Amor y servicio son la esencia de la vida cristiana

Misa de la Cena del Señor, Jueves Santo, 6 de abril de 2023.

Catedral de Ciudad Quesada, 6:00 p.m.

Hermanos todos en el Señor:

En esta Misa vespertina del Jueves Santo celebramos la cena del Señor. La antigua liberación de los hebreos de Egipto se ha hecho realidad definitiva gracias a Jesús, el Cordero de la nueva pascua. San Pablo recuerda cómo Jesús ofreció su propia vida en la entrega del pan y del vino. “Esto es mi cuerpo que se entrega por ustedes… Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre”. San Pablo VI, consideraba que estas palabras tan breves y densas, son a la vez muy sencillas y profundas. Con razón, en cada Eucaristía, anunciamos, su muerte, proclamamos su resurrección y manifestamos nuestro deseo de que venga a juzgar a los vivos y los muertos, completando su obra de salvación.  

El texto del Éxodo, que escuchamos como primera lectura, nos recuerda la institución hebrea de la cena pascual y nos invita a agradecer la liberación de Dios que se ha hecho realidad definitiva en Jesús, el Cordero de la nueva pascua. Aquella cena pascual antigua de Israel es preludio y claro anticipo de la cena eucarística que celebra siempre la Iglesia después de la cena pascual de Jesús con sus discípulos, la víspera de su pasión y entrega como Cordero que quita el pecado del mundo.

San Pablo, en la segunda lectura de su primera carta a los corintios, recuerda cómo Jesús dio su propia vida en la entrega del pan y del vino. Por ello, cada vez que comemos de ese pan y bebemos de ese cáliz, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva. Este texto es el testimonio más antiguo de la realidad de la última cena y de la institución de la Eucaristía que celebramos hasta el día de hoy por mandato del Señor.

El evangelio de San Juan nos presenta a Jesús, en el impresionante gesto de lavar los pies a sus discípulos, dándonos así ejemplo de humildad y de mutuo servicio en el amor. Decía Jesús: “Si yo, el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros: les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, ustedes también lo hagan”. Amor y servicio son la esencia de la vida cristiana.

En el evangelio de Juan, el lavatorio de los pies es el equivalente de la institución de la Eucaristía que se recuerda en los otros tres evangelios.

Hermanos, esta noche contemplamos y conmemoramos cómo ambos gestos nos revelan la entrega redentora y salvífica de Jesús que se consumará en la cruz. En el lavatorio de pies se muestra cómo el Señor se hace siervo; en la Eucaristía se muestra cómo el Maestro entrega su propia vida en alimento y en bebida. Como dice el prefacio de hoy, “su carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su sangre derramada por nosotros, es bebida que nos purifica”.

Hermanos, la institución de la Eucaristía, la misión del sacerdocio ministerial y el mandato supremo del amor mutuo, a ejemplo de Jesús, centran nuestra meditación en este día de Jueves Santo. Por estos tres dones maravillosos del amor de Jesús hacia nosotros damos gracias en la adoración eucarística de esta noche.

En este día del amor fraterno preguntémonos a qué hermanos deberíamos mostrar nuestro amor cristiano, por medio de gestos fácilmente perceptibles y concretos como los de Jesús: lavar los pies y entregar la vida. Esto es lo que estamos llamados a hacer con todos los hermanos, sobre todo con los más necesitados de nuestro amor y caridad.

Por ello, con espíritu agradecido hacemos nuestra la oración colecta de la Iglesia, reunida este día ante el misterio de la Eucaristía: “Señor Dios nuestro, nos has convocado esta tarde para celebrar aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor, el sacrificio nuevo de la Alianza eterna; te pedimos que la celebración de estos misterios nos lleve a alcanzar plenitud de amor y de vida”.

Que así sea, amén.