Acompañados por nuestra Madre

Por gracia de Dios, tras dos años de haber sufrido a causa de la pandemia provocada por el COVID-19, podemos, como pueblo creyente, reunirnos de nuevo, días atrás y especialmente en este día, a los pies de nuestra Madre Santísima, en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de los Ángeles en Cartago.

Hemos comentado en varias oportunidades lo inédito de nuestra vivencia a raíz de la pandemia, como no poder celebrar la Misa con fieles durante varios meses, la imposibilidad de celebrar sacramentos y, en este caso, por dos años seguidos, no poder celebrar la fiesta en honor de la Patrona de Costa Rica como siempre lo hacemos.

La Romería y todas las celebraciones entorno a Nuestra Señora de los Ángeles son expresiones inequívocas de fe de los creyentes, no solo de nuestra Iglesia costarricense, sino también de muchas personas de otras naciones que se unen también en este gesto de amor y agradecimiento a nuestra Madre Santísima. Por dos años, no se pudo realizar esta peregrinación, pues estábamos conscientes también de la necesidad de cuidarnos unos y otros; esta conciencia debemos mantenerla.

Podemos decir que la Romería y la fiesta de nuestra Madre son hechos que nos unen como nación con personas no creyentes que también siguen con respeto y admiración la devoción del pueblo fiel, el cual, mediante recorridos extensos y promesas que nacen del corazón, tributa su amor a la Virgen María para alcanzar las gracias de nuestro Señor Jesucristo.

De igual modo, quienes realizan este recorrido hasta Cartago, deben hacerlo con respeto.

En esta nueva celebración de nuestra Patrona nacional, renovemos nuestra fe, hagámoslo seguros de que nuestra Madre nos escucha y nos acompaña siempre. Con nuestra esperanza en María, sabemos también que ella nos conduce de manera segura a su Hijo Jesucristo.

Decía San Juan Pablo II, en su Encíclica Redemptoris Mater, n. 46: “Para todo cristiano y todo hombre, María es la primera que ha creído, y precisamente con esta fe suya de esposa y de madre quiere actuar sobre todos los que se entregan a ella como hijos. Y es sabido que cuanto más estos hijos perseveran en esta actitud y avanzan en la misma, tanto más María les acerca a la ‘inescrutable riqueza de Cristo’ (Ef. 3, 8)”.

Esta manifestación de fe que el pueblo costarricense profesa en la Romería y en muchos otros signos alrededor de la devoción a la Virgen María debe permitirnos renovar nuestra Iglesia y nuestra sociedad. Si ponemos nuestra confianza en nuestra Madre, sabemos que ella intercederá con su maternal protección y amor ante nuestro Señor.

Cuanto más cerca estamos de Cristo, podremos también testimoniar sus pensamientos y acciones para bien de los demás: no debemos perder de vista que nuestra fe debe vivirse de modo activo, respondiendo con amor, como lo hizo de manera acabada María.

Al celebrar el 387 aniversario del hallazgo de la imagen de la Virgen de los Ángeles, valoremos la riqueza de nuestra fe y asumamos el compromiso al que se nos llama como hijos de Dios, anunciando la Buena Noticia de la salvación y cumpliendo el mandamiento del amor, actuando con compasión y misericordia en testimonio fiel y auténtico de nuestra fe.

Fermento 227. Martes 2 de agosto, 2022