Fermento: Sin Dios, ¡el ser humano se pierde!

¿Qué sería de la humanidad sin esperanza? ¿Qué sería de una madre sin ilusión por ver el sol y abrazar a sus hijos? ¿Qué sería del hombre o mujer sin esperanza en sus capacidades para trabajar? ¿Qué pasaría con el estudiante sin estímulo para superar una materia, un grado, o alcanzar un título? ¿Qué sería de un paciente que ingresa a una sala de operaciones y no guarde esperanza en los médicos, en quienes deposita su vida? Sin esperanza no aguardaríamos la luz del día y no lucharíamos por superarnos, por ser mejores.

Pero, esas pequeñas o grandes esperanzas, materiales y humanas, no alcanzan el esplendor de la Gran Esperanza, pues a lo largo de su existencia, el ser humano logra ver a plenitud muchas de esas esperanzas que añoró y eso no está mal, eso nos ayuda y nos da aliento.

Mas, como dice el Papa Benedicto XVI en su Encíclica “Spe Salvi”:  “Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar (…) esta gran esperanza solo puede ser Dios”.

Tal parece, sin embargo, que la sociedad quiere caminar sin Dios. Parece que la esperanza de hoy es vivir un mundo sin Dios, un mundo donde Dios quede relegado al ámbito privado, una sociedad donde Dios no salga de la casa, o que podamos encerrar en una gaveta. Esto, en particular, está aconteciendo en Costa Rica.

Hace solo dos semanas atrás, dije que muchos han entendido mal lo que significa un Estado Laico que quiere que la Iglesia calle, que no hable de Dios. Un Estado Laico, correctamente entendido, no es un Estado ateo. De manera solapada, o de forma explícita, en los últimos años y semanas, estamos viendo algunos signos que son de especial preocupación, pues manifiestan la intención de borrar la conciencia y los valores de un país. A esto también me referí en este espacio.

Para algunos es más fácil la vida “sin Dios”: no habría conciencia contra aquello que vaya contra la naturaleza, contra lo que opaque la vida del no nacido. Sin conciencia seríamos un mundo donde todo se vale, donde nada es pecado, donde todo se permite, donde cualquier cosa es verdad, donde la verdad que es Jesucristo no tendría espacio.

Por eso, causa pesar que, en una Costa Rica creyente en su inmensa mayoría, el nuevo Presidente no haya hecho referencia a Dios en su discurso de toma de mando. Según lo analizó el Semanario Universidad, en 3.911 palabras de alocución, no hubo una sola mención a Dios. Según destacó el Semanario, en la Segunda República, todos los presidentes, en sus discursos, al menos una vez se refirieron a Dios.

Posteriormente, vinieron dos hechos que llaman poderosamente la atención: el propio 8 de mayo, el Presidente de la República juramentó a sus ministros.

Pero, el juramento no fue como lo indica el mandato constitucional, en el cual se jura ante Dios. No, don Carlos al juramentar a sus ministros dijo: ¿juráis a Dios o ante vuestros más altos valores?… Se percibe aquí, entonces, que da igual jurar ante Dios o ante cualquier valor que el funcionario tenga. No se puede irrespetar la Constitución.

Hubo otro episodio, aunque no hubiera obligación constitucional, pero que es muestra de lo que decimos. Se trata del juramento que la Selección Nacional realizó, juramento leído por el Presidente de la República y que no incluyó a Dios, como ha sido una costumbre en nuestro país. No se puede ni se debe irrespetar el sentimiento religioso de la inmensa mayoría de los costarricenses.

En ambos casos, la grave responsabilidad pesa sobre quienes ejercen la autoridad y representatividad del país.

Sin Dios, da igual cualquier cosa en la vida. Sin Dios nos volvemos limitados, sin esperanzas mayores, o con esperanzas que llegan a su fin.

Sin Dios no habrá altos ideales que promuevan una auténtica igualdad y promoción humana que no se deje corromper por las modas o por las corrientes del momento. Sin Dios, el ser humano se pierde.

Monseñor José Manuel Garita Herrera

Fermento: ¡iluminando la realidad nacional!

Martes 12 de junio, 2018