La familia

Días atrás, se celebró el Día Internacional de las Familias, promulgado así por la Asamblea General de las Naciones Unidas con el fin, entre otros, de “crear conciencia sobre el papel fundamental de las familias en la educación de los hijos desde la primera infancia, y las oportunidades de aprendizaje permanente que existen para los niños y las niñas y los jóvenes”.

Con el paso del tiempo y, a pesar de una clara y sólida conciencia que reinó en la sociedad sobre la importancia de la célula fundamental de la sociedad que es la familia, se ha ido desvirtuando su concepto, su papel e incluso se han generado una serie de acciones que ponen en riesgo su función y, diríamos, su participación en la sociedad.

La celebración del 15 de mayo, por otra parte, no puede quedar solamente como alusiva a un mero recordatorio, o de manera decorativa; la celebración debe movernos a revisar conscientemente qué estamos haciendo para promover y proteger la familia.

Cabe destacar uno de los enfoques por parte de Naciones Unidas, con motivo del Día Internacional de las Familias, al señalar, en su sitio web oficial que, al haber una disminución de la natalidad en el mundo, la familia corre riesgos, siendo más “pequeñas” y con “menos posibilidades de hacer frente a los cuidados y otras obligaciones domésticas”.

En esta vía, señalaron también: “en tiempos de desempleo o enfermedad, estas familias tienen menos miembros que podrían contribuir a paliar la situación”.

Hemos insistido en que está en riesgo el futuro de la sociedad, la cual, tiene como tendencia precisamente a desalentar las familias numerosas y, más aún, a desmotivar los nacimientos en general. Vivimos una cultura de lo efímero e inmediato, preocupados por el presente, por los logros materiales, inmersos en el relativismo, y muy alejados de construir un futuro sustentable para las nuevas generaciones.

La familia es decisiva para el rumbo que pueda tomar el mundo. Necesitamos de políticas fuertes enfocadas en dar fuerza y solidez a las familias. Necesitamos de gobiernos que se preocupen con interés real en solventar las problemáticas que golpean a nuestras familias.

Asimismo, en un mundo que también quiere apartarse de la fe, no podemos perder de vista el valor de la familia y “su imagen de Dios que es comunión de personas (cfr. Amoris laetitia, n. 71)”.

“En la familia humana, reunida en Cristo, está restaurada la ‘imagen y semejanza’ de la Santísima Trinidad (cf. Gn 1,26), misterio del que brota todo amor verdadero. De Cristo, mediante la Iglesia, el matrimonio y la familia reciben la gracia necesaria para testimoniar el Evangelio del amor de Dios”, nos decía el Papa Francisco en ese numeral de su Exhortación Apostólica.

No dejemos pasar por alto celebraciones tan fundamentales para nuestra vida social. No dejemos tampoco pasar el tiempo ni volteemos la mirada cuando se dan políticas en la sociedad que desvirtúan el valor de la familia.

Pidamos a Dios que nos ilumine como sociedad para encontrar caminos que permitan fortalecer a la familia, y con ello, garantizar un mejor futuro para las nuevas generaciones.

Fermento 271. Martes 6 de junio, 2023