
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en 2020 se registraron 58 mil nacimientos en Costa Rica, siendo ésta la cifra más baja en dos décadas. Si se compara la cantidad de nacimientos con la de 2019, hubo alrededor de 6.500 nacimientos menos en 2020.
Esta situación es de suma gravedad y preocupación para el país. El futuro de la sociedad costarricense está en peligro, aunque ideologías y corrientes de todo tipo quieran mostrar otra realidad.
Decía el Papa Francisco, en su mensaje de Audiencia General, el 14 de octubre de 2015: “Sólo si miramos a los niños con los ojos de Jesús, podemos verdaderamente entender en qué sentido, defendiendo a la familia, protegemos a la humanidad”.
Como he dicho en otras oportunidades, es necesario tener políticas que protejan e incentiven a la familia, célula fundamental de la sociedad. ¿Qué sociedad queremos entonces si no protegemos y cuidamos a la familia?
Según el INEC, la tasa de fecundidad también disminuye y está en 1,4 hijos por mujer en 2020; esto es un valor por debajo del nivel de reemplazo generacional. En otras palabras, no están naciendo suficientes niños para reemplazar en la estructura poblacional a sus padres. Una vez más lo digo, sin niños no tendremos futuro.
Ya el Papa San Juan Pablo II, en 1981, nos decía en qué tipo de sociedad nos encontrábamos, nos decía cuáles eran las sombras en que nos desenvolvíamos. Ya hace 40 años o más, las corrientes e ideologías sometían a la humanidad en una dinámica que hoy tiene sus consecuencias.
Enumeraba el entonces Papa en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, número 6: “una equivocada concepción teórica y práctica de la independencia de los cónyuges entre sí; las graves ambigüedades acerca de la relación de autoridad entre padres e hijos; las dificultades concretas que con frecuencia experimenta la familia en la transmisión de los valores; el número cada vez mayor de divorcios, la plaga del aborto, el recurso cada vez más frecuente a la esterilización, la instauración de una verdadera y propia mentalidad anticoncepcional”.
Asimismo, San Juan Pablo II, señaló en este mismo número: “en la base de estos fenómenos negativos está muchas veces una corrupción de la idea y de la experiencia de la libertad, concebida no como la capacidad de realizar la verdad del proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, sino como una fuerza autónoma de autoafirmación, no raramente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta”.
Debemos mostrar nuestra disposición a la vida, solo así podremos salvar a nuestra sociedad y construir un futuro sustentable. En pocos años, habrá mucho menos población joven y menos soporte económico para las pensiones de los adultos mayores, solo por citar dos ejemplos. Hay consecuencias graves en muchos ámbitos para una sociedad que decide darle la espalda a la vida.
Si Costa Rica quiere un futuro, necesita tomar decisiones que respalden una apertura a la vida, que protejan a la familia y que permitan cuidar la vida de las personas en todas sus etapas.
La Iglesia se encuentra celebrando en este 2021 un año dedicado a la familia, con ocasión del V aniversario de la publicación de la Exhortación Amoris Laetitia del Papa Francisco. Siempre, pero en este año especial, pongamos en manos de Dios a la familia humana que necesita reencontrarse con el proyecto divino, para hallar su propio designio.
Fermento 162. Martes 4 de mayo, 2021