Jesús, El Buen Pastor, Él es la Puerta del rebaño

IV Domingo de Pascua, Ciclo, A.

Domingo 30 de abril de 2023. Parroquia El Buen Pastor, Río Frío, 9:30 a.m.

“Sálvense de esta generación perversa”. Con esas palabras responde Pedro a las gentes que le preguntan qué han de hacer, después de escuchar de boca del Apóstol que Dios había constituido a Jesús como Señor y Mesías (Hch 2,14.36-41).

Tal vez la palabra “salvación” no sea muy significativa para muchos hoy en día. Sin embargo, para nosotros creyentes, el Señor, el Buen Pastor, nos acompaña a través de este mundo para conducirnos a los pastos de la vida eterna en la salvación.

Con el célebre Salmo 22 responsorial, nosotros hoy lo proclamamos como nuestro pastor y nuestro guía: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22). Siempre va con nosotros para salvarnos.

También a nosotros se dirigen las palabras que hoy se leen en la primera carta de Pedro: “Ustedes andaban errantes como ovejas, pero ahora se han convertido al pastor y guardián de sus almas” (1 Pe 2,25).

El Encuentro:

En el domingo cuarto de Pascua todos los años recordamos la figura del Buen Pastor.  En este año, Jesús se aplica a sí mismo la imagen de la puerta del rebaño: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir y encontrará pastos” (Jn 10,9).

Bien sabemos que la puerta cierra la casa y defiende nuestra intimidad. Pero, al mismo tiempo, la puerta nos libera del encierro, facilita la salida y el encuentro con el ambiente. Además, con gusto hacemos saber a nuestros familiares y amigos que la puerta de nuestra casa está abierta para acogerlos.

Al darse a conocer hoy como la puerta, Jesús se nos presenta como un lugar de encuentro. Efectivamente, en Jesús toda persona puede encontrarse con Dios. En Jesús, Dios se nos abre y manifiesta, nos sale al encuentro, nos acoge y nos perdona para salvarnos.

Pero con esa imagen tan cercana y comprensible de la puerta, Jesús nos advierte para que no la abramos a los falsos profetas, redentores y salvadores. Sólo merecen nuestra acogida quienes llegan hasta la puerta de nuestra casa trayendo la paz y la verdad.  

La Salvación:

De todas formas, Jesús no solo se nos manifiesta como “la puerta” del rebaño. Nos da a conocer también cómo acercarnos a él y cómo imitar su estilo de vida. Veamos algunos acentos de sus palabras:

“Quien entre por mí se salvará”. Jesús es la vida y la paz, la fuente de la reconciliación y la raíz de la esperanza. Sólo la puerta de la verdad, que es Jesús Resucitado, nos abre al camino que nos lleva a la salvación.

 • “Quien entre por mí podrá entrar y salir”. Jesús es una puerta que no tiene candados. Podemos acercarnos a él o pretender ignorarlo. A veces algunos piensan que Jesús es un obstáculo para nuestra realización personal, cuando él es en realidad el acceso a la verdadera libertad.

• “Quien entre por mí encontrará pastos”. Jesús es la puerta que nos abre a buenos pastos. Es cierto que en el mundo hay otras puertas y salidas posibles, pero no todas nos conducen a los pastos de la verdad, de la paz, la justicia y la salvación.

Jesús continúa esta acción de encuentro, conducción y salvación hacia nosotros por medio de los actuales pastores de la Iglesia: hoy oramos especialmente en la 60 jornada mundial de las vocaciones para que llame a muchos a este servicio, para que se consagren a esta misión, para que sean imagen fiel de las actitudes del Buen Pastor en medio de la comunidad.

Para ustedes como comunidad dedicada al Buen Pastor tengan los mismos sentimientos y actitudes de Cristo Buen Pastor: la humildad, la mansedumbre, la paciencia, la sencillez, la capacidad de servir y dar la vida, el ser puerta para los demás para abrir y dar paso.

Señor Jesús, nuestra fe nos lleva a creer que tú eres la puerta que nos abre al misterio de Dios y a la salvación. Además, sabemos que tú nos facilitas la posibilidad del encuentro con nuestros hermanos; para ello, suscita pastores en tu Iglesia. Y, en contra de lo que se nos propone cada día, tú nos abres a la esperanza de nuestra propia salvación. Bendito seas por siempre, Señor. Amén. Oh Jesús, pastor eterno de tu Iglesia. Danos muchos y santos sacerdotes.