Arrepentimiento y conversión

“Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse” (Lucas 15, 7).

El llamado que nos hace Jesús es muy claro y no permite falsas interpretaciones. Él ha venido para salvarnos. Eso es lo que celebramos los cristianos: la presencia del Dios de la vida, misericordioso, que se ha acercado a nosotros, para alejarnos del mal, para librarnos del pecado.

A las puertas del Tiempo de la Cuaresma, pongamos nuestra mirada en la conversión para recorrer, durante 40 días, un camino espiritual que nos prepara para celebrar los misterios de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo; misterios centrales de nuestra fe.

La Iglesia nos propone algunos signos para que podamos vivir este tiempo litúrgico como el ayuno o la oración. Desapegarnos o renunciar a aquello que más nos cuesta nos pone de frente a Dios, a sabiendas que fuimos creados para la eternidad. Mostrar ese gozo de que nos preparamos para la vida eterna, es parte de nuestro compromiso para dar verdadero testimonio y ser obedientes al llamado que nos hace el Señor de anunciar su Reino.

Cuaresma es un tiempo que nos debe permitir reflejar en la sociedad la presencia de Dios en nuestras vidas. Nuestra fe es para manifestarla de manera viva, alegre y coherente.

Pidamos al Señor que nos dé la fuerza para orar y escuchar su palabra, que nos permita sacar dentro de nuestras tareas cotidianas el tiempo suficiente y necesario para conversar con él. No seamos presa del trajín diario ni de las corrientes que desean que ocultemos o que no vivamos visiblemente nuestra fe.

Cuaresma es también tiempo para ser solidarios, para mostrar de manera concreta esa conversión que nos permite tender la mano al prójimo. Tenemos la práctica de la limosna; en la Iglesia costarricense el Miércoles de Ceniza lo dedicamos a la gran colecta de la Solidaridad para atender tantas necesidades que desde la Pastoral Social buscamos solventar.

Reitero, hermanos, conversión es el gran llamado para este tiempo de preparación a la Pascua… se trata de convertirnos a Dios. El sentido del verbo convertir o convertirse es volver o retornar a Dios; regresar al punto de partida para recomenzar. Es volverse o ponerse de cara a Dios desde nuestra realidad precaria de pecadores.

Pongámonos en camino hacia Dios. Acerquémonos al sacramento de la reconciliación, empecemos el Tiempo de la Cuaresma con un corazón renovado; vivamos este tiempo de gracia en paz con Dios y con los hermanos.

Se trata de abrirnos humildemente a la acción de la gracia, al perdón y a la misericordia de Dios. Reconciliarnos para que el Señor reconstruya, él, no nosotros, la armonía y el equilibrio que el pecado trastornó con la ruptura y el alejamiento de Dios que tiene como consecuencia el mal en nosotros.

Que esta Cuaresma nos permita ser testigos del amor de Dios para compartirlo con los demás.

Fermento 256. Martes 21 de febrero, 2023