
Solemnidad de los Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo
Miércoles 29 de junio de 2022, Parroquia de Venecia.
Ordenación presbiteral de Fray Joel Zambrana Alfaro OSA.
Eclesialmente, la solemnidad de este día tiene una significación e importancia de indiscutible valor y trascendencia. Celebramos las columnas y los fundamentos sobre los cuales Cristo el Señor quiso fundar su Iglesia que, entre sus notas, confesamos como apostólica. Pedro, la roca sobre la cual el Señor quiso edificar la comunidad eclesial. Pablo, el misionero y evangelizador incansable, maestro de la fe, doctor de las gentes. Nuestra fe es apostólica porque descansa sobre la palabra y el testimonio de aquellos elegidos por Cristo para ser sus enviados, aquellos que tuvieron experiencia directa y vital con la persona y el mensaje de Jesús. Ellos mismos nos han enseñado lo que predicó el Señor, y, por su parte, la Iglesia ha transmitido indefectiblemente el mensaje de la fe que los apóstoles recibieron de Jesús.
En este contexto litúrgico, de gran solemnidad y significación, celebramos, alegres y agradecidos, la ordenación presbiteral de Fray Joel Zambrana Alfaro, de la Orden de San Agustín, quien ha estado vinculado pastoralmente a esta comunidad de Venecia desde varios años atrás. Fray Joel, en la persona, legado y testimonio de los apóstoles Pedro y Pablo tienes toda una inspiración e impulso para vivir tu ministerio con pasión evangelizadora, generosidad en el servicio, amor sincero a Jesucristo y a la Iglesia, y capacidad de entrega, incluso hasta la muerte, desde la caridad pastoral que te pide dar la vida a través del segundo grado del orden como lo es el presbiterado.
El evangelio de Mateo nos ha narrado la confesión de fe de Pedro en Cristo como el Mesías y el Hijo de Dios vivo. Esta es una verdad que no se la ha revelado ningún ser humano, sino el Padre celestial. La fe como don de Dios es un regalo sobrenatural que se debe cuidar, proclamar y confesar con convicción y autenticidad. Después de su confesión de fe, Cristo constituye a Pedro como fundamento visible y firme de la Iglesia: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. La persona y la misión de Pedro es ser roca, piedra y fundamento inamovible. Por estar firmemente cimentada, Jesús promete a Pedro que la Iglesia no será derrotada por el mal, pues cuenta con la asistencia misteriosa y eficaz de la gracia de Dios. Basta mirar la historia de la Iglesia, antes y ahora: tantas pruebas y situaciones adversas que ha pasado, pero nada ni nadie la ha podido derrotar porque es la acción de Dios la que la sostiene. Fray Joel, ayuda a caminar y a crecer en la verdadera fe a los hermanos que el Señor te confía. Ama, cuida y sirve fielmente a la única Iglesia de Jesucristo a la cual hemos sido llamados a servir y a entregar lo mejor de nosotros mismos. Que tu ministerio sea reflejo firme y fiel de la fe, enseñándola y confesándola como Pedro ante el Señor que lo llamó y convirtió en fundamento de la Iglesia.
Las pruebas son parte infaltable en la experiencia eclesial, y también de nuestro ministerio sacerdotal; ellas acrisolan a la Iglesia, la hacen crecer y madurar, ayudan a que sea más auténtica, más del Señor y más de oración. La primera lectura de los Hechos de los apóstoles nos narraba la prueba de Pedro en la cárcel a causa de predicar el Evangelio. Y, en este mismo texto, vemos cumplida la promesa del Señor de asistir y cuidar a su Iglesia: Pedro es liberado por la acción de Dios y como fruto de la plegaria constante y confiada de la comunidad eclesial de Jerusalén que oraba insistentemente por Pedro. Cuánto tenemos que orar por la Iglesia y sus pastores. En la oración está la fuerza y la eficacia apostólica de la acción eclesial y de nuestro ministerio pastoral. Fray Joel, la oración debe ser el aire siempre nuevo y fresco que respires durante todo tu ministerio. Tenemos que ser hombres de oración para ser más fieles y más auténticos. Orar por todas las personas y situaciones que se nos encomiendan en el ministerio, orar por la Iglesia, y por nosotros mismos para que vivamos santa y fielmente el ministerio confiado.
Finalmente, la segunda lectura de la segunda carta de Pablo a Timoteo, nos habla de la experiencia del apóstol casi al final de su vida y nos relata lo que podríamos decir es su testamento: “He combatido bien el combate, he corrido hasta la meta, he guardado y mantenido la fe… El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje…” Esta es la herencia de un enamorado y apasionado por Jesucristo, de un valiente y luchador, de un consagrado fiel hasta el final y hasta las últimas consecuencias. Fray Joel, en el apóstol Pablo tienes también toda una inspiración de pasión evangelizadora y misionera; de lucha y combate valiente, de correr siempre incansablemente hacia la meta; y de fidelidad para permanecer en él y anunciar siempre la verdad del Evangelio.
Como decíamos al inicio, recordamos y celebramos hoy a los llamados príncipes de los apóstoles, a los fundamentos y columnas de la Iglesia. Pedro, con la misión de confirmar en la fe a sus hermanos y de mantener la unidad y la comunión del rebaño de Cristo, misión que hoy continúa el Papa Francisco, el sucesor 266 de San Pedro, y por quien hoy oramos especialmente en este Día del Papa en Costa Rica. Recordamos también a Pablo, el enamorado y apasionado por Cristo, el evangelizador y misionero ardoroso a tiempo y a destiempo, el maestro insigne de la fe.
Como hemos dicho, estos apóstoles fueron fundamentos y columnas de la Iglesia, pero también fueron al cabo hombres, revestidos de fragilidad y limitación. Pedro negó a Cristo tres veces; Pablo persiguió al Señor y a su Iglesia. Pero en ambos vemos el misterio admirable de la vocación como un don de Dios, no por méritos humanos, sino por pura gracia y misericordia suyas. Fray Joel, valora y ama tu vocación, que es un don y un misterio; ámala y sé fiel a ella incluso más allá de tus propias fragilidades y yerros. Pedro y Pablo son el testimonio de quienes abandonaron y superaron su pasado, comenzaron de nuevo y se entregaron enteramente a Cristo y a la Iglesia hasta la muerte. Ambos mueren en el año 67: el pescador de Galilea crucificado en la colina vaticana; y el maestro de Tarso traspasado por la espada sobre la vía Ostiense, al sur de la Urbe. Roma se goza y gloría por la sangre y el testimonio de estos dos gigantes apóstoles de la fe. Toda la Iglesia alaba a Dios por lo que ambos significan para ella.
Fray Joel, en este día único e inolvidable de tu vida, en el cual te conviertes en sacerdote de Jesucristo para actuar en su misma persona, pídele al Señor el espíritu de fe y oración que necesitas, para que amando y cuidando la vocación cual verdadero tesoro, manteniéndote firme y fiel como Pedro y Pablo, apoyado en la gracia de Dios y con la consigna cada vez más clara de que eres del Señor y vives para el Señor, puedas amar a la Iglesia y servirla con fidelidad y generosidad sostenido siempre por el ejemplo y el testimonio de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, y la inspiración de tu padre San Agustín.
Que la fuerza y alimento de esta Eucaristía nos ayude a seguir sus pasos para ser fieles, valientes y firmes en la fe hasta el final, especialmente tú, Fray Joel, para que al celebrar el sacrificio eucarístico todos los días de tu ministerio, “consideres lo que realizas, imites lo que conmemoras y conformes tu vida al misterio de la cruz del Señor”, en este misterio que, como decía San Agustín, es “signo de unidad y vínculo de caridad”.