
Celebramos ayer, como Diócesis de Ciudad Quesada, nuestro encuentro anual con la Eucaristía a los pies de la Virgen de los Ángeles, en el Santuario Nacional, ubicado en Cartago.
Como cada año, esta peregrinación reanima nuestra fe y esperanza, nos pone el testimonio de nuestra Madre Santísima delante de cada uno de nosotros; ella siempre dijo sí a la voluntad de Dios, y nos lleva de la mano para que seamos discípulos fieles.
A pocos días de celebrar la fiesta de la Virgen de los Ángeles, Patrona de Costa Rica, es momento también para reflexionar sobre el modo en que vivimos la fe, la coherencia con que practicamos y damos testimonio de nuestro ser católico.
La celebración ininterrumpida, por casi cuatro siglos, en honor de “La Negrita”, nos llena también de esperanza, nos dice que existen raíces bien profundas con respecto a lo que creemos. Son valores que no pasan de moda y que, por tanto, tienen vigencia permanente en nuestra identidad nacional.
La devoción que tenemos a la Reina de los Ángeles es expresión de fe de un pueblo confiado al amor fiel de su madre, pues ella intercede siempre por esta nación ante el Señor.
En medio de la pandemia, ciertamente, no hemos podido vivir ese otro signo que nos caracteriza como costarricenses, y al cual también se unen hermanos extranjeros, como lo es la Romería. A pesar de ello, la devoción no se apaga. Cientos de miles de fieles siguen experimentando esta fe única y especial.
Es cierto que vivimos tiempos difíciles, que el mundo ofrece muchas consignas que a veces parecen atractivas, pero, el único eterno es el Señor, lo único trascendente es la esperanza en la vida eterna que el mismo Hijo de Dios nos ha traído.
“Dios es santo, pero si nosotros, si nuestra vida no es santa, hay una gran incoherencia. La santidad de Dios debe reflejarse en nuestras acciones, en nuestra vida. ‘Yo soy cristiano, Dios es santo, pero yo hago tantas cosas malas’; no, esto no vale. Esto también hace daño, esto escandaliza y no ayuda”, decía el Papa Francisco en Audiencia General el 27 de febrero de 2019.
Justamente esto es lo que creemos los católicos: en la santidad de Dios, en que somos llamados a caminar en su amor perfecto para alcanzar el cielo prometido. Creemos que hay vida más allá de la muerte, confesamos la resurrección de Jesús y confiamos en la inmortalidad que él nos ha regalado. Nuestra vida no acaba en este mundo.
Inspirados en el testimonio de fe de María, estamos llamados a caminar como cristianos en medio de la sociedad, eso debe notarse en nuestra propia vida, en nuestras palabras, en nuestros pensamientos y sentimientos. No podemos decir que creemos en Dios y luego actuar o vivir como si se nos olvidara, o como si fuera solo una idea de domingo, de Misa o para ciertos momentos en la Iglesia.
Al celebrar 386 años del hallazgo de la imagen bendita de la Virgen de los Ángeles, demos gracias a nuestro Señor Jesucristo por la fe que ha infundido en nosotros, en el pueblo costarricense. No tengamos miedo ni reparo de reconocer a Dios en todo momento, porque él nos ha prometido acompañarnos siempre.
Que el Señor bendiga y cuide a Costa Rica, nación creyente, confiada también al amparo de una Madre que nos protege desde el cielo, siempre y en toda circunstancia.
Fermento 174. Martes 27 de julio, 2021