
“Si queremos un mundo más fraterno, debemos educar las nuevas generaciones”. De esta forma, el Papa Francisco se expresaba el 5 de octubre de 2021 en el Encuentro Religiones y Educación, mientras promovía el Pacto Educativo Global.
Precisamente, el Santo Padre, en el marco del Pacto, el 12 de setiembre de 2019, pedía: “reavivar el compromiso por y con las jóvenes generaciones, renovando la pasión por una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión”.
Si antes de la pandemia era ya necesaria una mejora en la educación, especialmente para hacerla llegar a las personas más vulnerables, hoy es mayor el reto; nos enfrentamos a un apagón educativo y a un peligroso rezago que nos puede golpear por muchas generaciones.
Noviembre se reconoce como el mes del educador y desde la Comisión Nacional de Cultura y Educación (CONACE) de la Conferencia Episcopal de Costa Rica, se ha establecido el lema: “Persona educadora, abierta a la escucha para caminar juntos”.
“De la unidad y conjunción de todos, caminando efectivamente juntos, aportando sus respectivas perspectivas, sus capacidades y necesidades, dependen el éxito de la educación”, nos decía en su mensaje, Monseñor Bartolomé Buigues, presidente de esta Comisión.
En sintonía con el llamado urgente que nos hace el Papa, debemos caminar juntos, en unidad, como también lo pedimos desde la Conferencia Episcopal de Costa Rica. Si nuestros niños y jóvenes se quedan rezagados en la educación, toda la sociedad sufrirá sus consecuencias. Si no caminamos juntos, hoy, con nuestros niños y jóvenes, no caminaremos juntos en el futuro.
Sin educación no hay desarrollo integral, no tendremos posibilidades de progreso. Nuestra niñez y juventud necesitan acceso a una educación de calidad, en todos los niveles, especialmente a una educación superior que pueda facilitar su inserción en la vida laboral con las herramientas adecuadas.
Según lo señala el Informe Estado de la Educación 2021 y de acuerdo con datos del Ministerio de Educación Pública 535.000 estudiantes no tuvieron condiciones adecuadas de conectividad y acceso a recursos tecnológicos durante la pandemia.
Vemos cómo el rezago educativo, junto con la brecha digital, se vuelven dos factores que golpean a nuestros niños y jóvenes. “Esto propició el surgimiento de una nueva forma de exclusión educativa protagonizada por los ‘estudiantes desconectados’”, definió el Informe.
Caminar juntos se vuelve un clamor urgente en muchos aspectos de la vida de nuestra sociedad. Debemos ir, paso a paso, resolviendo cada uno de ellos, pero lo de la educación es de capital importancia.
Si esto no ocurre, seguirá creciendo la desigualdad. No podemos hablar de auténtica democracia, porque simplemente muchos de nuestros niños y jóvenes no pueden acceder a condiciones dignas de acceso a la educación.
Finalmente, un mensaje a los educadores, para que poniendo los dones que el Señor les ha dado, no pierdan la esperanza y animen este caminar juntos para que ningún niño y ningún joven se queden sin posibilidades de educarse y desarrollarse.
Fermento 242. Martes 15 de noviembre, 2022