
Es indiscutible que el deporte reúne masas y atrae la divulgación masiva de su quehacer por múltiples medios. Más aún, cuando esta cita deportiva es una olimpiada o un mundial. En este caso, la Copa Mundial de Fútbol que se vive en Qatar llama la atención y concentra al mundo alrededor de su competencia.
Para efectos de Costa Rica, la presencia de la Selección Mayor pone a nuestro país de frente a un fenómeno identitario. Se muestra y eleva la ilusión por la competencia que se vive cada cuatro años. Deseamos lo mejor para los jugadores y el cuerpo técnico que representan al país.
Desde esa perspectiva, aprovechemos el Mundial y el deporte en general, para que nos unamos de manera efectiva alrededor de una causa. Más allá de los resultados, pongamos la mirada en que juntos podemos aspirar a los más altos ideales. Que no sea solo el fútbol el que muestre nuestro amor por el país y la patria, que este sirva como aliciente para enaltecer mejores valores de nuestra sociedad.
En cuanto a deporte, la rivalidad debe quedarse solamente en la justa, en la cancha, no debe saltar a otros ámbitos. El deporte debe servir para unir a los pueblos, para que los países muestren sus culturas y exalten el valor de apoyar la sana práctica de una disciplina. Hacerlo con honestidad y transparencia, refuerza el bienestar que el deporte debe llevar a la sociedad.
“La lucha con los adversarios en las competiciones deportivas siempre se llama encuentro, y nunca enfrentamiento. Este es el mundo con el que soñamos, y que con determinación queremos construir, sobre la base de una competencia sana, que siempre ve en el oponente a un amigo y a un hermano”, decía el Papa Francisco a los miembros del Centro Deportivo Italiano, en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano, el sábado 11 de mayo de 2019.
Asimismo, San Juan Pablo II, con motivo del Jubileo de los Deportistas, en su homilía del domingo 29 de octubre del 2000, expresaba lo siguiente: “A causa de la dimensión planetaria que ha adquirido esta actividad, es grande la responsabilidad de los deportistas en el mundo. Están llamados a convertir el deporte en ocasión de encuentro y de diálogo, superando cualquier barrera de lengua, raza y cultura. En efecto, el deporte puede dar una valiosa aportación al entendimiento pacífico entre los pueblos y contribuir a que se consolide en el mundo la nueva civilización del amor”.
El deporte no debe generar otras pasiones ni excesos; tampoco provocar incremento en la violencia familiar, como lamentablemente ha sucedido muchas veces en nuestro país. Tenemos que tener cuidado de estas situaciones para que no se repitan.
Que la fiesta del fútbol que vive todo el mundo y que cada mundial adquiere una connotación especial, abra las puertas en nuestro país para su práctica, sin distinción de clases, ojalá se masifiquen esta y otras disciplinas del deporte, para alejar a nuestra niñez y juventud del flagelo de las drogas.
Al mismo tiempo, animados por el deporte, pongamos la mirada en nuestra lucha diaria por alcanzar la vida eterna. Recordemos lo que San Pablo le dice a Timoteo: “Pelea el buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a la que has sido llamado y en vista de la cual hiciste una magnífica profesión de fe, en presencia de numerosos testigos” (I Timoteo 6, 12). No desmayemos en esta que debe ser nuestra más importante conquista.
Fermento 243. Martes 22 de noviembre, 2022