El Ministerio de Catequista

El Papa Francisco nos regaló hace varias semanas la institución del Ministerio de Catequista, del cual, según la tradición cristiana y la opinión de teólogos, ya hay muestra de este Ministerio en los escritos del Nuevo Testamento.

Cuánto agradecimiento le debemos a tantos hombres, y especialmente a tantas mujeres, que han ayudado a nuestra Iglesia, a lo largo del tiempo, a gestar y hacer crecer comunidades creyentes, vivas, llenas de fe, esperanza y compromiso cristiano.

“No se puede olvidar a los innumerables laicos y laicas que han participado directamente en la difusión del Evangelio a través de la enseñanza catequística. Hombres y mujeres animados por una gran fe y auténticos testigos de santidad que, en algunos casos, fueron además fundadores de Iglesias y llegaron incluso a dar su vida”, nos dice el Santo Padre con motivo de la institución del Ministerio, en su Carta Apostólica Antiquum Ministerium, número 3.

Tantos hombres y mujeres en la historia han predicado con su testimonio aquello en lo que creen para transmitirlo a tantas generaciones, confiando en el Señor de la vida y en sus palabras que nos mandan a todos a anunciarle. De esta forma, con el paso de los años y con el ejemplo que nos han dado y nos siguen dando los catequistas en todas las comunidades, debemos animarnos para seguir impulsando la fe y renovar la esperanza para que muchos otros conozcan y sigan a Jesucristo.

Este compromiso de tantos hombres y mujeres debe animar también el impulso de la fe en nuestras familias. Los padres de familia deben ser los primeros catequistas que lleven a sus hijos al camino de iniciación cristiana, no como un mero requisito o cumplimiento, sino con la convicción firme de que, alimentando la fe que inculcaron cuando sus hijos eran más pequeños, puedan seguirse formando de la mejor manera para dar razón de aquello en que creen.

Como lo revela el Papa Francisco en el número 6 de su Carta Apostólica, aquellos que reciben el Ministerio de Catequista permiten dar cuenta de un mayor compromiso laical en la Iglesia. Ya lo decía San Juan Pablo II en su Exhortación Christifideles laici, número 28: “Es absolutamente necesario que cada fiel laico tenga siempre una viva conciencia de ser un miembro de la Iglesia, a quien se le ha confiado una tarea original, insustituible e indelegable, que debe llevar a cabo para el bien de todos”.

¡Cuánto bien hacen estos catequistas que llevan la Palabra de Dios, que se convierten en verdaderos testigos del Señor para el crecimiento de la fe en sus comunidades! ¡Cuánto bien hace que todos asumamos nuestro llamado y compromiso dentro de la Iglesia!

Con la institución del Ministerio de Catequista, en el número 8 de su Carta, el Papa marca el camino para discernir el llamado de esos hombres y mujeres que pueden emprender esta misión: “Es conveniente que al ministerio instituido de Catequista sean llamados hombres y mujeres de profunda fe y madurez humana, que participen activamente en la vida de la comunidad cristiana, que puedan ser acogedores, generosos y vivan en comunión fraterna, que reciban la debida formación bíblica, teológica, pastoral y pedagógica para ser comunicadores atentos de la verdad de la fe, y que hayan adquirido ya una experiencia previa de catequesis”.

Pongamos en manos de Dios a todos los catequistas que cumplen con fidelidad, entrega y generosidad este llamado, para que sigan haciendo el bien, testimoniando la verdad y esparciendo la semilla de la fe en todos los rincones de nuestras comunidades cristianas.

Fermento 169. Martes 22 de junio, 2021