Fieles a la Iglesia

Durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Lisboa, Portugal, se ha repetido mucho la expresión del Papa Francisco: “En la Iglesia, hay espacio para todos. Para todos. En la Iglesia ninguno sobra”. Esto, de igual modo, el Santo Padre lo ha expresado en su Magisterio de más de 10 años, abriéndonos a la misericordia de Dios, recordándonos, como en otro momento nos ha dicho, que el Señor “nunca se cansa de perdonar”.

En el camino de regreso de Lisboa, como es usual, el Papa brindó una conferencia de prensa en el avión, y esta pregunta surgió entre los periodistas, en ella se le cuestionaba sobre esa expresión: “no todos tienen los mismos derechos y oportunidades, en el sentido de que, por ejemplo, las mujeres y los homosexuales no pueden recibir todos los sacramentos”.

De manera muy clara el Papa Francisco respondió: “La Iglesia está abierta para todos; luego hay legislaciones que regulan la vida dentro de la Iglesia. Y el que está dentro está de acuerdo con la legislación”.

El Papa no ha minimizado de ningún modo el acceso a los sacramentos, pero ha sido claro que el no poder recibir uno de ellos, no hace de la Iglesia de Jesucristo una Iglesia cerrada. “La Iglesia es madre, recibe a todos; cada uno sigue su propio camino dentro de la Iglesia”, decía en su respuesta.

También, agregó, entre otras palabras sobre esta Iglesia de puertas abiertas y de quiénes pueden entrar: “¡Todos! Y el Señor es claro: ¡enfermos y sanos, viejos y jóvenes, feos y guapos, buenos y malos!”.

Con esta explicación el llamado es a ser fieles. Dentro de la Iglesia el Señor nos llama a la conversión, a ser mejores, a cumplir sus mandatos, para alcanzar la salvación.

“La Iglesia es, en este mundo, el sacramento de la salvación, el signo y el instrumento de la comunión con Dios y entre los hombres”, dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 780. También el numeral 1427 señala: “Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva’”, (Mc 1,15).

Ser fieles a la Iglesia significa aceptar el llamado de nuestro Señor Jesucristo y, quienes hemos sido incorporados a ella por medio del bautismo, por tanto, estamos llamados a vivir y mostrar la gracia que hemos recibido; no podría ser de otra manera.

Ser miembros de la Iglesia nos hace partícipes de esta obra de la salvación, o como dijo San Pablo VI de la Iglesia, esta “es el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad” (Discurso a los Padres del Sacro Colegio Cardenalicio, 22 de junio de 1973).

Si rechazamos a la Iglesia, estamos rechazando a Cristo. Si no somos fieles a la Iglesia, no somos fieles a nuestro Señor; estaríamos dándole la espalda a su proyecto de amor y salvación.

No se puede reducir la realidad eclesial a ideas, señalaba también el Santo Padre tras la JMJ en su vuelo de regreso. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de mantenernos fieles a él y a su Iglesia, lejos de pensamientos propios, ideologías y de la tendencia a asimilarse al mundo, cosa que está totalmente en contra del querer de Dios.

Fermento 283. Martes 29 de agosto, 2023