
Como obispo de la Iglesia Católica mi bendición y saludo pascual para todo el pueblo de Costa Rica. Que la esperanza en aquél que es la vida, suscite en nosotros los mejores sentimientos para construir una mejor sociedad. ¡Felices Pascuas de Resurrección!
Precisamente, el Papa Francisco, en su Exhortación Apostólica, Christus Vivit, numeral 32, nos dice: “Jesús ha resucitado y nos quiere hacer partícipes de la novedad de su resurrección. Él es la verdadera juventud de un mundo envejecido, y también es la juventud de un universo que espera con ‘dolores de parto’ (Rm 8,22) ser revestido con su luz y con su vida”.
La Semana Santa que hemos vivido y que ha tenido como corolario la conmemoración de la resurrección del Señor, nos deja como desafíos animar nuestra fe y a tener actitudes transformadoras, a través de las cuales nos encontremos, en lo que hacemos, con nuestros familiares más cercanos, con los compañeros de trabajo, los vecinos y con todos quienes nos relacionamos.
Resucitar es un llamado apremiante para transmitir al mundo vida, alegría y esperanza en medio de tantos signos de muerte. Resucitar es llevar a otros el Evangelio de Cristo en medio de una sociedad que se niega a vivir los valores de la solidaridad, la fraternidad o la paz.
Llevar la novedad de la resurrección de Jesús es darnos una nueva oportunidad y también es darle una nueva oportunidad a la sociedad. Transformemos el odio en amor, la cultura de la muerte en la cultura de la vida… cambiemos los sentimientos de rencor o egoísmo por acciones solidarias que nos permitan ver en el bien común una salida concreta y justa a muchas de las problemáticas que atravesamos.
Lo que hemos celebrado no puede quedarse en cuatro paredes; somos llamados a anunciar de manera alegre y con coherencia todo aquello que el Señor nos ha dicho en el Evangelio como buena noticia de salvación.
La buena noticia de la resurrección nos inspira a superar cualquier situación de negatividad, de desaliento o de tristeza. No perdamos de vista nuestra razón de ser en el Señor: la vida eterna. Es nuestra meta.
Somos llamados a dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza. Como dice San Pablo: “Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente para esta vida, seríamos los más desdichados” (1 Cor. 15,19).
Los creyentes tenemos la esperanza y confianza puesta en un Dios de vivos, no de muertos. Conocer a Jesús es asumir su proyecto de vida radicalmente nuevo y diferente; es vivir sus sentimientos y pensamientos. Hagamos que la noticia de la resurrección llegue a otros; llevemos la novedad de la resurrección a los demás.
Para los católicos, durante esta semana vivimos el gozo de la resurrección como si fuera un solo día, en lo que llamamos la Octava pascual. Es el júbilo que se prolonga; no permitamos que al volver a nuestra cotidianidad perdamos el sentido de fe de lo que vivimos.
Pidamos a Cristo Resucitado que nos transforme con su fuerza; dejémonos iluminar por él seguros de que su presencia nos acompaña todos los días de nuestra vida.
Fermento 263. Martes 11 de abril, 2023