
Año con año, la Iglesia dedica el 11 de febrero para celebrar la Jornada Mundial del Enfermo, día en el cual también se celebra a la Virgen María bajo la advocación de Lourdes, ya que por medio de su intercesión muchísimas personas en el mundo dan testimonio del poder de Dios, afirmando haber sido sanadas.
El objetivo de esta Jornada es asistir a los enfermos, no solo médicamente, sino también por medio de la sensibilización y solidaridad para acercarnos a ellos. Desde luego, esta debe ser una actitud cristiana de siempre, como obra de misericordia que está presente en la Iglesia.
Para este año, «Cuida de él» (Lc 10,35), es el lema que el Papa Francisco ha establecido para esta celebración. Como él mismo indica en su mensaje, esta “es la recomendación del samaritano al posadero (en el pasaje bíblico). Jesús nos lo repite también a cada uno de nosotros, y al final nos exhorta: ‘Anda y haz tú lo mismo’”.
Son muchas las dolencias que podríamos afirmar hemos vivido como sociedad en los últimos años. La pandemia del COVID-19 ha venido a desacomodarnos, ha plantearnos nuevas realidades. Muchas secuelas físicas, pero también mentales ha dejado el paso de esta enfermedad en los últimos tres años. Por ende, siempre es momento para reflexionar sobre nuestras actitudes, sobre lo que estamos haciendo para transformar la realidad y cambiar el rostro de la humanidad, entendiendo que es necesario hacer un cambio de rumbo, si queremos ser mejores y vivir mejor.
“La experiencia del extravío, de la enfermedad y de la debilidad forman parte de nuestro camino de un modo natural, no nos excluyen del pueblo de Dios; al contrario, nos llevan al centro de la atención del Señor, que es Padre y no quiere perder a ninguno de sus hijos por el camino. Se trata, por tanto, de aprender de Él, para ser verdaderamente una comunidad que camina unida, capaz de no dejarse contagiar por la cultura del descarte”, nos dice el Santo Padre en su mensaje.
Entonces, luego de tres años, ¿realmente hemos aprendido a vivir en comunión y solidaridad? No podemos ser indiferentes. No podemos ver las frías estadísticas de gente que ha enfermado y que ha muerto a causa del COVID-19. Los más vulnerables han sido los adultos mayores. Por muchos años, el Papa Francisco nos ha advertido de la necesidad de decir no a la cultura del descarte, sobre todo cuando ese descarte señala en la sociedad a los más débiles, sean enfermos, ancianos, niños, o no nacidos.
Esta Jornada es también para reconocer el trabajo de tantas personas que con gran vocación y profesionalismo trabajan por la salud. Seamos agradecidos con ellos, a quienes también exhorto a que sigan mostrando sensibilidad y caridad cuando atienden a un paciente. Muchas veces, ustedes son las únicas personas con las que los enfermos tratan y cuentan.
Pidamos al Señor que nos ilumine, que nos ayude a comprender la realidad en que nos encontramos; que podamos dedicar parte de nuestro tiempo a atender a una persona que requiere cuidados para mejorar su salud.
Pongamos en manos de Dios también esta situación de pandemia, para que nos libre de ella, para que nos ayude a afrontar las secuelas que nos deja y comprendamos que solo caminando juntos podremos salir adelante.
Fermento 254. Martes 7 de febrero, 2023