
Al celebrar la Independencia de Costa Rica el próximo 15 de setiembre, pongámonos a reflexionar sobre el país que hemos forjado, sobre sus valores fundantes y sobre el futuro que queremos.
Damos gracias a Dios por la oportunidad de vivir en libertad y en democracia, por lo que hicieron nuestros antepasados para llegar a este momento; pidamos al Señor que nos siga permitiendo fortalecer este modelo que lleve a nuestra sociedad a continuar fortaleciendo nuestro sistema de seguridad social y de paz.
A este punto, también recordamos la labor que generaciones de católicos, clérigos y laicos realizaron y continúan realizando en la gestación de la identidad de Costa Rica aportando desde su propia realidad lo mejor de sí. La Iglesia ha estado presente en la historia de nuestra nación y confiamos con la ayuda de Dios que siga prestando su servicio en beneficio de los demás.
Las raíces cristianas de esta nación han dado fortaleza e identidad a nuestro país y permitieron fortalecer los valores de una nación que ha sido ejemplo en el mundo por su modelo de justicia social. Debemos seguir defendiendo y cuidando estos valores en defensa de la vida, en búsqueda del bien común y de la solidaridad.
Costa Rica ha sido y es una nación con profundos sentimientos religiosos de marcado y hondo contenido cristiano. No podemos darle la espalda a Dios, sin él no tenemos un futuro esperanzador. Lamentablemente, en los últimos tiempos se ha querido sacar a Dios de la vida nacional.
Nos corresponde, especialmente a los católicos y creyentes en general, demostrar, con nuestro testimonio y coherencia, la riqueza de valores humanos y cristianos que se pueden ofrecer al país para que este siga creciendo en procura del desarrollo integral de todos sus habitantes.
“Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene, aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad”, nos dice el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli tutti, n. 107.
Hay que poner a la persona humana en el centro del desarrollo y de la vida nacional, para garantizar este desarrollo y fortalecimiento de nuestra sociedad.
Al celebrar la Independencia, hacemos también un llamado a las autoridades para encaminar las clases más desprotegidas, a las personas que viven en pobreza, a quienes no tienen empleo, con el fin de ser esa Patria orgullosa de sus valores y una sociedad que sea cada día más próspera. Igualmente, entre todos, trabajemos por combatir la criminalidad y la violencia, para recuperar la tranquilidad en nuestras familias.
Pongamos en manos de Dios el presente y futuro de Costa Rica, solo con él podremos salir adelante. Encomendémonos también a Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de nuestra nación, que pronto también cumplirá 200 años de ostentar esta distinción, desde que el Congreso así lo decretó. Sigamos afianzando las raíces cristianas de este país y confiémonos al Señor para que vivan siempre el trabajo y la paz.
Fermento 285. Martes 12 de setiembre, 2023