimo de los otros” (Fratelli tutti, 81).
Volvámonos cercanos unos de otros, hagámonos prójimos, dejemos la indiferencia y contribuyamos a una cultura de cercanía, no de descarte, que cada día nos sintamos hermanos, valorando la vida que nos ha sido dada como un don desde lo alto del cielo.
Con mis mejores sentimientos para que mantengamos la esperanza en Jesús que ha nacido en nuestros corazones, les deseo sinceramente un año nuevo 2021 colmado de bendiciones, en compañía de sus seres queridos.
Fermento 144. Martes 29 de diciembre, 2020