
Mensaje de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
«¡Señor, no pudimos sacar nada a pesar de que nos cansamos trabajando toda la noche! Pero tiraré las redes confiando en tu palabra» (Lucas 5,5)
El trabajo de las gentes del mar, es desgastante y no siempre obtienen la retribución a su esfuerzo, por eso igual que Pedro ponemos la confianza en el Señor, sobre todo durante estos 3 meses en que se veda totalmente el Golfo de Nicoya.
Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, en particular el obispo de la Diócesis de Puntarenas, Mons. Óscar Fernández Guillén y el obispo responsable del Apostolado del Mar en Costa Rica, Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez, manifestamos nuestra preocupación por las dificultades que están viviendo las comunidades pesqueras de las provincias de Puntarenas y Guanacaste que se ubican en el Golfo de Nicoya, producto de la veda total a cualquier actividad de pesca comercial que se desarrolle en esa área de nuestro país, según criterio técnico del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA).
Somos conscientes de la necesidad de que se tomen medidas para la conservación de las especies marinas de interés comercial, el éxito de las mismas redundará en beneficio para las miles de familias que dependen de esta actividad productiva de la que históricamente han dependido para su subsistencia.
Reconocemos que el Estado costarricense, a través del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) apoya económicamente durante 3 meses a 1430 pescadores. Esta erogación de dinero más que un gasto se debe considerar una inversión social, para reconocer el aporte que realizan estas comunidades al colaborar con la conservación de nuestra biodiversidad y de un recurso fundamental para la seguridad alimentaria de nuestro país. Constatamos por parte del Apostolado del Mar (Stella Maris) en Costa Rica, la Pastoral de las Gentes del Mar de las Diócesis de Puntarenas y el Consejo Pastoral de la Parroquia San Judas Tadeo en Chomes, la vulnerabilidad socio-económica existente en nuestra población costera y la afectación que conlleva este tipo de acciones, al quedar sin apoyo económico muchas de las familias que su sustento depende de la pesca o la extracción de moluscos, no solo porque es un porcentaje muy bajo de las familias las que reciben el subsidio otorgado por el IMAS, sino y sobretodo, por la ausencia de otras fuentes de trabajo como alternativa laboral a la actividad pesquera.
Instamos al nuevo gobierno que realice un abordaje integral en nuestras comunidades pesqueras, respetando ante todo su identidad cultural y desarrollando iniciativas orientadas a la promoción humana superando el asistencialismo, que si bien responde a una necesidad inmediata que se debe atender, no representa una solución; además que se revise la efectividad de disposiciones técnicas como la veda de carácter total y la altísima precariedad existente entre los miles de pescadores que desarrollan sus faenas de manera irregular ante la ausencia de permisos o licencias de pesca.
Apelamos a la buena voluntad de los costarricenses, especialmente a las organizaciones de carácter benéfico o empresarial, para colaborar a través del Apostolado del Mar en Costa Rica (stellamaris@iglesiacr.org), la Pastoral de las Gentes del Mar de la Diócesis de Puntarenas (pastoraldelmar@iglesiacr.org) y Pastoral Social–Caritas tanto Nacional como en la Arquidiócesis de San José (pscaritas@iglesiacr.org; arquidiocesispastoralsocial@gmail.com), mediante acciones solidarias, que en lo inmediato sería aportando víveres para preparar diarios y distribuirse entre la población afecta.
Dado en la sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, el día 10 del mes de junio del año del Señor 2022.
Mons. José Manuel Garita Herrera, Obispo de Ciudad Quesada y Presidente de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Mons. Daniel Francisco Blanco Méndez, Obispo Auxiliar de San José y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Costa Rica
Mons. Óscar Fernández Guillén, Obispo de Puntarenas