
“Ay de mí si no predicara el Evangelio”, 1 Corintios 9, 16
Mensaje con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Domingo 13 de mayo de 2018, Solemnidad de la Ascensión del Señor.
“La fe es vida y testimonio, el cristianismo no se puede esconder en el ámbito de lo privado, no se le puede desvincular de la realidad del mundo, de la sociedad, de la cultura, la política y la economía; no se le puede “archivar” dentro de las paredes de un templo o sacristía. La vida de fe y el testimonio cristiano están llamados a renovar y transformar el mundo para bien, para hacerlo más humano, solidario y caritativo”.
De esta forma, con un extracto de la Homilía que pronuncié en la Misa Crismal del Jueves Santo de este año, abro este mensaje con motivo de la 52 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en la cual el Papa Francisco nos exhorta este año a volvernos hacia la verdad, que no es un concepto abstracto y como lo señala su Santidad “no es solo una realidad conceptual”. La verdad es Jesucristo (cfr. Jn 14, 6).
El gran místico y doctor de la Iglesia, San Juan de la Cruz, decía: “al atardecer de la vida seremos examinados en el amor”. Esto nos debe interpelar como cristianos. ¿Hemos hecho la voluntad de Dios? ¿Amamos a nuestro prójimo? ¿Llevamos a la práctica las enseñanzas de Jesús? ¿Es nuestra vida reflejo de la misericordia de Dios?
La única forma posible de responder a estas preguntas es practicando el Evangelio, por eso la cita bíblica que inspira este mensaje. Predicar el Evangelio es una misión que se nos ha confiado, predicar el Evangelio es razón de ser para quienes nos decimos cristianos, predicar el Evangelio se hace “por amor a la Buena Noticia” (1 Corintios 9, 23), se hace por amor a la verdad que es Jesucristo.
En un mundo en el cual las comunicaciones son cada vez más veloces, debemos pasar de las palabras a los hechos, sobre todo, cuando una mala noticia, o una noticia falsa es fácilmente compartida y, tras ella, la crítica despiadada, la descalificación y la burla se viralizan. Debemos combatir y rechazar la mayor cantidad de “likes” para este tipo de noticias.
Si una mala noticia golpea a la humanidad, los cristianos debemos ser agentes de paz, llevar consuelo y practicar misericordia. Lejos está en el creyente regocijarse por el mal ajeno o dejarse vencer por el odio, la vanidad y el orgullo. Al contrario, el cristiano, acogiendo la Palabra de Dios, debe dejarse llevar por la mansedumbre.
“Pablo menciona la mansedumbre como un fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,23). Propone que, si alguna vez nos preocupan las malas acciones del hermano, nos acerquemos a corregirle, pero ‘con espíritu de mansedumbre’ (Ga 6,1), y recuerda: ‘Piensa que también tú puedes ser tentado’ (ibíd.). Aun cuando uno defienda su fe y sus convicciones debe hacerlo con mansedumbre (cf. 1 P3,16), y hasta los adversarios deben ser tratados con mansedumbre (cf. 2 Tm 2,25)”, nos recuerda el Papa Francisco en su última Exhortación Apostólica Gaudete et Exultate, sobre el llamado a la santidad en el mundo actual (numeral 73).
Estos gestos de humildad y mansedumbre, son gestos que deben notarse en nuestras vidas, y habrán de ser gestos que se conviertan en acciones, no para alcanzar el aplauso o el raiting, sino porque es nuestra misión de cristianos.
A su vez, si son noticias falsas las que circulan, hoy llamadas en el mundo contemporáneo de la comunicación como “fake news”, y se encargan de estar denigrando a un hermano, exponiendo mentiras, sobre la base de datos falsos para manipular las conciencias; con más fuerza, la verdad debe relucir. En otros tiempos, esa verdad -si era necesario- había que predicarla desde los tejados (San Juan Pablo II, Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 1985). Hoy esa verdad debe surgir en las redes sociales, donde más rápidamente se difunden las “fake news”, pero debemos encarnar la verdad con nuestra vida.
Ya proponía en mi IV Carta Pastoral “Y Serán mis testigos” que “no cabe en la vida de la Iglesia, por lo tanto, la descalificación desleal del otro con el fin de hacer prevalecer los propios criterios, la oposición y crítica amarga, el provocar heridas y hasta rupturas en la comunión” (numeral 45).
Contra las “fake news” respondemos con amor. Contra la mentira respondemos con verdad y amor. Contra los agentes o perfiles que difunden la mentira, debemos ser testigos eficaces del Señor. “En esto reconocerán que son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros” (Jn 13, 35).
Una vez más: como cristianos estamos llamados a ser agentes de paz, amor, reconciliación esperanza y misericordia. Como cristianos no debemos realizar historias fugaces y menos compartir estados que se disipan de un día para otro, o que están ocultos solo para unos cuantos.
“El amor en la verdad —caritas in veritate— es un gran desafío para la Iglesia en un mundo en progresiva y expansiva globalización. El riesgo de nuestro tiempo es que la interdependencia de hecho entre los hombres y los pueblos no se corresponda con la interacción ética de la conciencia y el intelecto, de la que pueda resultar un desarrollo realmente humano. Sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador. El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, sino con la fuerza del amor que vence al mal con el bien (cf. Rm 12,21) y abre la conciencia del ser humano a relaciones recíprocas de libertad y de responsabilidad”, decía el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in veritate (numeral 9).
Nuestras vidas deben ser testimonio que perduren para siempre, no por alcanzar la mayor cantidad de seguidores o de visualizaciones, tampoco por obtener un récord de reacciones, pero sí para impactar la sociedad en la que vivimos con el Evangelio, sí para compartir la Palabra viva y eficaz (Hebreos 4, 12) que penetre toda realidad, para que todo lugar en que nos encontremos sea renovado por el Espíritu Santo que se nos ha dado y, siendo fieles a la misión que Jesús nos encomendó, con la seguridad de que está siempre con nosotros hasta el final de los tiempos (cfr. Mateo 28, 16-20).
Quiero hacer un llamado especial a todos aquellos que se desempeñan en el mundo de la comunicación, para que, con responsabilidad a los valores éticos de sus campos profesionales, se preocupen por difundir la verdad, por verificar las fuentes, por compartir noticias que tengan datos, hechos y sucesos confirmados.
Ya el Papa Francisco, en su primer encuentro con la prensa el 17 de marzo de 2013, invitaba a que esta labor se desarrollara con “bondad, verdad y belleza”. Esta tarea es para todos quienes tienen que ver con la elaboración de una noticia o con su difusión. Habrá noticias negativas, sí, pero en la responsabilidad social con que se transmitan, podremos ir también buscando soluciones para transformarlas en oportunidades de ser mejores.
Desde luego, no solo a los profesionales en comunicación va mi mensaje. Todos estamos llamados a ser testigos fieles de la verdad. Mi llamado especial al pueblo católico, a todos los cristianos y a todas las personas de buena voluntad.
La verdad que brota del encuentro con Jesucristo, debe llevarnos a compartir sus mismos pensamientos y sentimientos (cfr. Filipenses 2, 5), debe hacernos hablar y actuar con mansedumbre, con espíritu de misericordia.
Fieles a la verdad, podremos decir como María “Hágase en mí, según tu palabra” (Lucas 1, 38), para poder cumplir en la tierra la voluntad de Dios y no servirnos para nuestros intereses.
Finalmente, hago una exhortación a los jóvenes, camino a la Jornada Mundial de la Juventud que se desarrollará a pocos kilómetros de donde vivimos. Precisamente, bajo el lema de este magno acontecimiento, atribuido a nuestra Madre del cielo, ustedes, jóvenes, más que nadie, deben ser agentes de la verdad, aceptando la voluntad de Dios y poniéndose al servicio de los demás, como lo enseñó y lo realizó la Virgen María.
“Cuando en la vida sucede que apuntamos bajo en vez de a lo alto, nos puede ser de ayuda esta gran verdad: Dios es fiel en su amor, y hasta obstinado. Nos ayudará pensar que nos ama más de lo que nosotros nos amamos, que cree en nosotros más que nosotros mismos, que está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los ‘hinchas’”, decía el Papa Francisco en la Misa de Clausura de la pasada JMJ en Polonia.
Efectivamente, jóvenes, Dios cree en ustedes. La Iglesia cree en ustedes. Por eso es importante que en sus campos puedan llevar un mensaje de esperanza, pero, apegado a la verdad. Muchas veces es más fácil acomodarnos a la moda del momento, o esconder la verdad acogiendo valores que -pareciendo “buenos”- nos vienen disfrazados como si fueran un perfil falso. ¡Cuidado! No se dejen engañar y no lleven al engaño a aquellos que confiando en ustedes por sus habilidades de manejar las redes sociales depositan toda la confianza para realizar acciones conforme a la voluntad de Dios.
Todavía más grave es la responsabilidad de ustedes, queridos jóvenes, a quienes Dios les da la habilidad y la gracia de vivir en este mundo de las nuevas tecnologías. Lejos está en el cristiano, queridos jóvenes, el convertirse en “trolls” de las redes sociales para distorsionar mensajes o molestar a los hermanos.
Jóvenes, usen sus habilidades para el bien, con fidelidad vuelvan su mirada a la verdad que es Jesucristo, y todo aquello que hagan en su nombre, será agradable a los ojos de Dios, y podremos construir una sociedad sobre los verdaderos valores que deben movernos como sociedad.
Aprovechemos las virtudes que vienen de lo alto para el bien común y para transmitir fielmente la verdad suprema que es Jesucristo. Les saludo y acompaño con mi cordial bendición,
Monseñor José Manuel Garita Herrera
Obispo Ciudad Quesada